Cualquiera que hubiese escuchado decir a la ministra del ramo (Teresa Ribera) el pasado 5 de octubre (o a los expertos del sector en la tele por esas mismas fechas) que los precios del gas seguirían subiendo hasta enero de 2022, lo normal es que hubiera pensado que, si el precio del gas natural estaba aquel día a 6,5 dólares (por cada millón de unidades térmicas británicas) para el mes de enero estaría mucho más alto.

Con mucha más razón cuando la ministra había asegurado, muy seria, que ese pronóstico que había hecho es lo que aseguraban que pasaría unos omniscientes mercados de futuros. 

Sin embargo, al cierre de la semana última el precio del gas natural no solo no había subido, sino que estaba más bajo: en 5,28 dólares (un 20% menos). 

¿Se han equivocado los mercados de futuros o se confundió la ministra al contarlo? Ninguna de las dos cosas. Lo que pasa es que los mercados de futuros sobre el precio del gas natural (como los de las demás materias primas) no nos dicen, como parece que le han contado a la ministra, el precio futuro del gas, sino el precio que hay que pagar hoy para que nos lo entreguen en el futuro. Es decir, la palabra “futuro” se refiere no tanto al precio como al plazo de entrega de la mercadería.

No compran el gas hoy para llevárselo a casa hoy mismo. Lo compran hoy para que se lo entreguen (por ejemplo) en el próximo mes de enero

Y es que hay gente así de rara... No compran el gas hoy para llevárselo a casa hoy mismo. Lo compran hoy para que se lo entreguen (por ejemplo) en el próximo mes de enero, y es ese precio de una entrega aplazada hasta enero el que resulta que es en este momento el más caro. Más caro que el de la entrega en noviembre y diciembre.

Eso es aplicable tanto para los precios a los que se podía contratar el día 5 de octubre como para los de hoy mismo. En ambos casos el precio para entrega en enero es más alto que el de entrega inmediata.

Y, ¿por qué ese precio de entrega en enero es más alto? Porque quien te vende el gas hoy, pero te lo va a entregar en enero, tiene hasta entonces unos costes de financiación y de almacenamiento que, naturalmente, querrá que los pague el comprador: bastante hace el pobrecito que te lo vende con mantenerlo comprado y almacenado hasta la fecha que el comprador quiere que se lo entregue...

Quien compró el 5 de octubre para que le entregaran el gas natural en este mismo mes llegó a pagar 6,5 dólares, pero si lo quería para el mes de enero pagó 6,8

Para que se vea más claro: quien compró el 5 de octubre para que le entregaran el gas natural en este mismo mes llegó a pagar 6,5 dólares (por millón de unidades térmicas británicas), pero si lo quería para el mes de enero pagó 6,8.

En cambio, quien comprara el viernes último por la tarde gas natural para que se lo entregaran esta misma semana pagó 5,28 dólares, mientras que el que lo quisiera para enero pagó 28 céntimos más; es decir, 5,56.

Ya se ve que han hecho bastante mejor compra los que la hicieron el viernes pasado, tanto si querían la entrega inmediata del gas como si la querían para que se lo enviaran a casa en el mes de enero (naturalmente se trata de mercados mayoristas y no se lo enviarían a nadie a casa sino a los depósitos de almacenamiento de alguna gran empresa industrial).

Con esto queda puesto de relieve que nadie sabe cuál será el precio del gas para entrega inmediata cuando llegue el crudo invierno. Lo que sí se sabe con certeza (con la estructura actual del mercado de futuros, a la que se llama, dicho sea de paso, contango) es que comprar hoy para entrega aplazada es más caro que comprar para entrega inmediata.

Y esa es la que parecía ser la inexactitud o la manera inadecuada de contarlo de la ministra. Alguien debería explicarle que no es que el precio más alto se vaya a pagar en enero necesariamente (aunque podría ser que sí) sino que lo que quiere todo el mundo es tener asegurado el suministro para ese mes.

¿Hemos visto ya el precio más alto del gas en este ciclo de subida de precios? Podría ser que sí, aunque la probabilidad es bastante baja

Y de ahí las compras para entrega en ese plazo, de lo que se puede inducir que algo se barruntan los agentes del mercado del gas (¿otra Tormenta Filomena?) sobre desajustes en la oferta de gas para entonces, lo que les hace pagar una prima para tenerlo asegurado a un precio conocido. Pero por pasar, pasar, puede pasar cualquier cosa. Incluso un enero relativamente suave que hiciera bajar los precios para entonces.

Por tanto, todo lo más que puede hacerse es especular intelectualmente (además de poder hacerlo en los mercados) sobre cuál será el mes en el que el gas costará más caro, y cuál será el nivel de precios cuando llegue ese mes.

Lo normal es que esas cábalas sobre los precios las hagan de manera bien razonada, y con el mejor leguaje técnico, los que trabajan todos los días en el negocio de la compraventa de gas natural, y no quienes ven los toros desde la barrera, pero eso no es garantía de que lo hagan con más acierto que éstos. Y todo debido al grado de aleatoriedad tan elevado que tiene todo lo relacionado con los precios futuros de cualquier mercancía.

Pues bien, nosotros vamos a hacer unas cuantas de esas cábalas para intentar adivinar la respuesta al titular de la columna: ¿hemos visto ya el precio más alto del gas en este ciclo de subida de precios? Podría ser que sí, aunque la probabilidad es bastante baja: de un 15%.

Hay algo muy llamativo y es que los precios del petróleo no están subiendo este año al mismo ritmo que los del gas natural

O, al menos, eso es lo que dice la historia de los últimos 27 años. En ellos, noviembre (en ocho años distintos) y diciembre (en otros ocho) fueron los meses en los que con mayor frecuencia el gas natural alcanzó su máximo precio del año. En octubre eso sucedió en cuatro ocasiones

En los siete años restantes el pico más alto de los precios se ha dado de manera irregular, en enero (tres veces) febrero (una) mayo (dos) e incluso julio (una). De ahí que, probabilísticamente (frecuencialmente) hablando, los meses de noviembre y diciembre parezcan los más plausibles para que se dé el máximo de precio: entre los dos acumulan una frecuencia de casi el 60%.

Pero hay algo muy llamativo y es que los precios del petróleo no están subiendo este año al mismo ritmo que los del gas natural lo que hace que el precio del gas esté muy por encima de donde estaba antes de la pandemia (un 150% más caro hoy, y a principios de octubre un 188% más) mientras que el del petróleo Brent solo está un 28% por encima del nivel prepandemia.

Y esa es una situación muy extrema ya que el precio del petróleo y el del gas natural suelen cortejarse, de tal modo que ni en periodos anuales ni bienales se da casi nunca (o nunca) una divergencia tan grande.

Lo que hace muy probable una corrección importante del precio del gas natural, aunque no se pueda descartar que la convergencia entre ambos se pueda producir por una subida fuerte del precio del petróleo, pero que se daría con estancamiento del precio del gas para que fuera posible.

A estas alturas ya parece que se da por hecho que en este invierno próximo vamos a estar en el peor de los mundos en lo que a suministro de gas y electricidad 

Lo que, a su vez, salvo problemas graves en Oriente Medio u otros productores, parece improbable en un ambiente de desaceleración de la economía mundial. 

Da la sensación de que el pánico al desabastecimiento está jugando una mala pasada, no porque las reservas de gas no estén muy bajas, que lo están, sino porque a estas alturas ya parece que se da por hecho que en este invierno próximo vamos a estar en el peor de los mundos en lo que a suministro de gas y electricidad se refiere.

Y normalmente, cuando eso es así, se suele producir de repente un cambio de tendencia. Bastaría que se lograra el acuerdo sobre la apertura del gasoducto Nord Stream 2; que Argelia reanudara o suavizara sus relaciones con Marruecos o que la economía mundial se desacelerara a más velocidad de lo que lo está haciendo para que ese cambio de tendencia se materializara.

Si es que no lo ha hecho ya desde el 5 de octubre. Lo que es una apuesta bizarra donde las haya, pero que, a pesar de su baja probabilidad del 15% puede tener su sentido. Al fin y al cabo, la probabilidad de que Biden le ganara la presidencia a Trump, a pesar de que todos los presidentes USA suelen repetir mandato, era igual de baja…