“Everybody’s smokin' in the boys’ room ‘cause everybody knows that smokin' ain't allowed in school” Mötley Crüe.
En España nos hemos acostumbrado a un gobierno que legisla desde la prohibición y con posiciones ideológicas que, en el caso de Mónica García en Sanidad, llegan a niveles de sectarismo extremo.
Nos hemos acostumbrado a que el Gobierno lance leyes y regulaciones con títulos aparentemente benignos y luego esconden la nada o son directamente contraproducentes.
María Blanco escribió un maravilloso libro que se titula “Votasteis gestos, tenéis gestos” en el que explica que la acción de Gobierno se caracteriza por el imperio de los gestos sin sustancia. Un ejemplo evidente es el escándalo de las pulseras. Otro, el de la reforma de la ley antitabaco.
La nueva normativa, aprobada en borrador por el Gobierno español el 9 de septiembre de 2025, prohibirá fumar y vapear en playas, terrazas de bares y restaurantes, paradas de autobús, estadios, parques infantiles, recintos deportivos y hasta campus universitarios. También incluye cigarrillos electrónicos, shishas, productos de tabaco calentado y mezclas herbales.
Esta ley nos recuerda que las prohibiciones fomentan la actividad ilegal y la economía sumergida
Como la canción de Brownville Station popularizada por Mötley Crüe, esta ley nos recuerda que las prohibiciones fomentan la actividad ilegal y la economía sumergida.
La reacción negativa ha sido generalizada. La patronal de Hostelería de España ha calificado la ley como "desproporcionada" y un ataque directo al sector. Critican especialmente la prohibición de fumar en terrazas, un espacio clave para la vida social y económica del país.
No solo se teme un impacto negativo en el empleo, la competitividad turística y la experiencia del cliente, sino que España se convertiría en una excepción en Europa, ya que otros países como Francia permiten fumar en terrazas. La revista Metro se hacía eco de la noticia y titulaba “los turistas amenazan con irse a otro sitio por las nuevas leyes antitabaco españolas”.
The Independent afirmaba que España está a punto de aprobar una de las leyes más estrictas de Europa en cuanto a fumar y vapear en espacios públicos exteriores, lo que ha generado malestar entre turistas británicos, que amenazan con dejar de viajar al país.
La Unión de Estanqueros de España rechaza la equiparación de todos los productos relacionados con el tabaco (como vapeadores o tabaco calentado) al tabaco tradicional. Consideran que esto ignora la evidencia sobre la reducción de daños de los nuevos dispositivos y puede tener un efecto contrario al deseado.
La ley no soluciona el acceso de menores a los vapeadores y puede incluso doblar el número de menores vapeando
También critican que no se limite la venta de estos productos a estancos y tiendas especializadas, lo que, según ellos, fomenta la venta indiscriminada y perjudica a los pequeños negocios.
El presidente de la Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV) afirma que la ley es “la guinda del pastel de un conjunto de medidas de destrucción masiva que harán de España el mayor mercado negro de Europa para los productos del vapeo” y “vaticina que “España se convertirá en el mayor mercado negro de Europa”.
La ley no soluciona el acceso de menores a los vapeadores y puede incluso doblar el número de menores vapeando, ignora las propuestas del sector para controlar el mercado y proteger a los menores y, como siempre, la prohibición y la falta de regulación adecuada solo fomentarán la venta ilegal y la entrada de productos de dudosa seguridad.
La ley, además, prohíbe fumar en vehículos de transporte profesional, incluidos camiones, incluso si el conductor viaja solo. Asociaciones como la Confederación Española de Transporte de Mercancías, CETM, y Fenadismer consideran la medida "desproporcionada" y "discriminatoria".
España ya cuenta con una regulación avanzada y no es necesario endurecerla más. Por otro lado, la equiparación de productos de combustión y sin combustión frena la innovación y la transición hacia productos de menor riesgo para la salud.
El anteproyecto mete en el mismo saco el tabaco y los demás productos de nicotina sin combustión
Si lo que defendemos es la salud pública y la protección a los menores, la solución nunca es la prohibición y el exceso regulatorio indiscriminado, que esconde una visión maniquea y sectaria de las empresas y siempre perjudica a los que finge proteger. La prohibición siempre lleva a más economía sumergida y productos de mala calidad.
El anteproyecto mete en el mismo saco el tabaco y los demás productos de nicotina sin combustión, cuando la evidencia científica reconoce que son productos diferentes, con riesgos distintos. Equipararlos es injusto y contraproducente y va contra lo que están haciendo otros países europeos, que apuestan por regular de forma diferenciada.
Por supuesto, la hostelería vuelve a ser la gran perjudicada. Después de las enormes subidas de impuestos y costes, ahora se le impone una prohibición más que puede afectar gravemente a su facturación, al empleo y al turismo.
Esta es una ley que no persigue beneficiar sino castigar a millones de adultos responsables, demonizar la hostelería y, lo más grave, ignora el verdadero problema que tenemos hoy en las calles y en las escuelas.
Mientras el Gobierno quiere prohibir fumar o vapear en terrazas al aire libre, donde no se molesta a nadie, mira hacia otro lado ante la venta sin control de vapeadores a menores de edad.
Se están vendiendo en bazares, en tiendas no autorizadas, incluso en redes sociales, sin control de edad, sin trazabilidad y sin ninguna garantía sanitaria. Eso es lo que de verdad debería estar regulando y controlando el Ministerio. No el cigarro de un adulto en una terraza.
Si queremos una política de salud seria, las leyes deben estar basadas en la evidencia, el diálogo y sentido común, no en prohibiciones absurdas generalizadas, imponiendo medidas ideológicas que castigan a todos por igual y perjudican a los que afirman proteger.
La extrema izquierda siempre acude a la prohibición y la imposición, y solo consigue empeorar las condiciones para todos.