Charlie Sheen.

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Cultura CRÍTICA DE CINE

Alias Charlie Sheen: Netflix y la radiografía del espejo roto de Hollywood

Es una serie documental en la que el actor habla (desde sus recién estrenados siete años de sobriedad) acerca de su infancia, sus inicios en la industria, las presiones de ser hijo y hermano de estrellas de la actuación, haber sido el actor mejor pagado de una serie de televisión y, por supuesto, de sus problemas con casi cualquier sustancia ilegal que pueda existir.

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Aunque los escándalos hayan podido dejarlo en un segundo lugar, lo cierto es que no se nos puede olvidar que Carlos Irwin Estévez alias Charlie Sheen protagonizó largometrajes como Los chicos de al lado, Platoon, Wall Street o El principiante.

Sin embargo, las adicciones y los comportamientos erráticos del actor (hijo del legendario Martin Sheen y hermano de Emilio Estévez) ensombrecieron una carrera que podía haber sido tan meteórica como sostenida en el tiempo. Finalmente, fue solo un poco de una cosa y de la otra.

Es por ello que la todopoderosa Netflix, conocedora del interés y el morbo por la imprevisible vida de Sheen y los numerosos titulares que ha generado, decidió realizar un acercamiento en primera persona hacia la vida de un tipo del que podría decirse que es un juguete roto de Hollywood, si no fuese porque el actor parece sentirse bastante en paz con su pasado.

De ese modo, Alias Charlie Sheen es una serie documental en la que el actor habla (desde sus recién estrenados siete años de sobriedad) acerca de su infancia, sus inicios en la industria, las presiones de ser hijo y hermano de estrellas de la actuación, haber sido el actor mejor pagado de una serie de televisión y, por supuesto, de sus problemas con casi cualquier sustancia ilegal que pueda existir.

Se agradecen las participaciones de algunos de los mejores amigos del actor (como Sean Penn), aunque se echa en falta la opinión de Martin Sheen o Emilio Estévez, que declinaron la invitación de la plataforma. Sí tenemos a Ramón Estévez, hermano mayor de Charlie e integrante de la familia con una trayectoria menor en la gran (y pequeña) pantalla, que aporta la visión desde dentro del núcleo.

Aunque el documental sigue la estructura regular de este tipo de producciones, lo cierto es que llama la atención sobremanera cómo Sheen habla sin ningún tipo de tapujos acerca de sus adicciones y malas decisiones a lo largo de su vida. Una autocensura casi inexistente para un tipo que acabó con VIH y que fue adicto al alcohol, las pastillas, el crack (han leído bien) y la prostitución de alto nivel.

Y es que Alias Charlie Sheen va más allá del mero relato biográfico para mostrarse como un atípico ejercicio de desnudez emocional y verdad sin adornos. Su mayor virtud radica precisamente en la honestidad descarnada con la que se expone, sin recurrir al artificio, a los edulcorantes ni al sentimentalismo condescendiente.

Es en esa transparencia donde reside su fuerza: al no maquillar los excesos, caídas ni contradicciones, se alcanza una autenticidad que dignifica el relato, aún dentro del tono accesible. Porque en tiempos donde prevalece la narrativa filtrada, asumir la complejidad de la condición humana con crudeza y lucidez es, sin duda, un acto de valentía. Eso sí, que nadie imite a Sheen ni a sus antiguas aficiones.