Enrique Menéndez en su nuevo restaurante, Memories, dentro del Palacio de Liria. El Español
El imperio que construyó el abuelo Ángel y ha heredado Enrique: su último restaurante está dentro de un palacio
El nuevo Memories abre en las antiguas caballerizas del Palacio de Liria, con una propuesta de "cocina mediterránea sencilla", música, DJ y cócteles.
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Enrique Menéndez, tercera generación de hosteleros madrileños, tiene una biografía que se explica mejor entre fogones: "Yo me he criado sentado en una cocina", cuenta a este diario.
Y es que, esta frase resume una historia familiar que arranca mucho antes de que Memories —su nuevo restaurante— abriera sus puertas en las antiguas caballerizas del Palacio de Liria, en plena calle Princesa.
Todo empezó con un abuelo huérfano llegado a Madrid desde Ávila, sigue con bares de barrio, mesones y tabernas clásicas, y desemboca ahora en un proyecto que mira al arte, a la noche y a la experiencia sin romper con lo tradicional.
Salón de Memories. El Español
Menéndez es la tercera generación al frente de un legado hostelero que comenzó en 1965, cuando su abuelo Ángel Mories y su tío abuelo Ángel Andrés abrieron La Forja, el germen de lo que hoy es Casa Mories.
"Mi abuelo llegó a Madrid con ocho o nueve años. Se buscó la vida desde niño y trabajó siempre en hostelería", recuerda Enrique. Esa ética del trabajo marcó a toda la familia.
También a su madre, Elisa Lucía Mories, que sigue hoy implicada en la gestión. "Sigue trabajando, aunque mi hermana, Ángela Menéndez, y yo somos los que estamos más encima", cuenta.
Mientras, su hermano mayor decidió apartarse del negocio ("Criarte dentro de un restaurante hace que lo aborrezcas o lo ames. Él no quiere saber nada", admite sin dramatismo). Enrique hizo justo lo contrario.
Enrique Menéndez, director de Memories. El Español
Desde adolescente Enrique ha estado ayudando en el restaurante familiar: subiendo fruta de la cámara, sirviendo en sala, montando postres... y nunca se fue. "Siempre he visto a mi abuelo como un gran referente en mi vida. Yo siempre he tenido la ilusión de tener un restaurante… y un hotel", confiesa.
Hoy dirige Casa Mories, Taberna Sabina y ahora, Memories. Su papel, explica, es tan poco romántico como esencial: "Mi trabajo es llenarlos". Y hacerlo en Madrid no es fácil: "Hay muchísima competencia, grupos muy grandes... No buscamos una cocina muy elaborada, pero sí un producto muy bueno, un local bonito y un buen servicio. Esos son los tres pilares".
Vajilla de Memories. El Español
Memories llegó casi por casualidad. "Me cayó del cielo", dice. Un local que llevaba años perdiendo fuelle, víctima de las modas y del desgaste, en un emplazamiento único: las antiguas caballerizas del Palacio de Liria, con acceso independiente, dos grandes salones y una cocina visible.
"Cuando cogimos el local, tenía el techo lleno de cuadros colgados boca abajo, réplicas de artistas muy famosos. Como soy bastante apasionado del arte, nos pareció curioso y decidimos llevarlo más allá", explica.
Enrique Menéndez con los cuadros de Memories colgados del techo. El Español
Menéndez imagina poder organizar en un futuro subastas de arte vinculadas a la cocina, vajillas creadas por artistas, incluso la posibilidad de "llevarte un plato enmarcado como pieza de decoración".
El interiorismo lleva la firma de José Arroyo, su primer proyecto en Madrid. Y en los reservados aparece la intervención del artista Maseda, con un collage que convierte la experiencia en algo literal: "Es como sentarte a comer dentro de un cuadro", valora el director del nuevo restaurante.
Salón del restaurante. El Español
En la mesa, Memories propone una "cocina mediterránea sencilla", basada en el producto, con guiños contemporáneos: ensaladilla rusa —el plato más pedido en sus tres restaurantes— reinterpretada con tartar de carabinero y caviar, tiradito de atún, ceviches, alcachofas confitadas o carrillera de ternera en canelón. El ticket medio está en torno a los 70 euros por comensal.
Pero Memories también es noche. Música, DJ, cócteles y la posibilidad de alargar la velada hasta las dos de la mañana. "Queríamos un sitio donde poder cenar y luego tomarte una copa", explica.
Enrique Menéndez en los salones de su último restaurante. El Español
Abierto desde finales de octubre, Enrique ha preferido crecer despacio: "No hemos querido correr, para dar buen servicio, y la acogida está siendo buena". Quizá porque, como su abuelo, Enrique entiende la hostelería como una carrera de fondo que debe mantener la esencia de Casa Mories dentro de su último proyecto, Me(mories).