Un montaje de la familia, con la foto de perfil del joven detenido y el mensaje.

Un montaje de la familia, con la foto de perfil del joven detenido y el mensaje.

Málaga

Así es el joven detenido en Málaga por amenazar de muerte a Morata y su familia: "Un chaval sin antecedentes"

El inspector Román, jefe de la Sección de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional de Málaga, explica cómo fue el proceso del arresto.

Más información: Detenido en Málaga un joven de 19 años por amenazar de muerte a Álvaro Morata y a su familia

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Ni un psicópata, ni un obsesionado con Morata. La persona que ha sido detenida por amenazar al futbolista y a toda su familia es un joven malagueño de 19 años, un chaval normal, sin antecedentes, que utilizó su teléfono móvil para hacerse el valiente después de que Morata fallara el penalti de la final de la Nations League.

Así lo ha confirmado el inspector Andrés Román, jefe de la Sección de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional de Málaga, a EL ESPAÑOL de Málaga."No deja de ser un chaval, pero es paradigmático de una realidad social: la sensación de impunidad que hay en internet", expresa.

Román explica que muchos de los delitos en la red no los cometen criminales profesionales, sino personas normales que, en el entorno digital, se transforman. "Se pierde el filtro, se pierde la empatía. No ves a la persona que está al otro lado y piensas: ‘Aquí mando yo’, o ‘no me van a pillar’", resume.

Según relata el inspector, el joven jugó con una torpeza abismal, ya que utilizó su propio perfil para amenazar a la familia del jugador. En concreto, el mensaje que dejó en la bandeja de la influencer Alice Campello, pareja sentimental de Morata, fue el siguiente: "Voy a matar a tu marido como lo vea por la calle, que empiece a vigilar por dónde anda. No lo voy a dejar ni un solo momento solo, a los niños igual. Los voy a matar con mis propias manos, espero que no sobreviva nadie".

"Se le fue de las manos; encima vino a presentar una denuncia falsa diciendo que le habían robado la cuenta y que no sabían qué habían hecho en su cuenta. Pero las mentiras tienen las patas muy cortas", dice Román con ironía. El joven, al ver que Alice expuso su perfil en una captura compartida en stories, vio venir que podía tener problemas y acudió a Comisaría apenas dos días después con esa versión.

La policía, que ya ciberpatrullaba en la red tras detectar la alarma social generada por los mensajes, fue alertada por la oficina de denuncias. "Nos llamaron y dijeron: ‘Oye, que este chico está aquí, que le han quitado la cuenta’", recuerda. Y así fue como lo reconocieron. Tiraron del hilo y acabaron deteniéndole por un delito de amenazas.

Asegura que no hizo falta una gran investigación tecnológica. "Fue más ADN policial que ciberdelincuencial. Accedimos con garantías a su móvil y confirmamos que era el autor". Según Román, este tipo de delincuentes son amateurs. "Incluso los que saben de informática no son profesionales. El profesional roba dinero. No se dedica a amenazar, a menos que sea por encargo".

Para él, hay una clave que lo explica todo: la emoción que les lleva a cometer estas meteduras de pata. "Las pasiones fundamentan mucha de la victimización en ciberdelincuencia. La gente se deja llevar por la ira, el miedo, el deseo de venganza. Y ahí es donde se meten en líos. En el caso de este joven, un enfado muy grande por el hecho de que este hombre fallara el penalti".

Internet ha dado voz a todos, y eso tiene un lado oscuro. "Las redes sociales han democratizado el insulto y la amenaza. Lo que antes quedaba en una discusión entre cuñados ahora tiene proyección global", advierte. Y lo más peligroso: la percepción de que todo se queda en un "mensajito" que se lanza y se olvida. "Pero tiene consecuencias. Y a veces más graves que en el mundo físico, porque se hace viral", asevera.

Sobre las penas, el inspector asegura que todo depende de los jueces, pero reconoce que el trabajo de la Policía Nacional de perseguir los hechos, está hecho. "Ya todo depende de los jueces. Ellos valoran la intencionalidad, si hubo dolo. Yo no sé si habrá condena, pero la pena de banquillo, esa la ha pagado ya", dice. El joven, al ver que no tenía coartada, llegó a ponerse a llorar y a pedir perdón.

"Hay que dejar claro que todos dejamos una huella digital", repite varias veces durante la conversación. E insiste en que el anonimato no existe. "Internet no es un espacio sin ley. No hay delitos perfectos. Puede haber ciberdelitos casi perfectos, pero ciberdelincuentes perfectos no. Siempre se comete un error, y ahí entramos nosotros".

Mientras tanto, el joven que escribió a Morata y su familia que los iba a matar desde su móvil, y que intentó escabullirse con una denuncia falsa, ha aprendido por las malas que la pantalla no protege de la ley y que nadie está por encima de nadie al otro lado del teléfono. Como concluye Román: "Es fácil hacer daño por internet. Pero también es fácil que te pillen".