Lagarde ha vuelto a la timidez. En lugar de aumentar el tipo de interés básico del Banco Central Europeo (BCE) un 0,75%, como esperaba el mercado, lo ha hecho sólo un 0,5%. Ha dejado el tipo de interés de la eurozona en el 2,5%. Inferior al de los dos bancos centrales con los que se tiene que comparar: la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), 4,5%, y el Banco de Inglaterra (BoE), 3,5%.

Aunque parezca lo contrario, y socialistas y su izquierda la aplaudan, es una medida antisocial.

La subida del tipo básico de interés es necesaria para controlar la inflación que, en la zona euro, ronda los dos dígitos (en España alcanzó el 6,8% anual en noviembre).

Una inflación que ha mostrado una ligera inflexión a la baja debido a la disminución del precio del petróleo, el gas y otras circunstancias ajenas a la disminución de la demanda. En España, por ejemplo, también por el mayor rendimiento de la energía eólica.

Pero la inflación subyacente, al menos en España, no cede. Tampoco los precios de los alimentos. Aquí suben cerca del 15% anual.

Lo que el Gobierno español llama la “clase media y trabajadora” está viendo deteriorar la capacidad de compra de sus rentas salariales

Por tanto, lo que el Gobierno español llama la “clase media y trabajadora” está viendo deteriorar la capacidad de compra de sus rentas salariales. Eso es debido, entre otras cosas, a que en su mix de gastos los alimentos son importantes.

Por eso, la decisión más social sería atacar la inflación de demanda que presiona los precios de los alimentos al alza. Eso se hace subiendo con rigor los tipos de interés y reduciendo el gasto público para disminuir la demanda global.

Subvencionar a familias desfavorecidas con 500 euros anuales, como propone la parte de Unidas Podemos del Gobierno, es un parche que no cambia su precaria situación; aunque, electoralmente, sea conveniente.

Es probable que el BCE haya decidido pensando en la situación alemana. Alemania anunciaba recesión y un aumento del tipo de interés la agravaría. Pero si la inflación sigue alta, incluso con una recesión menor, el castigo a las rentas bajas alemanas será igual de duro o más. Se sumarán dos efectos: desempleo por recesión y subida de precios de productos básicos. Además, los últimos datos de Alemania reducen esos temores. Lagarde se equivoca también en eso.

La inflación es el impuesto sobre los pobres. Lo social es reducirla con políticas económicas ortodoxas.

La inflación es el impuesto sobre los pobres. Lo social es reducirla con políticas económicas ortodoxas. Es decir, subiendo drásticamente los tipos de interés y bajando el gasto público. Es una lección de primero de macroeconomía.

El efecto de topar los precios de artículos básicos de manera artificial ha sido siempre escasez de oferta; por tanto, dificultar que los adquieran aquellos a los que se pretendía favorecer.

Por otra parte, cuando el mercado es global, la cotización de las monedas importa. En los meses anteriores el euro se depreció frente al dólar porque el tipo de interés de la Fed y el BoE era muy superior al marcado por el BCE.

Luego con la subida del tipo de interés del BCE el euro se recuperó un poco. Por eso, ahora Lagarde debería haber reducido la diferencia con la Fed. Cómo la Fed subió el 0,5%, si Lagarde hubiera subido el 0,75% habría reducido la diferencia.

Mientras el euro esté débil las importaciones de la UE compradas en dólares, serán más caras al transformarlas en euros

Mientras el euro esté débil las importaciones de la Unión Europea (UE) compradas en dólares, serán más caras al transformarlas en euros. Con lo cual, se importa inflación. Ahora, se podría haber recuperado aún más la cotización del euro reduciendo el diferencial de tipos de interés con el de la Fed. Otra razón para tachar de antisocial la timidez de Lagarde.

Además, mantener el tipo de interés al 2,5% con inflaciones superiores al 4% o al 5%, implica un “interés real” negativo que favorece a los “gastadores” y perjudica a los ahorradores. Una enseñanza perversa. Sobre todo, cuando las arcas públicas están rebosantes, favorecidas por el “efecto inflación”. Se anima a las Administraciones públicas al despilfarro y gastos que favorezcan la recogida de votos.

En resumen: parece que los miembros del Consejo del BCE están actuando más como “políticos en campaña electoral próxima” que como expertos técnicos. El mandato que recibió el BCE es mantener la inflación alrededor del 2%. No cumplirlo es antisocial.

*** J. R. Pin es profesor del IESE.