En la misma semana en que quiebra una plataforma de negociación de criptomonedas (donde ha perdido dinero parte de lo más granado de la inversión internacional), una entidad financiera en Canadá impide a los clientes retirar el dinero de sus fondos de inversión hipotecarios. Como consecuencia de lo primero, también desaparece de la circulación una de las muchas “pesetas digitales” que circulaban por el mundo en los últimos años.

Estamos pasando por un período en el que la maldición china, ¡ojalá tengáis vidas interesantes!, se ha hecho realidad.

Aunque la maldición china siempre se está cumpliendo, pero como los grados de percepción del peligro cambian con la edad, es muy difícil que nadie calibre bien qué parte de su vida fue “más interesante”. Tienen que venir los curas en las películas españolas recordando lo mal que está y ha estado siempre el mundo.

Desde, Don Cosme, el párroco de Villar del Río, en Bienvenido Mr. Marshall, a quien, al vituperar a los EEUU, no le cuadraban las cuentas de los herejes que había allí (cuando iba sumando los millones de protestantes, anabaptistas, mormones etc. necesitaba añadir “tres millones de nada”) hasta el de un pueblo de La Alberca, en Nueve Cartas a Berta, diciéndole a su sobrino lo mal que estaban en todas partes (salvo Portugal y España).

Ahora ya ni en España se puede encontrar solaz… Parece que en Portugal un poco más…

"Es muy difícil calibrar cuánto de real y cuánto de maquillaje tienen los datos mejorados de inflación que se van publicando".

El párroco de La Alberca introducía en su relato cosas que ahora resultan inauditas, como la inestabilidad en Francia, con la guerra de Argelia y los intentos de golpe de estado a finales de los años 1950s y principios de los 1960s: los primeros llevaron al poder al General De Gaulle, como salvador de la patria con plenos poderes, ratificado por una elección en la que participaron solo 80.000 grandes electores. Casi una elección censitaria. Casi una democracia orgánica: ¡entre los grandes electores estaban las corporaciones locales: municipios y consejos departamentales!

Todo ello cuando no se desencadena una guerra, en cuyo caso no queda ninguna duda de que la vida se pasa de rosca de interesante. En Ucrania pueden dar fe de ello. Y también los conscriptos llamados a filas por Putin, que nunca imaginaron que se fueran a ver como carne de cañón en semejante tesitura.

A lo largo de los meses últimos hemos criticado aquí las bonificaciones al consumo de energía de los gobiernos de todo tipo para conseguir maquillar el IPC de sus respectivos países. La Agencia Internacional de la Energía ha hecho un cálculo de a cuánto ascienden esas bonificaciones, principalmente en los países avanzados, y ya suman 500.000 millones de euros.

Con todo esto es muy difícil calibrar cuánto de real y cuánto de maquillaje tienen los datos mejorados de inflación que se van publicando. Ni siquiera el buen dato de IPC de EEUU, ayudado por la puesta en circulación de parte de la Reserva Estratégica de Petróleo, lo que ha dado lugar a una subida espectacular de las Bolsas el pasado jueves.

Como se ve, el populismo impera por doquier y se aplica sin rubor la broma de Groucho Marx de “si no le gustan mis principios, tengo otros”. Y no me estoy refiriendo a nadie en particular en España, no hay que ser malpensado, sino al mismísimo partido conservador británico que, si con Liz Truss como primera ministra quería bajar los impuestos y subir los gastos, con su sucesor, Risi Sunak, quiere bajar el gasto y subir los impuestos, y todo ello en poco más de un mes.

Con el maquillaje gubernamental aplicado a las subidas de precios, intentar ver entre la niebla lo que nos espera para los próximos meses se ha convertido en un doble rompecabezas.

"El populismo impera por doquier y se aplica sin rubor la broma de Groucho Marx de “si no le gustan mis principios, tengo otros”.

Al inicio del año, la inflación en la Eurozona era de 5,1% y en EEUU de 7,5%. Pero en pleno verano se cruzaron sus respectivas trayectorias, de modo que, en octubre, la de la Eurozona es de 10,6% y la de EEUU 7,7%. Es decir, la de la Eurozona ha subido hasta duplicarse y la de EEUU ha bajado de su nivel más alto, pero aún es todavía algo más elevada que al iniciarse el año.

Con la inflación subyacente (sin energía ni alimentos) sucede algo parecido: convergen, aunque no han llegado a cruzarse, pero la de la Eurozona es más del doble que a principios de año, mientras que la de EEUU, aunque está retrocediendo por segunda vez en 2022 (la primera creó una falsa expectativa) sigue muy parecida a como estaba en enero.

Todo ello pone de relieve la tesis mantenida aquí de que la inflación a ambos lados del Atlántico es de la misma naturaleza, y lo único que está pasando es que en Europa vamos, para variar, con retraso respecto a EEUU.

Pero ni los gobiernos ni los inversores en Bolsa, que saltaron alborozados el jueves pasado porque la moderación del IPC en EEUU permitía inferir que la Reserva Federal suavizaría la dureza de su política monetaria, deberían estar tranquilos, porque los metales industriales han detenido su caída de precio y ya no se están comportando como en 2008 desde hace unas cuantas semanas, por que han pasado de perder 20% en el año a solo caer un 10%.

"Intentar ver entre la niebla lo que nos espera para los próximos meses se ha convertido en un doble rompecabezas".

Algo parecido sucede con las materias primas agrícolas que vuelven a subir de precio y ya van, de nuevo, por el 5% acumulado en el año; o con el petróleo y el gas natural americano, que vuelven a subir (no así el del mercado europeo, repletas como están las reservas de gas).

Estaba resultando muy extraño que con el mundo económico tan revuelto no hubieran hecho aún su aparición las dificultades (cuando no quiebras) de empresas financieras, pero ya empiezan a menudear. Tal es el caso, en Canadá, de una institución financiera que ha suspendido la posibilidad de que los clientes retiren sus fondos. Se llama Romspen Investment, especializada en la gestión de fondos de inversión hipotecarios y que, por tanto, tiene asumidos riesgos de impago por parte de constructores y promotores de proyectos comerciales y residenciales.

Sus problemas han pasado casi desapercibidos a este lado del océano dado que no se la considera sistémica, pero ilustra la situación de riesgo en que ha puesto a muchas entidades financieras la subida de los tipos de interés. La excusa, en el caso de Rompsten, es el aumento de la morosidad por parte de quienes recibieron los préstamos hipotecarios.

Aunque lo que hace época, y será recordado como “2022: el año del crac de las criptomonedas”, será la quiebra de una de las principales plataformas en las que se negociaba su compraventa, lo que ha llevado a que todas sin excepción hayan tenido cuantiosas pérdidas la semana pasada por la caída de sus cotizaciones. El Bitcoin, como buque insignia, acumula unas pérdidas de 77% y, de conjunto, el sector de las criptomonedas ha perdido 2,4 billones (trillion) de dólares de los 3,3 billones que llegó a valer en su mejor momento.

"Por suerte, la crisis de las criptomonedas se ha producido cuando su capitalización no había llegado más lejos".

Esa plataforma quebrada, en medio de sospechas de uso indebido del dinero de los clientes (como sucede cuando pinchan todas las burbujas financieras) se llamaba FTX y emitía algo llamado “token” en inglés y que no era exactamente una criptomoneda como el Bitcoin, sino más bien una especie de cupón intercambiable por otros bienes (como el que proporcionan, por ejemplo, muchas empresas a sus empleados como ayuda de comedor) aunque no impreso en papel, sino digital.

El caso es que esos “tokens”, “cupones” o ”piececitas digitales” podrían llamarse en español (algo guasonamente, pero con total precisión) “pesetas digitales”, pues no otro era el sentido inicial de la palabra “peseta”, “piececita”, derivado de “peceta” (piececita en catalán).

Durante años hemos señalado los peligros que tendría el maridaje entre el mundo financiero convencional y el de las criptomonedas, y la manera irresponsable en que algunos bancos, por hacer negocio, estaban animando a sus clientes a invertir en ellas. Por suerte, la crisis de las criptomonedas se ha producido cuando su capitalización no había llegado más lejos y cuando las entidades financieras parece que no habían ligado su destino al futuro de ellas. Aunque no se puede afirmar con seguridad que alguna no haya cometido la imprudencia de arriesgarse más de la cuenta.

Como todo lo económico y financiero, las criptomonedas (y las “falsas pesetas”, “tokens” o piececitas digitales) están pasando la prueba de fuego de que los bancos centrales estén retirando liquidez del mercado. Es un sector llamado a desaparecer, prácticamente, aunque resurgirá con otros nombres para borrar las huellas de su infausto pasado. También lo hacen los partidos políticos, ¿no?