De la competición a la colaboración: desmontando el alarmismo económico

De la competición a la colaboración: desmontando el alarmismo económico

Opinión

De la competición a la colaboración: desmontando el alarmismo económico

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Desde la irrupción de ChatGPT, en noviembre de 2022, no dejamos de recibir informes y previsiones que alertan sobre la gran cantidad de puestos de trabajo que va a eliminar la inteligencia artificial. Y esto, como es lógico, genera cierto rechazo entre la población. Más de un 75% de los españoles, según el CIS, siente al menos recelo hacia esta tecnología.

Sin embargo, casi tres años después, los esperados recortes no se están produciendo. Con las cifras en la mano, vemos que hasta los sectores potencialmente más afectados, como la enseñanza o las tecnologías de la información, siguen aumentando sus ofertas de trabajo, si bien lo hacen a un ritmo más lento que otros sectores.

En 2024 se ha generado empleo en todo el mundo desarrollado, a pesar de los temores de quienes ven en la IA un universo distópico.

Y se ha multiplicado la productividad. Hasta por cinco en los sectores más expuestos a la inteligencia artificial, según un informe global de PwC. El 61% de los inversores cree que la adopción acelerada de la IA es muy importante para generar valor, el 46% de los CEO afirma que aumentará la rentabilidad y el 41% los ingresos.

Las cifras pueden variar de un estudio a otro, pero no dejan margen a la duda. El mundo empresarial está firmemente convencido del valor de la inteligencia artificial. España es líder en la adopción de IA agentiva entre grandes empresas, o en el desarrollo de robótica móvil.

La IA es el comienzo de una nueva era en la que los trabajadores van a ser más productivos y más valiosos que nunca

Buena parte de la población abraza con gusto el cambio que supone la llegada de esta tecnología disruptiva.

Y razones no les faltan para ello. Se calcula una prima salarial del 25% para aquellos trabajadores que muestren capacidades en IA. Y esto puede traducirse de muchas formas: más dinero, más tiempo libre o mayor capacidad de la sociedad para cubrir la escasez crónica de mano de obra en determinados sectores 

Muchos de los que predicen que la IA provocará un fuerte descenso en el número total de puestos de trabajo se están haciendo la pregunta equivocada. Miran hacia atrás y se preguntan en qué casos la IA puede realizar algunas tareas de la misma manera que las personas las han realizado en el pasado. La respuesta es sí.

Pero la pregunta correcta es la siguiente: ¿cómo nos permitirá la IA hacer cosas totalmente nuevas, creando nuevos modelos de negocio y nuevas funciones para los empleados?

Lejos de anunciar el fin de los empleos, la IA es el comienzo de una nueva era en la que los trabajadores van a ser más productivos y más valiosos que nunca.

Y sobre todo, que no se nos olvide transmitirlo, van a sacar grandes beneficios de ello.

El gran desafío: integrar la IA

No se trata de negar que la IA plantea desafíos. También existen barreras regulatorias y de adopción en las administraciones. Pero puede ser una solución a muchos de nuestros problemas.

El economista Tyler Cowen, catedrático de la Universidad George Mason y una de las voces más influyentes en el debate sobre IA y crecimiento, apunta una de las más frecuentemente ignoradas, el aumento de la productividad del capital. 

Herramientas como la IA permiten que una misma inversión de capital (por ejemplo, en software o equipos) genere más resultados. En contextos de presión presupuestaria (como muchas ciudades o gobiernos), la IA puede ser una solución para multiplicar los servicios utilizando los mismos recursos.

Es el caso, por ejemplo, de la localidad francesa de Antibes, que recientemente ha implantado un programa de IA para transformar la urbe, que cuadriplica su población en verano, en una ciudad inteligente.

No ha eliminado puestos de trabajo para seguir ofreciendo lo mismo, sino que ha empleado la IA para dar más servicios con los mismos recursos. 

La historia económica nos muestra que las grandes innovaciones tecnológicas tardan en desplegar todo su potencial

El debate sobre la IA no puede reducirse a un modelo económico con variables recortadas. Tampoco debería limitarse a titulares alarmistas que, sin contexto, generan más miedo que comprensión.

La historia económica nos muestra que las grandes innovaciones tecnológicas tardan en desplegar todo su potencial. La IA no es una excepción.

Pero sus beneficios, si se acompañan con inversión, formación y reformas inteligentes, podrían ser tanto o más transformadores como los del motor, la electrificación o internet.

La pregunta no es si la IA destruirá empleos, sino si seremos capaces de crear una economía y una sociedad que la integren con ambición y equidad. El futuro no está escrito por los algoritmos, sino por las decisiones que tomemos hoy.

*** Alicia Richart es directora general de Afiniti para España y Portugal.