En los últimos días se ha producido un terremoto mediático cuyo epicentro ha sido un saludo de Elon Musk levantando el brazo. ¿Ha hecho el saludo nazi para demostrar que hace lo que le da la gana, aunque no sea nazi? ¿Mandaba su corazón al pueblo como expresó en palabras después? ¿Es nazi Elon Musk?
No percibo racismo, eugenismo, o anti-racionalismo en sus palabras ni en sus actos. La ideología nazi, desde sus orígenes hasta ahora, se caracteriza por eso y por ser partidarios del uso de la violencia. También estaban en contra del comunismo, la democracia liberal y la herencia de la Ilustración ¿Es Musk nacionalista o simplemente confronta al Partido Demócrata?
Para algunas personas es simplemente un provocador que sólo quiere “épater le bourgeois”, es decir, escandalizar, en este caso a la izquierda del partido demócrata que le llevan dedicando ese calificativo a cualquiera que se sale de sus premisas desde hace demasiado tiempo. Esta visión encaja con toda su trayectoria.
Da la sensación de que, de la misma forma que en España te llaman fascista cada vez que pestañeas, en el mundo te llaman nazi a la mínima discrepancia. Como dice un amigo mío, las víctimas del Holocausto nazi y sus descendientes deben sentirse bastante mal al ver la vulgarización del término. Una vulgarización que nos podemos permitir porque somos una generación privilegiada que tiene la supervivencia garantizada y nos podemos permitir ese lujo. (Gracias, Álvaro).
Por otro lado, está el hecho de que hablamos de un empresario que ha colaborado activamente en la campaña electoral de Donald Trump, quien le ha regalado un puesto y un despacho. Y eso no me parece bien. Me remite al mercantilismo. Que muchos de ustedes estarán pensando que eso sucede desde siempre y que el lobbismo es la base financiera de la política de Estados Unidos. Ya lo sé.
Da la sensación de que, de la misma forma que en España te llaman fascista cada vez que pestañeas, en el mundo te llaman nazi a la mínima discrepancia.
También sé que las campañas electorales cuestan mucho dinero y que para los grandes empresarios es un win-win. Me sigue pareciendo obsceno. Menos obsceno, eso sí, que intervenir Telefónica y quitar un presidente para poner al que me convenga. Y hacerlo en nombre de la democracia y el bien común ya adquiere el rango de atropello.
Pero volviendo a Estados Unidos, los privilegios a empresarios a cambio de determinados beneficios no son de hoy. Desde el War Industries Board gestionado por Bernard Baruch en 1917 hasta nuestros días, la asociación entre grandes empresarios y gobiernos ha sido un continuo, con diferencias en el grado de servilismo de unos a otros y de obscenidad.
No es exclusivo de Estados Unidos. En España, desde la época de Franco, no solamente durante la larga autarquía sino también durante el Plan de Estabilización de 1959 y los diferentes Planes de Desarrollo (1964-1975), se privilegiaron determinadas empresas de infraestructuras, banca, empresas extranjeras de alimentación o automóviles. El resultado fue un crecimiento económico con “trampa”: nuestra industria privilegiada no era competitiva. Suele pasar en regímenes de planificación económica.
Pero volviendo al mercantilismo, probablemente no está demás recordar quiénes eran para contrastar con lo que vivimos. Estos exportadores que aconsejaban a los reyes para lograr privilegios gracias a las limitaciones comerciales, es decir, poniendo aranceles a los productos de fuera que les hacían la competencia, ¿nos recuerdan a alguien?
Además, eran fuertemente nacionalistas, porque era el relato que convencía a los reyes: fortalezcamos nuestra nación frente al competidor, que es el enemigo. Tenían una visión del comercio como un juego de suma cero, de manera que sus políticas eran proteccionistas. Y esta palabra tan peligrosa es uno de los vínculos que encuentro en los seguidores de Trump. Se está defendiendo y protegiendo de “agresiones” extranjeras. Uno se protege cuando tiene miedo.
Menos obsceno, eso sí, que intervenir Telefónica y quitar un presidente para poner al que me convenga
Pero, en mi opinión, el antónimo de miedo no es protección, sino libertad. Cuando uno tiene miedo cree que debe resguardarse. Cuando uno no tiene miedo, actúa libremente. Lo que no quiere decir que no emprenda acciones para afrontar el peligro, sino que no se agarra a la protección a cualquier precio. Y en economía, el libre mercado ha demostrado ser uno de los pilares de la creación de riqueza, muy por encima de la protección. Estados Unidos lo vivió en el período entreguerras del siglo XX y cambió su perspectiva hacia el libre comercio tras la II Guerra Mundial.
¿Y la política económica nacional socialista? Pues se basaba en una concepción corporativa del Estado y de la economía, de ahí el término socialista, siempre partiendo de la supremacía aria y la eliminación de las “impurezas”, aceptaba la competencia y la propiedad privada, pero con la potestad estatal de imponer lo que considerara a favor del bien común. En palabras del propio Hitler, se trataba de una teoría económica cuya característica básica era no tener ninguna teoría en absoluto.
En resumen, no encuentro similitudes entre el nazismo y el régimen de Trump o en Musk. Pero sí observo rasgos mercantilistas, amenazas que, aún si fueran bravuconadas, como muchos liberales creen o quieren creer, muestran un modo de defenderse y protegerse de sabor puramente mercantilista.
Quisiera terminar con dos apuntes. La alternativa a Trump era mucho peor. Eso no quita ni una coma a lo que acabo de escribir.
Y la segunda. La defensa del libre mercado es incompatible con aplaudir que los empresarios estén involucrados en la campaña electoral de cualquier político. Porque la libre empresa implica la eliminación de privilegios y la defensa de la competencia en el mercado. Y hablo de Musk y de cualquier empresario patrio de cualquier sector, por ejemplo de la comunicación, o de cualquier otro, que lame las botas de los partidos en el gobierno para tener privilegios y reclama a los liberales que le defendamos cuando las cosas se ponen feas.