El concepto de Día de la Liberación Fiscal data de 1948 y fue desarrollado por un ciudadano estadounidense preocupado por saber cuánto tenía que trabajar para cumplir con todas las obligaciones fiscales. Cuando decidió retirarse en los 70, un think tank se ocupó de continuar su trabajo. Desde entonces, diferentes organizaciones realizan este cálculo en muchos países de todo el mundo, desde el Adam Smith Institute en el Reino Unido hasta Deloitte, en el caso de Suiza, en el año 2015. Un cálculo que aparece en el portal de la agencia tributaria del país, la ESTV.

A pesar de que en estos estudios suele estar muy bien detallada la metodología empleada, hay críticos que consideran que se exagera. Esa crítica proviene de pensar que el ciudadano ingresa al Estado solamente lo más evidente: el IRPF, el IVA, el Impuesto de Sociedades, etc.

Pero si nos atenemos a la idea de Dallas Hostetler, el inventor del concepto, cada euro ingresado por el Estado en concepto de impuestos, cuenta. Y eso quiere decir que de cada litro de gasolina, de cada paquete de cigarrillos, de cada transacción, y de otras muchas actividades que los ciudadanos religamos cotidianamente, hay un ingreso para el Estado.

"Cada euro ingresado por el Estado en concepto de impuestos, cuenta"

Por supuesto que cada estadística, cada medida, conlleva una crítica metodológica, un pero y una medida alternativa. Quienes criticamos el PIB como recurso fácil para medir la riqueza, lo sabemos. Me reafirmo en que a menudo los políticos (pero también otros grupos interesados) pueden retorcer el brazo a las estadísticas hasta que canten lo que uno quiere. Por eso es tan importante la existencia de estadísticas no sesgadas, sin politizar.

Una manera de torturar las estadísticas no se refiere a la manipulación de los datos, sino a la perspectiva que se contempla. Esta semana, un tuitero expresaba su alegría, "frente a los bulos del PP", porque según sus palabras "la OCDE revisa al alza la previsión de crecimiento económico para nuestro país en 2022, un 4,7%. En 2023 seguiremos creciendo por encima de la media de la zona euro".

[La tribuna: Por qué el día de la Liberación Fiscal en 2023 será el 29 de julio]

Frente a ese optimismo, el resto de analistas y de medios manifestaban su preocupación por el frenazo a la recuperación: España solamente crecerá un 3% en dos años. Eso quiere decir que de los 40 países incluidos en las previsiones de la OCDE, España es casi el que más tardará en recuperar los niveles prepandemia.

¿Quién miente, si ambas interpretaciones se acogen a los mismos datos, y estos provienen de un organismo internacional? Ninguno. La trampa consiste en considerar un horizonte temporal mayor o menor. ¿Es motivo de alegría que hoy estemos creciendo? Posiblemente. ¿Es motivo de preocupación que ese crecimiento tenga un recorrido previsible corto? También. A mí me parece importante analizar de dónde proviene el crecimiento, si las bases sobre las que se sustenta son sólidas y sostenibles o no. 

Por eso, las críticas metodológicas al Día de la Liberación Fiscal no me preocupan demasiado. Ya se encargan las organizaciones que promueven este cálculo de ser muy cuidadosas. De hecho, la otra crítica es ideológica. En este país, o eres un acólito del Gobierno, o eres un facha o te pones de perfil para que no te señale nadie.

"En este país, o eres un acólito del Gobierno, o eres un facha o te pones de perfil para que no te señale nadie"

Lo que me preocupa de las críticas es algo más profundo. ¿Cuál es el problema de que el ciudadano tenga una medida didáctica, cercana y clarísima de lo que le cuesta mantener a este Gobierno? ¿Es escandaloso? Pues sí. Porque, como afirma Eamon Butler, fundador y director del Adam Smith Institute, "si se obligara a la gente a trabajar dos días a la semana para el Gobierno, todo el mundo lo consideraría como una forma de servidumbre".

Poner encima de la mesa que, efectivamente, es así, entiendo que escuece a los amantes del gasto público a chorros. Porque el argumento de quienes se declaran felices pagando impuestos, y nos señalan a quienes nos gustaría poder pagar menos es que somos insolidarios porque los impuestos sirven para pagar sanidad, educación y gastos sociales básicos. Y todos callados por miedo a que nos etiqueten como fachas o neoliberales, o cualquier otra cosa.

[La Tribuna: El Día de la Liberación Fiscal no es un bulo]

Sin embargo, es cada vez más obsceno el derroche del Gobierno nacional y de los gobiernos autonómicos y locales. La manutención de "chiringuitos", viajes, y demás son minutos y horas que todos trabajamos para la nueva clase privilegiad, los políticos.

El otro argumento que cada día es más popular es "Pues que paguen los ricos". Una falacia. Que quien más tiene, más impuestos pague es un eslogan muy fácil con el que muchos españolitos de a pie pueden estar de acuerdo. ¿No es un ultraje que mientras unos se van en un crucero de lujo, se compran pantalones de 1.000 euros y tienen varias casas de lujo en varios países, haya españoles que no tienen para acabar el mes? No.

Lo que es un ultraje es que haya españoles que no lleguen a fin de mes. Lo que hagan los demás me da igual, porque no es cierto que el rico lo es porque se lo ha robado al pobre. Y, en cambio, si es cierto que los derroches de los gobiernos los paga el contribuyente (presente en impuestos, futuro en el caso de la deuda).

Y es que queremos todo. Queremos ricos que paguen muchos impuestos, ahorren mucho, inviertan mucho, creen muchos puestos de trabajo y no gasten ostentosamente que da mucha envidia.

Para que los españoles lleguemos a fin de mes es imprescindible crear riqueza, activar la economía, y ser conscientes de que quienes nos llevan de la soga no son los ricos, son los gobernantes.

De ellos es de quienes nos tenemos que emancipar. Por eso es una buena idea calcular el Día de la Libertad Fiscal, y vigilar que los euros que ganamos para que ellos gasten sean empleados adecuadamente. Me preocupa seriamente esa servidumbre voluntaria e ingenua de ciudadanos que estarían mejor decidiendo ellos qué hacer con su dinero y, por contra, no llegan a fin de mes y padecen la angustia de los hachazos fiscales que vivimos. Esa libertad fiscal es para ellos.