El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados, a 19 de noviembre de 2025, en Madrid (España)

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante una sesión de control al Gobierno, en el Congreso de los Diputados, a 19 de noviembre de 2025, en Madrid (España)

Opinión

Un techo de gasto coherente con el “presupuesto paralelo”

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La vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha presentado una propuesta de techo de gasto no financiero poco sorprendente. Es más, hasta se podría decir que es comedida teniendo en cuenta la evolución de la ejecución presupuestaria de los últimos meses.

Con una previsión de crecimiento del PIB real para 2026, siete décimas menor al que previsiblemente será el cierre de 2025 (+2,2% vs. +2,9%) y una bajada de más de un punto para el PIB nominal (+5,5% en 2025 y +4,3% en 2026) el techo de gasto no financiero aumentará menos que proporcionalmente.

Todo esto no sería posible sin una recaudación fiscal que sigue aumentando a ritmo de dos dígitos. Según la última ejecución presupuestaria correspondiente a los nueve primeros meses de 2025, la recaudación neta de impuestos directos y cotizaciones está aumentando un 19,3% interanual, mientras que la recaudación por impuestos indirectos sube un 22,4% también en términos interanuales.

En total, los ingresos no financieros están disparados un 12,7% en el período enero-septiembre de este año frente al mismo período del año pasado.

Estos ingresos, junto a las modificaciones incesantes de los capítulos de gasto, ha generado un presupuesto paralelo” cuyo tamaño total ya asciende a 44.887 millones de euros hasta septiembre. Si se computan solo los gastos no financieros, el techo de gasto paraleloha aumentado en 26.453 millones de euros respecto a lo presupuestado frente a los 16.600 millones que prevé aumentar el techo de gasto en 2026 con respecto a 2025.

Que la deuda pública siga estando por encima del 100% del PIB es señal de que la deuda sigue sin estar embridada de verdad

Teniendo en cuenta que falta por saber qué ha pasado en octubre, lo que está pasando en noviembre y lo que ocurrirá en diciembre, podríamos estar hablando de un incremento total del gasto por encima de lo presupuestado en más de 50.000 millones de euros.

La imposibilidad de aprobar unos nuevos Presupuestos Generales del Estado para 2026, y de camino directo a la tercera prórroga presupuestaria consecutiva de una Ley fundamental que fue aprobada por un Legislativo y aplicada por un Ejecutivo que ambos ya no existen, lleva a encomendarse a un crecimiento permanente y por encima de las expectativas de la recaudación fiscal. Incluso los fondos europeos ya no son garantía de aportar más recursos extra.

Precisamente por eso el ministro de Economía plantea hacer una nueva adenda. Los plazos se agotan, las inversiones no están ejecutadas y buena parte de esta financiación se está destinando a gasto corriente aunque esté disfrazado de transferencias de capital

La coyuntura fiscal para este Gobierno Sánchez-Díaz es tan favorable que difícilmente podrá repetirse en un futuro semejante bonanza, fruto de un considerable esfuerzo fiscal de las familias, las empresas, más de 2 millones de habitantes (que ascenderán hasta un total de población de 50 millones en 2026 según las últimas previsiones) y la “progresividad en frío” o, dicho de otra manera, cobrar a los contribuyentes más impuestos de los que les corresponde pagar por culpa de la inflación acumulada que no ha sido ajustada ni de bases ni de tipos ni tampoco de reducciones y deducciones.

Precisamente por ello, no es aceptable celebrar como un éxito que el país pueda registrar de nuevo superávit primario (saldo presupuestario descontando los intereses de la deuda) cuando ya deberíamos, por lo menos, estar generando superávit público igual que en 2007.

Igualmente, que la deuda pública siga estando por encima del 100% del PIB es señal de que la deuda sigue sin estar embridada de verdad y nuestra consolidación fiscal es íntegramente vía ingresos coyunturales, mientras que del gasto crece de forma estructural.

La actualización de las previsiones de otoño de la Comisión Europea lo muestran con claridad. España sigue teniendo un déficit estructural previsto del 3,2% al cierre de este año y mejoraría cuatro décimas en 2026. Junto con Italia y por detrás de Francia seguimos teniendo un desequilibrio independiente del ciclo que sigue siendo relevante.

*** Javier Santacruz es economista.