Una imagen de Victoria Esperanza y el cartel solidario.
La fuerza de la malagueña Victoria Esperanza impulsa una ola de solidaridad: "Hazte donante de médula por ella"
La pequeña fue diagnosticada a los tres años de leucemia y cuando parecía estar curada, con seis, ha recaído. La quimioterapia no funciona y necesita un trasplante urgente.
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Si tienen redes sociales y son de Málaga, muy probablemente habrán visto un cartel de color rojo con una niña pequeña en el centro, mirando con decisión hacia el frente. No tiene pelito, en su rostro hay maquillaje similar al de una princesa como ella, y de fondo, la palabra 'urgente'. La protagonista es una niña malagueña de seis años llamada Victoria Esperanza.
Cuando tenía solo tres, "un bichito", así llama ella a la leucemia, se presentó por primera vez en su vida, y aunque creían que el año pasado habían conseguido acabar con él, el pasado mes de junio este volvió a aparecer. Esta vez, desgraciadamente, más fuerte que nunca. Ahora buscan con urgencia un donante de médula compatible para salvarla de esta recaída y, de paso, ayudar a otras miles de personas que en el mundo están en su situación.
Escuchar a Mar Fernández, la madre de esta niña malagueña, es verdaderamente emocionante. Es difícil de entender cómo el ser humano sabe sacar fuerzas de donde no las hay en los momentos más complicados de la vida. "Estoy fatal, pero veo el nombre de mi hija, de nuestra archicofradía... ¿Si nosotros no vamos con esperanza, quién va a ir?", dice sonriendo y limpiándose las lágrimas Mar.
El inicio
Cuando Victoria cumplió tres años, su madre la llevó a la cita de una vacuna que le correspondía, según el calendario de la Junta de Andalucía. Esos días, justamente, le vio una manchita bajo el ojo, en la zona de la ojera.
Lo comentó a unas enfermeras en el centro de salud y consiguieron que la viera el pediatra, que le mandó una analítica. Pero hay una frase que dejó preocupada tras la vacuna a Mar, que sabía que algo estaba pasando: "Si la niña durante el fin de semana tiene fiebre o sangra, os la lleváis al Virgen de Rocío", le dijeron.
"Jamás mi hija había tenido una reacción así a una vacuna. Me extrañó. Pasó el finde bien, y al llegar al Virgen del Rocío me preguntaron si el pediatra nos había dicho algo, que la analítica que le habían mandado era muy completa", recuerda la mujer, que vive en Sevilla por motivos laborales. Creía que le estaban ocultando información para no hacerle daño.
Poco después volvió a reunirse con su pediatra, que conocía desde bebé a Victoria y este le dijo que la niña podía tener leucemia, "aunque no había que ponerse en lo peor". En ese momento, Mar tuvo claro que "sí o sí" su hija estaba enferma. "Si el pediatra nos lo dijo era por algo, no iba a asustarnos. Y así fue", explica, consciente de que aquel episodio solo era el comienzo de una larga historia, y agradecida con el pediatra por su ojo clínico.
Su hija, Victoria Esperanza, ingresó en el hospital justo antes del Viernes de Dolores, un día clave en una familia profundamente cofrade, que lo tenía todo preparado para vivir al máximo la Semana Santa.
“Se nos paró la vida. Nos dijeron que teníamos que pensar en el hoy y en el ahora, y así aprendimos a vivir, es nuestra forma de entender el día a día”, dice Mar, con un temple que asusta.
Victoria Esperanza, en una imagen previa a la enfermedad.
Que su intrépida compañera, su hija, fuera tan madura desde pequeña, aunque parezca que no, complicó las cosas. "¿Cómo le explicas a una niña de tres años, presumida a rabiar, que va a perder su larga melena?", suelta con angustia. Perder su pelo le dolió a Victoria casi más que cualquier pinchazo.
La pequeña es muy observadora. No pierde ni un detalle a su alrededor. Su madre recuerda que la primera vez que fueron a Oncología, la pequeña vio a muchos niños sin pelo y no entendía por qué ella estaba allí. "Me dijo: 'Yo no estoy malita como estos niños, ¿por qué estamos aquí?' y me pidió que la llevara a su pediatra de siempre", recuerda su madre.
Empezó así un largo proceso médico donde hicieron partícipe a la menor de todo lo que iba ocurriendo. La quimioterapia funcionó y en mayo de 2024 culminó el tratamiento, pero Mar decidió que su hija no tocaría la campana hasta un poco más tarde, cuando la curación estuviera algo más clara. No quería hacerle ilusiones.
Sabía que esa campana era el sueño de Victoria. Había visto a muchos niños tocarla y sabía las ganas de tener su momento. Un día, la niña le comentó a su madre que tendría que cogerla en brazos cuando llegara el momento de tocar la campana. No la entendió, ya que la campana tiene una larga cuerda para que hasta los más chiquitines puedan tocarla. "Mami, sí me tienes que coger, porque he visto que si no la tocas desde arriba... no suena tan fuerte y yo quiero que se enteren hasta en Málaga de que la toco", le respondió la menor, que sabe bien que tiene a muchas personas que la quieren en la Costa del Sol.
Fin del tratamiento
Y en octubre llegó su momento. Victoria tocó la campana acompañada de los que más le quieren. En un primer lugar, su madre leyó unas palabras de agradecimiento dedicadas al personal sanitario y a sus familiares y amigos.
El emotivo momento en el que Victoria Esperanza tocó la campana.
Y antes de que llegara el gran momento, le colocó la camiseta del Submarino de la Esperanza, de su hermandad, donde va su tío Javier. "La Semana Santa en la que diagnosticaron a Victoria la enfermedad, no sé cuántas levantás se le dedicaron en Sevilla. Tampoco cuantas palabras bonitas se le dijeron en los tronos malagueños, nos llegaron mil vídeos; fue duro, pero precioso", explica.
Y tocó la campana. Muy fuerte y emocionada. Aquello parecía el primer día de una nueva vida, la que siempre debía haber tenido desde que tenía tres añitos. Había que recuperar el tiempo perdido y la familia volvió a la rutina. En mayo de 2025, incluso acudieron a Roma para ver a la Virgen de la Esperanza en un día histórico. El submarino le entregó a la pequeña un precioso cuadro que guardan de recuerdo.
La familia posa con el cuadro (en manos de Victoria Esperanza) y a la derecha el tío de Victoria le da la mano desde el trono en Roma.
La recaída
Las revisiones cada dos meses se iban sucediendo y todo parecía ir de perlas. Pasaron unos días de diversión y alegría en el Rocío, pero a la vuelta, llegó la noticia inesperada. Su pediatra le comunicó a Mar que la menor había sufrido una grave recaída. "¿Cómo le contaba yo a mi hija que había que volver a empezar?", expresa Mar emocionada.
Lo pensó mucho y vio que la mejor manera era afrontarlo como lo habían hecho desde el principio. Se sentó con ella y le explicó la situación. Casi sin darle tiempo a hablar, la pequeña la miró y le dijo "Mamá, no me digas que está otra vez el bichito". "Y yo le dije que sí", recuerda.
"Me preguntaba que si otra vez volvía el reservorio, si otra vez se le iba a caer el pelo... Le dije que teníamos un fin de semana para llorar juntas, para enfadarnos todo lo que fuera necesario, pero que el lunes teníamos que entrar al hospital muy fuertes, porque no podíamos dejar que el 'bichito' nos ganara", explica.
Lo que no sabían ninguna de las dos es que el "bichito" venía con más fuerza que nunca. Tanta, que la familia tenía que prepararse para un trasplante de médula. En vista de que su madre no era compatible, la curación de Victoria estaba en manos de la gente, de los donantes anónimos que con su solidaridad salvan vidas.
Movimiento social
Mar es una fuente de positividad. Y siempre ve de lo más malo, lo bueno. "A mí todo esto me ha demostrado que hay que tener fe. No solo la religiosa. Tengo muchos amigos que no son creyentes y les digo que hay que creer en el ser humano", expresa. Con la recaída, a la familia se le ocurrió que había que poner en marcha una campaña de solidaridad.
La historia de Victoria se está difundiendo en redes para buscar donantes de médula desde hace unos días. "No quiero que esto se enfoque en que se buscan donantes para Victoria. Quiero que se hagan donantes por Victoria. Que gracias a su caso se ayude a muchos más niños y personas que están en su situación, que el mundo sepa lo fácil que es ser donante y lo mucho que ayudan. Me he dado cuenta que, al menos en Andalucía, hay mucha desinformación al respecto", sostiene.
Y desde las cofradías sevillanas y malagueñas han logrado que el caso llegue a voces como la de Antoñito Molina o Lucas, de Andy y Lucas, que se han sumado a la causa grabando vídeos tratando de mentalizar a la sociedad que hay que hacerse donante para ayudar a niños como Victoria.
Recaudación de fondos
El caso de Victoria ha llegado muy lejos, pero ha marcado de lleno a Sevilla, su lugar de residencia. Hace meses se hizo viral en redes una imagen de la pequeña en el besamanos de la Esperanza Macarena donde parece que ella mire a la virgen y la virgen a ella.
Fito, un entrenador de fútbol, en aquel entonces del San Roque Balompié, vio la foto y decidió dar una charla a las niñas de su equipo basándose en esa imagen, "en la mirada, en la fuerza, en la esperanza". "Las niñas se comieron el campo, salieron a ganar. El entrenador intentó contactarnos y consiguió llegar a nosotras por amigos en común. Convirtieron a Victoria en la madrina del equipo", explica Mar, que dice que la relación con este entrenador es "de lo más bonito que nos ha dado la enfermedad de Victoria".
Fito, con Victoria Esperanza y el trofeo que lleva su nombre.
Así, Fito logró organizar un torneo en su honor en el Azci Ciudad Alcalá, con el que recaudaron fondos para la enfermedad, concretamente 6.000 euros. "El día que nos dijeron lo de la recaída nos dijeron que no se sabía el motivo por el que había recaído tanto tiempo después porque no hay investigación. Quisimos hacer todo lo posible para sumar", cuenta su madre, que asegura que sintió el apoyo de toda Andalucía, no solo de Sevilla.
"La Esperanza de Málaga, nada más que se enteró, hizo donativo y Crucifixión, que igual no es una hermandad tan grande, que la hemos tenido al ladito de casa siempre, fue la primera en donar. Mi hermano lleva años saliendo de capataz del Cristo. Ambas nos han ayudado mucho también con su colaboración a difundir la campaña de donación de médula, estamos muy agradecidas con las cofradías", asevera.
Donantes "por ella"
Una ilustración con las claves para donar.
Pero sobre todo, lo que más enorgullece a Mar es que la historia de su hija está sirviendo para concienciar sobre la donación de médula. “Mucha gente no sabía cómo hacerse donante. Es muy fácil: si tienes entre 18 y 40 años, vas al centro de transfusiones, rellenas un cuestionario, te hacen una analítica y ya estás en el registro. Si un día eres compatible, te llaman. Y es donar vida. Me encanta que la gente me esté mandando que difunden el cartel de Victoria, pero más aún que lo acompañen con un mensaje de 'ya soy donante'”, dice.
El lema lo tenían desde el principio: “Tu Victoria es mi esperanza”. “No pedimos donantes para ella, sino por ella. Que su nombre mueva a otros. Porque cuantos más donantes haya, más posibilidades tenemos todos”, insiste.
Lo que muchos no saben de esta dura historia es que Victoria vino al mundo de la mano de un hermano. Era melliza. Sin embargo, su hermano, murió tristemente al nacer, por lo que con él, también se fue el que habría sido su donante perfecto. “Ese día viví lo más bonito y lo más triste al mismo tiempo. Y ahora pienso: tenía su donante y no está. Pero no podemos vivir en el ‘qué hubiera pasado’. Tenemos que seguir adelante, con la esperanza por delante”, dice emocionada Mar.
La vida ha querido que Victoria Esperanza haya jugado más en la cama de un hospital que en un colegio, pero su madre hace lo posible para que su vida sea lo más parecida a la de cualquier niña.
Dos días a la semana un profesor acude a su casa para que no pierda el hilo y, mientras tanto, su madre lucha para que su historia siga moviendo a cientos de personas a ser donante con la esperanza de que algún día pueda celebrar su victoria ante la leucemia. "Si mañana me entero de que gracias a todo esto alguien ha recibido su médula, aunque no sea ella, ya habrá valido la pena", zanja.