¿Existe un patrón de comportamiento de las economías, de las Bolsas y de la inflación durante y después de las pandemias? La respuesta es que sí. Esa conclusión se extrae de observar las cuatro últimas: la gripe de 1918-1019; la gripe asiática de 1957-1958; la gripe de Hong Kong de 1968-1969 y la COVID-19.

El patrón de comportamiento es muy fácil de resumir: al inicio de la pandemia se produce una recesión económica y una fuerte bajada de las Bolsas; la recesión no tiene una gran duración y las Bolsas se recuperan con mucha fuerza, pero con la recuperación de las economías y de las Bolsas se produce una subida fuerte de la inflación que lleva a los bancos centrales a endurecer su política monetaria subiendo tipos de interés y retirando liquidez, lo que provoca otra recesión un par de años después. Con la nueva recesión la tasa de inflación se reduce. A partir de ahí, cada economía de la postpandemia tira por su lado.

Han pasado ya dos años y medio desde el inicio de la pandemia provocada por el SARS-COV-2 y casi no recordamos la comparación que hacíamos entonces con pandemias del pasado ni en lo sanitario, ni en lo económico, ni en lo financiero, ni (esto se nos pasó entonces) en la evolución de los precios. Y merece la pena un repaso.

Lo peor es que la pérdida de vigor en la recuperación a pesar de tantos estímulos monetarios y fiscales dice muy poco bueno para un futuro.

Hace dos años por estas fechas intentábamos inspirarnos en la epidemia de gripe, mal llamada española, que entre 1918 y 1920 provocó una gran mortandad, y veíamos el comportamiento de las Bolsas entonces para tratar de averiguar cuál sería el del futuro. Como en septiembre de 2020 los índices de la Bolsa de EEUU ya se habían recuperado en todo o en parte (tras su caída súbita de seis meses antes) tratábamos de calibrar a cuánto ascendería la recuperación y nos atrevíamos a decir que en el mejor de los casos un 81% que es lo que recuperó entonces el Índice Dow Jones Industrial.

Pues bien, la recuperación esta vez fue casi idéntica: 84%. Previamente a sus respectivas subidas, las Bolsas habían caído un 40% en 1917 (parte de esa caída hay que atribuirla a la entrada de EEUU en la Primera Guerra Mundial; si la eliminamos, se queda en -33%) y un -33% en 2020.

La comparación, por tanto, al menos nos sirvió para intuir la magnitud de la recuperación de las Bolsas. Si la hubiéramos hecho antes, también habría servido para adivinar el alcance de la caída.

Pero es que el parecido no se detiene para ahí. En ambas ocasiones además de una caída fuerte de Bolsa y una recesión inicial se han dado recuperaciones muy intensas de la economía y de la Bolsa, con la peculiaridad de que tanto recesiones como períodos expansivos fueron de corta duración y han ido seguidos de nuevas bajadas de las Bolsas y otra recesión. Es decir, el patrón de comportamiento que comentábamos.

¿Seguirá cayendo el índice Dow Jones a partir de ahora? Lo más probable es que sí, y las razones son variadas.

Si las pandemias son similares por los estragos sanitarios que provocan, no debería ser nada sorprendente que sus consecuencias en otros ámbitos sean parecidas también.

Los efectos económicos y financieros de la COVID-19 se iniciaron (una vez que los gobiernos dejaron de fantasear con la “emergencia climática” y se centraron en la emergencia sanitaria que durante dos meses se negaron a ver a pesar de tenerla delante y bien visible) con una caída súbita de las Bolsas fruto de la evidencia de que se iban a paralizar las economías por decreto (al igual que en China) y del pánico creado por el hundimiento de los precios del petróleo. Pero a partir de ahí todo ha sucedido como en el período 1918-1920. La similitud es tan extraordinaria que parece emerger la pauta de comportamiento comentada.

Esas dos recesiones separadas por 102 años comparten la característica de haber sido muy breves: la de 2020, apenas dos meses, gracias al inmenso gasto público empleado en combatirlas, y la de 1918 ocho meses, gracias al crédito abundante.

También comparten el que las recuperaciones respectivas fueran de corta duración: entonces once meses y ahora 19 meses.

[El Euríbor supera el 2% por primera vez desde diciembre de 2011 tras la subida de tipos del BCE]

Se ve que ambos casos la fuerza de la recuperación no era gran cosa, aunque es más evidente en lo de ahora, pues si para 19 meses de recuperación de la economía de EEUU hace falta un gasto público de 5 billones de dólares financiado en gran parte por una política monetaria especialmente expansiva es que la eficiencia de cada dólar gastado ha sido ínfima. Lo peor es que la pérdida de vigor en la recuperación a pesar de tantos estímulos monetarios y fiscales dice muy poco bueno para un futuro en el que la mejora de la productividad pudiera permitir crecimientos importantes de PIB durante muchos años.

Se puede poner pegas al cómputo de los 19 meses para la recuperación económica de 2020-2022 ya que la economía de EEUU no ha sido declarada formalmente en recesión, aunque sí haya acumulado dos trimestres seguidos de reducción del PIB, pero sería esquivar el fondo del asunto ya que la subida de tipos de interés en EEUU terminará por provocar la recesión según los dos criterios utilizados normalmente: el de los dos trimestres y el de la certificación por el NBER.

Para igual numero de sesiones de Bolsa desde sus respectivos máximos, el Dow Jones cae en 2022 al mismo ritmo que lo hizo en 1919-1920.

Tras la subida de tipos de interés, la Bolsa de EEUU en su caída por la recesión siguiente, la de 1920-1921, llegó perder un 43%, medido por el índice Dow Jones.

En 2022, se ha producido ya una bajada de la Bolsa de EEUU que en su peor momento del año (mes de junio pasado) llegó a ser del 19%. ¿Seguirá cayendo el índice Dow Jones a partir de ahora? Lo más probable es que sí, y las razones son variadas.

En primer lugar, la subida de tipos de interés y la retirada de liquidez tanto en EEUU como en Europa junto con la guerra en Rusia amenazan con provocar una recesión global que ya se hace sentir en la desaceleración tan fuerte de China, Europa y EEUU. Además, en los casi nueve primeros meses de 2022 no solo la Bolsa sino el precio de muchos otros activos (incluido el petróleo) se está comportando como en 2008, algo contado reiteradas veces aquí.

El paralelismo con 2008 también es tan llamativo que incluso la recuperación veraniega de la Bolsa en 2008 se ha reproducido idéntica esta vez también, con lo que, para igual número de sesiones desde sus respectivos máximos de 2008 y 2022 la bajada del índice Dow Jones es, a fecha de hoy, exactamente la misma. Y es bien sabido que en 2008-2009 la caída completa de la Bolsa alcanzó el -54%.

También se da otra circunstancia curiosa: para igual numero de sesiones de Bolsa desde sus respectivos máximos, el Dow Jones cae en 2022 al mismo ritmo que lo hizo en 1919-1920. La caída entonces se prolongó hasta alcanzar un -43%.

De modo que, basándonos en esas comparaciones tenemos dos modelos entre los que elegir: un -54% o un -43%. Sírvanse.

Finalmente, por si los parecidos fueran pocos, en la salida de la recesión y de la gripe de 2018 la inflación se disparó en EEUU hasta niveles de 22,4% (mayo de 1920) tras de lo que bajó muy rápidamente. ¿Es posible que la bajada desde la inflación más alta de este año en USA (un 9,1% hace tres meses) baje rápidamente también?

No está tan claro, pues el camino de subida de la inflación se parece mucho al del año 2000 (año del pinchazo de la burbuja tecnológica) y ahí tras alcanzar su máximo, se resistió durante 15 meses a empezar a caer de manera significativa y continuada.

Cuando la inflación llegaba en 1920 al 22,4% mencionado se preparaba todo para las elecciones presidenciales en EEUU que, naturalmente, perdió el partido que estaba en el poder, el demócrata. Fue un año de esperanzas presidenciales fallidas pues ni el partido demócrata dejó que se presentara por tercera vez Woodrow Wilson, por lo impopular que era, ni el republicano pudo presentar a su mejor candidato, Teodoro Roosevelt, que murió el año anterior.

El nuevo presidente, el republicano Warren Harding, dijo en algún momento de su mandato: “No soy adecuado para este puesto y nunca debí haber estado aquí”. Seguro que ante la magnitud de los problemas que se otean en el horizonte hay ahora mucho mandatario que hoy está llegando a la misma conclusión. Boris Johnson al menos ha conseguido que para él el deseo de Warren Harding se cumpliera con rapidez. Los demás esperan su turno.