Pilar Montero, autora de la novela gráfica 'La hija del escrutador', en los bajos comerciales en el barrio de Vallecas.

Pilar Montero, autora de la novela gráfica 'La hija del escrutador', en los bajos comerciales en el barrio de Vallecas. Sara Fernández

Ocio

Pilar Montero, la jubilada con una tesis en refranes que retrata el Vallecas de los 60 en un cómic: "Está muy degradado"

La hija del escrutador es su segunda obra, una novela gráfica que trata la vida en el barrio durante el franquismo y recorre sus sitios más icónicos.

Más información: El escritor que revive el barrio de Madrid que se independizó y se proclamó reino: "Fidel Castro los recibió como jefes de Estado"

Publicada
Actualizada

Las claves

Pilar Montero, exdirectora de instituto y jubilada, publica una novela gráfica que retrata su infancia en el Vallecas de los años 60.

La obra, titulada 'La hija del escrutador', es un homenaje a su padre, que trabajó en cuatro empleos y fue figura central de su familia.

El cómic narra la vida cotidiana, los lugares emblemáticos y los grandes cambios del barrio, destacando la transformación de Vallecas a lo largo de las décadas.

Pilar documentó minuciosamente sus recuerdos para plasmar con rigor la memoria colectiva y personal de una época marcada por el franquismo y la vida de barrio.

Al llegar a una de las calles de la Colonia del Perpetuo Socorro, en el barrio de Palomeras Bajas, en Vallecas, Pilar Montero se detiene. Es un callejón de suelo de hormigón en medio de dos edificios de pisos de los años 50. "En este patio jugaba de pequeña. Antes era de tierra. Desde ese balcón se asomaba mi madre para tirarme la lima" -un juguete "que ahora estaría prohibido", según dice ella-.

Era su casa, la que abre su última novela: La hija del escrutador. Ya han pasado unas seis décadas de eso. Ahora Pilar está jubilada, aunque sigue viviendo en el mismo barrio que la vio crecer.

Pero para Pilar Montero jubilarse no ha sido el fin de nada, sino el comienzo de algo. Dejó de dedicarse a dirigir un instituto para escribir sobre las experiencias de su vida. De hecho, ya son dos los libros que publica.

El primero, precisamente, sobre su etapa como docente, dirigiendo un centro de Educación Secundaria de Vallecas (¡Está ardiendo una papelera!). Una autobiografía novelada y editada por Planeta en 2015.

Ahora, una década después, a sus 67 años, se ha lanzado a sacar con Círculo Rojo su primera novela gráfica. Algo así como un cómic en el que echa la vista más atrás, a su infancia. Unos tiernos años que la autora recuerda con nostalgia mientras recorre junto a Madrid Total, el barrio donde ha vivido toda la vida.

Y es que Vallecas ha calado tanto en Pilar que su nueva obra sirve como una suerte de ruta para conocer la zona en los años 60. En él salen los puntos más emblemáticos para ella y cualquiera que tuviera su edad -unos seis años- en esa época.

"Montones de lectores, de aquí del barrio, que ahora tienen entre 60 y 70 años, me dicen 'aunque mi padre no tuvo ni cuatro trabajos ni cuatro hijos, es que me has contado mi infancia'", cuenta.

El pequeño patio donde jugaba Pilar Montero frente a su casa, representado también en la novela.

El pequeño patio donde jugaba Pilar Montero frente a su casa, representado también en la novela. Sara Fernández

Y es que este libro es un homenaje a su padre, Felipe Montero. Un hombre que llegó a Madrid con 12 años, "solo, sin estudios ni formación" para trabajar en una vaquería. Tras la Guerra Civil acabó en un campo de concentración y unos años después se casó con Mercedes, a la que conoció en una corrida de toros en un pueblo de Segovia.

Pilar es la pequeña de los cuatro hijos que tuvieron. "Me llamaban la benjamina. Mi hermano me lleva 12 años". Y para mantenerlos a todos ellos llegó a desempeñar cuatro trabajos a la vez: ordenanza en el Ministerio de Hacienda por las mañanas, tesorero en una mutualidad de subalternos por las tardes, escrutador de quinielas las noches del domingo y acomodador en el Palacio de los Deportes los fines de semana. "Era un hombre hecho a sí mismo y autodidacta".

Un viaje en el tiempo por Vallecas

"Vallecas ya no es lo que era. Está muy degradado; ha cambiado mucho", dice la autora mientras recorre el barrio que la ha visto crecer y el cual ha visto transformarse a lo largo de las décadas. Sin embargo, todavía hay lugares que han perdurado, ya sea de una forma u otra.

Así, se para a la salida de la actual estación de Metro Buenos Aires. Frente a él, situado en la Avenida de la Albufera -eje central de este recorrido-, hay uno de esos lugares que a Pilar le trasladan a otros tiempos: el Parque Azorín. Un sitio que representa en el libro como zona de encuentro con Pepito (en realidad, Paquito), su vecino y amigo que murió de leucemia. "Me acuerdo cuando lo inauguraron (en el 1966). Yo tendría unos ocho años. Fue toda una noticia. Vinieron autoridades militares... Tenía hasta juegos infantiles, que no sabíamos ni lo que era eso. Un lujo".

La Colonia del Perpetuo Socorro en Vallecas.

La Colonia del Perpetuo Socorro en Vallecas. Sara Fernández

Frente a este, al otro lado de la vía, ahora hay edificios de viviendas. Pero en esos años había unas cuevas. "Vivían los gitanos y nos sentábamos mirando hacia aquellos agujeros porque veíamos salir y entrar gente y nos parecía muy curioso".

Bajando un poco más hay otro de los puntos emblemáticos del distrito: el estadio del Rayo Vallecano. Icono del barrio, Pilar veía las multitudes que se formaban en los partidos desde uno de los balcones de su casa.

Y es que justo al lado comienza la colonia a la que pertenecía el piso donde vivía con su familia. "Había unas mil viviendas, casi todas de familias numerosas, así que seríamos como 5.000 personas". Allí se encontraba su colegio, el cine, la iglesia o la comisaría. "Parece nuevo, pero en los años 60 ya existía la ciudad de los 15 minutos. No teníamos que salir para nada, porque lo teníamos todo en el barrio".

También los comercios donde su madre le mandaba a comprar barras de hielo para la nevera, que no tenía electricidad. "Había mercería, droguería, panadería, frutería...". Ahora, recorriendo la calle, casi todas las tiendas son bazares o locutorios.

Madrid Total durante la entrevista a Pilar Montero al lado del Estadio del Rayo Vallecano.

Madrid Total durante la entrevista a Pilar Montero al lado del Estadio del Rayo Vallecano. Sara Fernández

Escondida entre los edificios hay una pequeña plazoleta: la plaza del Corpus Barga. La preside la Iglesia de San Francisco. La escritora se para en medio de aquel tranquilo espacio lleno de bancos y árboles. "Aquí veníamos con el velo (una telilla negra) para la misa".

En el libro sale ilustrada prácticamente igual que ahora. Y es que Pilar no solo se basó en su experiencia para recrear Vallecas, que casi es un personaje más de la novela. "He querido confirmar que todo lo que yo recordaba era verdad. Así que me documenté en los archivos y gráficamente". Unas fotografías que recopiló, junto con objetos de antaño que guardaba de su madre, para hacer los detalles con precisión y minucia.

Así, se enteró de que el colegio donde había estudiado, con fachadas tan impresionantes que parecía una catedral, ya no existía. "Lo derribaron porque se estaba cayendo y me enteré de que había otro colegio del mismo nombre, Ave María, un poco más allá. Parece ser que fue donde lo trasladaron".

Pilar continúa bajando la avenida, hasta Nueva Numancia. Un cartel enorme ocupa toda la fachada de un edificio: 'Holiday Gym'. "Esto era el cine Excelsior. Íbamos muchísimo. Tampoco teníamos mucho más para divertirnos". Ahora convertido en un gimnasio, es otro de los lugares que más recuerda de su niñez. "Es una pena", añade, lamentando el gran cambio.

La Iglesia de San Francisco en la plazuela.

La Iglesia de San Francisco en la plazuela. Sara Fernández

En contraposición, están la Biblioteca Pública y el Mercado de Puente de Vallecas, los cuales siguen en pie y cumpliendo su función desde su inauguración, uno en los años 30 y el otro en el 1950. Cuenta que este último "antes era una estación de tren de yeso".

A la primera, los niños acudían a hacer los deberes. Ahora la escritora cierra el círculo, pues fue el primer sitio donde presentó su obra. "Fui con el sombrero de mi padre. Me hizo mucha ilusión. Para mí es muy importante".

Para terminar su ruta, Pilar hace su última parada frente a la Parroquia de San Ramón Nonato, inaugurada en 1910. No es impresionante; no tiene grandes decoraciones imponentes, pero su papel en la memoria de los vallecanos lo compensa.

"A pesar de tener cuatro trabajos, aquí venía mi padre a hacer la adoración nocturna". Es decir, a cubrir los turnos para que hubiera alguien velando las 24 horas en la capilla. "Le dieron la insignia de veterano constante".

El proceso de la obra

"La idea que quería transmitir con el libro era contar cómo era la vida en Madrid en los 60: bajo el franquismo y bastante gris", cuenta la autora. ¿Por qué explicarla a través de una novela gráfica? "Nunca me ha gustado aprenderme la historia de memoria, pero encontré este tipo de libros y he aprendido un montón con ellos. Creo que con historias particulares se puede conocer mucho de un país".

Fue un trabajo muy exhaustivo, pues quería que fuera "exactamente" como ella lo tenía planeado. "Ha sido muy largo. Primero estuve un año documentándome y haciendo el guion. Y luego otro prácticamente para buscar ilustrador".

El ahora Holiday Gym que antes era el cine Excelsior.

El ahora Holiday Gym que antes era el cine Excelsior. Sara Fernández

"Pensé en dibujarlo yo, que sé hacerlo bastante bien, pero requería de unas técnicas digitales que no sé hacer". Y así encontró a quien finalmente le pondría a rostro a sus memorias: Isis A. "El siguiente año trabajando con ella, corrigiéndole algunas cosas para que no hubiera nada anacrónico...".

Con el título no solo quería hacer un homenaje a su padre, también a esa "profesión desconocida" que ya ha desaparecido del todo. Los escrutadores se encargaban de repasar a mano todas las quinielas.

El Mercado de Puente de Vallecas.

El Mercado de Puente de Vallecas. Sara Fernández

"Ya hice mi tesis sobre refranes por mi madre, que usaba muchos. Y el próximo libro que escribiré tenía pensado que fuera sobre mi hermano. Me faltaba este para mi padre".

Felipe, con su esfuerzo laboral, consiguió una casa más grande en Carabanchel (en la Avenida del Manzanares). "En la de Vallecas yo dormía con mi hermana en la misma cama, porque éramos tres en una habitación. La cocina era de leña y no había calefacción. Me acuerdo de que nos metían una bolsa de agua caliente o un ladrillo envuelto en periódicos. La ducha era como una pila...".

En Marqués de Vadillo tenía su propia habitación, calefacción central, portero... Sin embargo, tiempo después, acabaron otra vez en la misma vivienda de siempre. Una vez terminó sus estudios, Pilar acabó comprándose su casa también en el barrio vallecano. "Cuando fuimos a Avenida del Manzanares tenía nueve años. Me separaron de mis amigos. Siempre me sentí allí fuera de lugar".

Y con estas palabras la hija del escrutador termina su ruta por el barrio de Palomeras Bajas. El barrio ya no es el mismo, pero algunos espacios -una plaza, una iglesia, un parque...- siguen funcionando como anclas de su memoria.