"All day long I sat and watched you do it wrong I have to say that's how you did it all along". John Wetton.

El dato de inflación de junio es extremadamente negativo. Un salario de 21.000 euros perderá este año más de 2.000 euros de poder adquisitivo. Mientras tanto, el Estado recauda cada vez más por la inflación, generando una doble pinza que ahoga a los ciudadanos, suben los impuestos al no deflactarlos con la subida de precios y el salario y depósitos en términos reales se desvanece.

El Estado ha recaudado 18.000 millones más que en los cinco primeros meses de 2019 lucrándose con la enorme subida de precios al negarse a deflactar los impuestos. Por ejemplo, el Estado recauda ya por IRPF un 24% más que antes de la pandemia cuando el empleo no ha aumentado en términos comparables y no ha habido aumento salarial en términos reales.

Según la Agencia tributaria, el récord de recaudación se da por el incremento de un 21,4% de los ingresos por el IVA a pesar de que el consumo no crece apenas en el primer trimestre, según el INE, por el aumento de las retenciones del trabajo (13,4%) y el menor importe de las devoluciones realizadas en el Impuesto sobre Sociedades que corresponden a las declaraciones anuales de 2020.

Eso sí, el déficit estructural sigue siendo de 50.000 millones de euros con ingresos récord.

Para no variar, el intervencionismo dice que hay que subir salarios e imponer controles de precios. ¡Con lo bien que ha funcionado en Argentina o Turquía! Si pagar salarios imprimiendo más dinero e imponer controles de precios funcionase, Argentina y Venezuela tendrían la inflación más baja del mundo, no de las mayores.

Si pagar salarios imprimiendo más dinero e imponer controles de precios funcionase, Argentina y Venezuela tendrían la inflación más baja del mundo

Ese es el problema del inflacionismo. Cuando bajan los precios te dicen que hay que imprimir porque hay que combatir la deflación, y cuando suben te dicen que hay que imprimir para aumentar salarios.

El ciclo del intervencionismo siempre es el mismo:

1) Imprimir masivamente moneda. Decir que no hay inflación.

2) Decir que es transitoria. Imprimir.

3) Culpar a las empresas por subir precios. Imprimir.

4) Culpar a los consumidores por comprar mal. Imprimir.

5) Control de precios y racionamiento. Depresión.

6) Imprimir masivamente moneda para combatir la "deflación".

Ante esta elevada inflación y el empobrecimiento generalizado se está repitiendo constantemente la idea de un pacto de rentas.

Sin embargo, debemos tener en cuenta varios factores.

Para empezar, no existe "pacto de rentas" que valga si el sector público, que es casi el 50% del PIB, no se ajusta el cinturón. El Gobierno no puede hablar de pacto de rentas y a la vez mantener y consolidar el aumento de gasto público que se ha generado desde 2019 año tras año.

Si el sector público no ajusta gastos y reduce duplicidades y cargas políticas no hay pacto de rentas, sino expropiación de rentas a los sectores productivos. En un país donde la AIReF identifica más de 14.000 millones de euros en subvenciones casi fantasma y el IEE estima 60.000 millones de euros de ineficiencia en gasto público no se puede hablar de pacto de rentas negando un ajuste de la Administración.

Si el sector público no ajusta gastos y reduce duplicidades y cargas políticas no hay pacto de rentas, sino expropiación de rentas

No podemos olvidar que una gran parte del efecto monetario de la inflación viene del aumento masivo de consumo público utilizando deuda financiada con moneda creada artificialmente, más de 200.000 millones de euros en 2020-2022.

Adicionalmente, tenemos que saber que el Gobierno y los agentes sociales no pueden poner de acuerdo a millones de agentes económicos internos y externos para moderar los precios, por lo cual el riesgo de que dicho pacto de rentas lleve a la quiebra a muchas empresas y familias que ya están ahogadas no es pequeño.

Como explicaba María Vega en EL ESPAÑOL "entre octubre de 2021 y marzo de 2022, la proporción de pymes españolas que declararon un descenso de sus beneficios superó de forma amplia a la de las que manifestaban un aumento de los mismos", según el Banco de España. "El porcentaje de pymes españolas más vulnerables ha aumentado entre octubre de 2021 y marzo de 2022, hasta situarse en un 7%".

[Las empresas sufren un deterioro de beneficios y prevén alzas de precios hasta marzo de 2023, según el BdE]

No podemos ignorar el riesgo de que ese pacto de rentas genere un efecto negativo porque los salarios reales se desplomen y los márgenes brutos y netos de la mayoría de empresas se desmoronen.

Sería especialmente negativo cuando el sector público además se niega a hacer ajustes, ya que la carga de la inflación caería en su totalidad en los hombros de las familias y el sector productivo, dejando un riesgo de estancamiento y elevada inflación preocupante.

Las grandes empresas españolas ya están aplicando una contención en la subida de precios, como muestra la realidad de los márgenes brutos en España publicados.

Si miramos algunas grandes eléctricas, el margen bruto ha caído hasta un 19% en el primer trimestre. Se percibe esa reducción de margen bruto en las grandes empresas pero también es evidente a futuro. Las estimaciones de analistas ya predicen caída de ventas en la mayoría de sectores y evolución negativa de beneficios para 2023. 

Dice Pedro Sánchez que debemos estar agradecidos a las medidas implementadas por el gobierno porque, sin ellas, la inflación estaría en un 15%. No solo es una excusa absurda, sino que demuestra que sus previsiones de inflación transitoria y "en ningún caso de doble dígito" eran falsas.

[Inflación, España se empobrece más]

Si ignoramos el efecto monetario y exógeno –importaciones- de la inflación y en el pacto de rentas no se considera ni un ajuste del sector público ni el débil tejido empresarial de microempresas español, se podría generar el efecto contrario al deseado. Una crisis por asfixia.

Es normal que los agentes económicos entiendan que hay que moderar el aumento de costes ante el riesgo de efectos de segunda derivada de la inflación que nos lleven a estanflación. España ya lo ha vivido. Pero hay que actuar sobre las causas, no solo las consecuencias.

El Banco Central Europeo debe subir tipos –reducir aumento de demanda de nueva moneda- y reducir su balance eliminando el exceso de moneda emitida en el sistema. El sector público debe reducir el gasto superfluo y cercenar el déficit estructural. Y se deben implementar medidas de oferta para combatir los efectos exógenos: diversificar fuentes de suministro, levantar barreras a la inversión y al comercio y flexibilizar burocracia y fiscalidad para que la competencia y la oferta aumente.

Como no se combate la inflación es imprimiendo más dinero y aumentando el gasto público.