Una parte de la exposición temporal 'Ana Pávlova: Una vida sin fronteras', que reúne alrededor de 90 piezas entre programas de mano, recortes de prensa e imágenes que reflejan cómo la artista convirtió el ballet en un arte global, este martes en el Museo Ruso de Málaga.

Una parte de la exposición temporal 'Ana Pávlova: Una vida sin fronteras', que reúne alrededor de 90 piezas entre programas de mano, recortes de prensa e imágenes que reflejan cómo la artista convirtió el ballet en un arte global, este martes en el Museo Ruso de Málaga. EFE/Álvaro Cabrera

Cultura

El arte sin fronteras de Anna Pávlova llega al Museo Ruso de Málaga con una exposición única

La muestra exhibe alrededor de 90 piezas entre programas de mano de los teatros, recortes de prensa de la época y fotografías, que han viajado desde Australia, Inglaterra, EE UU, México...

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La Colección del Museo Ruso de Málaga ha presentado este martes la exposición Anna Pávlova: Una vida sin fronteras, que rinde homenaje a una de las figuras más célebres e influyentes de la historia del ballet. La muestra ofrece un recorrido por la vida y el legado de la legendaria bailarina rusa, cuya pasión, dedicación y talento transformaron el panorama de la danza a nivel mundial.

En Anna Pávlova: Una vida sin fronteras se exhiben alrededor de 90 piezas entre programas de mano de los teatros más remotos, recortes de prensa de la época y fotografías, que han viajado desde Australia, Inglaterra, Estados Unidos, México y otros países hasta la Colección del Museo Ruso de la mano del coleccionista Dmitry Yusov. Muchos de estos documentos testimonian cómo Pávlova logró convertir el ballet en un arte global y un vehículo para el entendimiento cultural y la emoción universal.

A la presentación de la exposición, en la que colabora Fundación la Caixa, han asistido Francisco de la Torre, alcalde de Málaga; Mariana Pineda, concejala delegada de Cultura y Patrimonio Histórico; Luis Lafuente, director de la Agencia Pública para la Gestión de la Casa Natal de Pablo Ruiz Picasso y Otros Equipamientos Museísticos y Culturales; el coleccionista y comisario de la muestra Dmitry Yusov; Juan Carlos Barroso, responsable territorial en Andalucía, Ceuta y Melilla de la Fundación ”la Caixa”; y Antonio Caballero, director de Área de Negocio de CaixaBank.

Nacida en San Petersburgo y formada en la prestigiosa Escuela Imperial de Ballet bajo la tutela del aclamado Marius Petipa, Anna Pávlova (1881–1931) desafió desde joven los cánones establecidos gracias a su precisión técnica y a una expresividad inigualable. Su papel decisivo en ‘La muerte del cisne’, con coreografía de Michel Fokine, se convirtió en una pieza emblemática que cautivó al público por su conmovedora belleza y su profundidad emocional.

Ballet sin límites

La exposición destaca el carácter pionero de la bailarina, quien en 1910 formó su propia compañía y emprendió una ambiciosa misión artística: llevar el ballet a los rincones más remotos del planeta. Recorrió más de 40 países y ofreció más de 9.000 presentaciones, desde los grandes teatros de Europa hasta plazas de toros en América Latina, escenarios improvisados en Asia o auditorios en Oceanía. En cada país, Anna Pávlova procuraba asistir a las presentaciones de los bailarines locales y, en algunos lugares, como México o Argentina, incluso aprendió danzas tradicionales locales que incorporaba en sus espectáculos.

En Japón, sus presentaciones inspiraron haikus; en América Latina, las multitudes abarrotaban las calles para verla llegar; en Australia, su compañía sentó las bases de una tradición de ballet estable.

En 1920, tras una ausencia de más de cinco años, Anna Pávlova regresó a los escenarios de Inglaterra. Aunque ya había realizado giras extraordinarias y había participado en la película La muda de Portici en Hollywood, la bailarina se mostraba inquieta ante la acogida del público británico, cuyos gustos habían evolucionado tras la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, sus temores se disiparon rápidamente. Tras su actuación, el periódico ‘The Times’ publicó «Madame Pávlova sigue siendo Pávlova, la incomparable. Hay otros grandes bailarines. Pero Pávlova solo hay una».

España ocupa un lugar especial en esta muestra. Pávlova dejó su huella en Madrid y Barcelona, donde actuó en espacios tan emblemáticos como el Teatro Real o el Gran Teatre del Liceu. Admiradora de la danza española, integró elementos del flamenco y otras formas autóctonas en algunas de sus coreografías de ballet clásico, como puede apreciarse en piezas como ‘La noche de España’ o sus interpretaciones de ‘Carmen’.

La exposición también revela los desafíos logísticos de sus giras, ya que Pávlova viajaba acompañada por músicos, técnicos, sastres y bailarines, dispuestos a transformar cualquier espacio en un escenario.