Grupo de pintarrojas sobre fondos de un monte submarino de Alborán.

Grupo de pintarrojas sobre fondos de un monte submarino de Alborán. IEO-CSIC

Málaga

Comer pintarroja, un riesgo para la salud: investigadores de Málaga detectan altos niveles de mercurio en el tiburón

Este animal mide 70 centímetros de longitud y se encuentra en el mar Mediterráneo y en la zona del Atlántico oriental desde Noruega hasta Senegal.

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El consumo de la pintarroja, un pequeño tiburón que vive en aguas profundas y es muy común en el mar Mediterráneo, puede poner en riesgo la salud de aquellos que lo ingieren debido a su alta concentración de mercurio.

Así lo ha descubierto una nueva investigación liderada por personal del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) y del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC). En su trabajo han detectado grandes cantidades de mercurio en el músculo de este tiburón.

La pintarroja es un tiburón pequeño, alargado y delgado que puede llegar a medir unos 70 centímetros de longitud. Habitualmente se encuentra en el mar Mediterráneo y en la zona del Atlántico oriental desde Noruega hasta Senegal.

Durante esta investigación, los investigadores han identificado los principales factores biológicos, ambientales y antrópicos que determinan la presencia de este contaminante en este depredador considerado especie centinela de contaminación marina.

Para lograrlo, han analizado el papel de variables biológicas como el tamaño de los individuos, y otras variables antrópicas como la proximidad a grandes núcleos urbanos o el impacto de la pesca en las concentraciones de mercurio total.

En cuanto a los resultados, destacan que mostraron concentraciones más elevadas de mercurio en las pintarrojas de mayor tamaño y aquellos presentes en la zona norte del área muestreada, que coincide con la costa catalana.

Los resultados absolutos de la presencia de mercurio son similares a otros estudios realizados con este tiburón que muestran que los valores en la cuenca mediterránea son más elevados que en el Atlántico.

Además, se evaluó el riesgo potencial para la salud humana en función de diferentes niveles de consumo, evidenciando que en escenarios de consumo moderado a alto se superan los umbrales de seguridad establecidos por las autoridades sanitarias.

Entre las conclusiones de los investigadores se encuentra la necesidad urgente de incorporar valores específicos de consumo por especie en las evaluaciones de riesgo alimentario, así como de seguir investigando los procesos de biomagnificación en las cadenas tróficas marinas, especialmente en el contexto del cambio global y la creciente presión antrópica sobre los ecosistemas marinos.

En este sentido, Elena Lloret, investigadora del ICM-CSIC y primera autora del estudio, ha asegurado que “este estudio muestra que el consumo regular de pintarroja podría implicar riesgos sanitarios, especialmente en determinadas regiones donde su consumo es más habitual. Pero se necesitan valores de consumo más específicos para tener resultados más precisos”.

Por su parte, Joan Giménez, investigador del Centro Oceanográfico de Málaga del IEO-CSIC, ha destacado que “el estudio no solo contribuye a entender los patrones espaciales y ecológicos de acumulación de contaminantes en depredadores marinos, sino que también proporciona evidencias de cómo esta especie de tiburón puede servir como especie bioindicadora de la presencia de contaminantes en los ecosistemas marinos de profundidad”.

“Este estudio se enmarca en el esfuerzo conjunto del ICM-CSIC y el IEO-CSIC por mejorar el conocimiento sobre la contaminación marina y su impacto tanto en la fauna como en la salud humana, y refuerza el papel de la ciencia marina y la colaboración entre instituciones en el diseño de estrategias de gestión y conservación más efectivas”, ha subrayado Marta Coll, investigadora del ICM-CSIC y coautora del trabajo.