La semana pasada comentábamos que, al igual que le sucede a las subidas y bajadas sostenidas de las Bolsas, los éxitos o fracasos electorales iban por rachas.

Las Bolsas han vuelto a encadenar otra semana de caídas, con lo que continúan la tendencia bajista que iniciaron el 3 de enero y no encuentran un momento de solaz. Mejor dicho, sí que lo tuvieron en el mes de marzo, y parecía que lo iban a tener también en junio-julio, aunque fuera pasajero, pero cada vez se les está poniendo más difícil el conseguirlo.

Y no es que los mercados tengan una racha mala contra la que no puede nada ninguna noticia buena. No. Es que casi todas son malas. Entre las últimas, en la principal economía, la de EEUU, el crecimiento continuado de la inflación que, con su 8,6% en el mes de mayo, casi iguala a la de España, y la tiene incluso peor que la nuestra cuando se quitan del cálculo la energía y los alimentos frescos.

Allí, también, el sentimiento de los consumidores que elabora la Universidad de Michigan está en el nivel más bajo de su historia: sin necesidad de haber bajado tanto, en otras ocasiones la economía de EEUU ya estaba en recesión.

En el primer trimestre de este año, el PIB de EEUU disminuyó un 0,37% y, por ahora, la situación en el segundo trimestre parece que no está mejorando mucho: según la estimación que del crecimiento hace el Servicio de Estudios del Banco de la Reserva Federal de Atlanta con los datos publicados hasta la fecha de hoy, la economía USA está creciendo a un ritmo de 0,22% trimestral.

No es que los mercados tengan una racha mala contra la que no puede nada ninguna noticia buena. No. Es que casi todas son malas.

De ahí a que se produzca una contracción del PIB solo hay un paso, lo que, de producirse, y con los criterios que se aplican en Europa, sería una recesión cantada: dos trimestres seguidos de bajada del PIB. Sin embargo, en EEUU no es ese el criterio para definir una recesión, y está por ver cómo reaccionará el organismo privado (el NBER) que se encarga allí de fijar las fechas de inicio y final de las recesiones.

Pero, recesión o no, lo cierto es que la desaceleración económica global es un hecho y todo el mundo lleva meses revisando a la baja sus previsiones económicas, incluso el ministerio de economía español, que lo hace, aunque sea a regañadientes, en una sucesión de desaciertos propagandísticos que se inició el 11 de febrero de 2020 y que no se ha detenido todavía.

De ahí que parezca que, como en ilustración chusca de lo que decíamos la semana pasada, el propio gobierno haya entrado en resonancia con la Bolsa y los mercados de renta fija, que no paran de caer de precio, impidiendo que haya ningún refugio para los inversores, excepto el socorrido depósito bancario a cero por ciento de interés.

Y aunque, en el caso del gobierno, hasta que no sepamos el próximo lunes qué es lo que habrá pasado en las elecciones regionales andaluzas, los augurios de esa resonancia y de los fenómenos concomitantes (como hacerse enemigo de Argelia y no conseguir hacerse amigo de Marruecos) hacen temerse lo peor: todo le rueda cuesta abajo.

Lo que está pasando en las Bolsas sabíamos aquí que iba a suceder casi desde principios de año por un método muy sencillo pero que no siempre proporciona el éxito: desde el primer día de 2022 intentamos averiguar a que otro año se parecía lo que estaba sucediendo, y muy pronto quedó claro que el rumbo que tomaban los índices se parecía extraordinariamente a la manera en que evolucionaron a partir de octubre de 2007 y a lo largo de los primeros meses de 2008.

El método consiste, pues, en buscar "patrones de comportamiento" y darlos por buenos durante el tiempo en que no se alejen de la realidad. Esa ruptura con la realidad se produce antes o después, para bien o para mal. De hecho, durante buena parte del año pasado las Bolsas (sobre todo las tecnológicas) siguieron el patrón de comportamiento de 2018, hasta que en octubre tomaron un rumbo que dejó fuera de juego la brújula que estábamos utilizando.

Por ahora, por tanto, hay que inspirarse en un año tan malo como fue el 2008, con lo que las cosas no parecen que vayan a ir a mejor en las Bolsas y, probablemente, tampoco en los mercados de renta fija, habida cuenta de que la inflación no va a ceder súbitamente y de que están a la espera muchas subidas de tipos de interés por parte de los bancos centrales.

La política no solo se mueve también por rachas, sino que, para orientarnos en ella, se pueden buscar igualmente pautas de comportamiento. En EEUU hay un patrón que comentamos aquí mucho en 2020 y que se repite en la mayoría de las elecciones. Consiste en que cada presidente y su partido político correspondiente gana habitualmente un segundo mandato.

La política no solo se mueve también por rachas, sino que, para orientarnos en ella, se pueden buscar igualmente pautas de comportamiento

Solo hay raras excepciones, como las de Jimmy Carter y Donald Trump, o la de George Bush, que no pudo ganar un segundo mandato porque hubiera sido el cuarto de su partido, algo tan infrecuente que solo se había producido una vez, con Franklin Delano Roosevelt.

En España se puede encontrar un patrón de comportamiento también. Felipe González fue el Roosevelt español y ganó cuatro elecciones seguidas. Después, el ritmo ha sido que cada uno ganara dos mandatos, tal fue el caso de Aznar, Zapatero y Rajoy, aunque en el caso de estos dos últimos con una duración total decreciente: Zapatero aguantó siete años y ocho meses y Rajoy seis años y seis meses.

Pedro Sánchez ha ganado ya su mínimo de dos elecciones (como todos sus antecesores) y una moción de censura lo que, en el caso de completar la legislatura, para cuando sean las próximas elecciones habrá estado gobernando 5 años completos y un pico adicional de seis meses. La serie decreciente de ocho, siete, seis, cinco… es demasiado tentadora como para no hacer una broma… Pero esa es la pauta que aparece en la superficie. Aunque todas las pautas antes o después descarrilen…

Entre tantas malas noticias (una de las cuales es que el precio de los derivados del petróleo y el petróleo mismo han empezado el mes de junio con una carrera alcista furiosa) hay alguna que produce cierto alivio: el precio medio de las materias primas agrícolas está estancado desde principios de marzo, y el de los metales industriales en caída desde marzo, y estancado desde hace un mes.

Y, dentro de las agrícolas, el precio del trigo no ha podido superar en mayo su precio máximo de marzo y ha caído en el último mes un 16%. Como si ya tuviera asumido todo lo malo que le pudiera suceder con la información disponible. ¡Esperemos que así sea!