Confecciones Montañez, la última costura de un legado: “Se debe apoyar más al comercio local, cosa que no se hace”

Confecciones Montañez, la última costura de un legado: “Se debe apoyar más al comercio local, cosa que no se hace” Francisco Sánchez

Málaga

Confecciones Montañez, la última costura de un legado: "Se debe apoyar más al comercio local, cosa que no se hace"

La dueña de esre histórico establecimiento lucha por mantener viva una tradición familiar, defendiendo la calidad y el trato humano ante las dificultades del día a día.

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Francisco Sánchez
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El Centro de Málaga, un lienzo de luz y turistas, guarda en sus calles adoquinadas historias que se resisten a desvanecerse. Entre la efervescencia de los bares de tapas y el ir y venir de maletas de los turistas, se alza un bastión del pasado, un reducto de tradición y calidad.

Confecciones Montañez, más que una tienda es un hilo que une el ayer con el hoy, un relato familiar de dedicación y servicio que se ha tejido a lo largo de generaciones.

La historia comienza con un abuelo y sus cuatro hijos, quienes se dedicaban a la "cobranza", una forma de venta a plazos a domicilio. Iban de casa en casa, ofreciendo a las familias la posibilidad de adquirir la ropa de temporada, de invierno o de verano, y pagarla poco a poco, en un período de unos seis meses.

Era un trato directo, cercano, que forjó un vínculo de confianza inquebrantable con su clientela. Una compra “con tarjeta, pero aplazada”, como lo describe la dueña, una mujer de voz firme y mirada lúcida, que lleva toda su vida trabajando en el local.

Con el tiempo, aquellos fundadores se establecieron en un local, que originalmente se comunicaba con otro aledaño. La tienda se convirtió en un punto de encuentro para tenderos de los pueblos de Málaga, Córdoba y Granada, que venían a comprar mercancía, cargaban en sus modestos transportes y luego la distribuían, manteniendo la misma filosofía de venta a plazos. Confecciones Montañez se hizo un nombre, una referencia de confianza y calidad en toda la provincia y más allá.

Hoy, la tienda está en manos de la dueña y su hermana. La dueña es una mujer de carácter fuerte, que sabe lo que vende y por qué lo vende. No compra por gusto personal, sino "con la cabeza", pensando en las necesidades de sus clientes. Es una filosofía de negocio que la lleva a cuestionarse cada día la pregunta más difícil de su trabajo.

“¿Qué es lo que yo vendo y qué puedo vender que les guste a mis clientes?”. Es una pregunta que se hace a diario y que resume a la perfección el alma de su negocio. Su personalidad se refleja en la defensa apasionada de la calidad española, de los tejidos que “puedes pasar de hermano a hermano”, de una época donde la ropa no tenía pelotillas a las dos lavadas y duraba temporadas enteras. Para ella, esa calidad es sinónimo de respeto por el cliente y por el planeta.

Confecciones Montañez

Confecciones Montañez Confecciones Montañez

A pesar de su historia y su arraigo, la dueña observa con cierta tristeza la Málaga actual. La describe como un lugar "bonito" con "mucho turismo", pero que se ha convertido en una “tortura” para el pequeño comercio.

El malagueño, que antes era el principal cliente, se enfrenta ahora a la "dificultad de desplazamiento", a la falta de aparcamiento y a las zonas de bajas emisiones. "Si el transporte va relacionado con el comercio", reflexiona, "hay que darle la misma facilidad que a los centros comerciales".

La dueña defiende que debe haber espacio para todos, pero que las administraciones deben apoyar al comercio tradicional. Y termina "se debe apoyar más al negocio local, cosa que no se hace en Málaga".

Lamenta también la pérdida de la "esencia de Málaga" en el centro, donde los bares de tapas han sido reemplazados por restaurantes de comida internacional y los comercios históricos, como Hinojosa o Godi, han cerrado, uno tras otro, dejando un vacío irreemplazable.

Durante la pandemia, este desequilibrio se hizo patente: el centro, lleno de apartamentos turísticos y restauración, se quedó desierto, mientras las barriadas, con sus negocios de toda la vida, seguían "vivas".

La tienda es un negocio familiar hasta la médula. Sus empleados no eran solo empleados, sino "casi de la familia", y sus hijos, aunque han elegido carreras independientes, colaboran y dan ideas. La dueña confiesa que el trabajo es muy sacrificado, una vida dedicada a la tienda, sin apenas vacaciones. Por eso entiende que sus hijos, al ver su “sufrimiento”, hayan optado por otros caminos.

Quizás sea en ese aprecio, en esa valoración de la calidad y el trato humano, donde resida la esperanza. Confecciones Montañez, como el hilo que no se rompe, se aferra a la esperanza de que el malagueño vuelva a su centro, a su historia, a sus orígenes. Y que, a pesar de las dificultades, este hilo de historia en el corazón de Málaga, siga tejiendo nuevos capítulos.