Si no hay imprevistos de última hora, el juicio que enfrenta a Andrea Orcel con el Banco Santander quedará este miércoles visto para sentencia. Es posible que el dictamen del juez sirva algún día de inspiración para una película de ficción en la que un conocido financiero con fama de tiburón sin escrúpulos intenta doblegar el pulso a uno de los mayores bancos del mundo.

En un reportaje de Reuters en el que se recopilaban los detalles de esta disputa, se comparaba el aspecto físico de Orcel (58 años) con el de George Clooney (60). Quizás, la prensa financiera ya ve al protagonista de La Gran Estafa (también conocida como Ocean's Eleven) interpretando el papel del italiano en sus cuitas entre la City londinense y Madrid.

Fue en 2019, cuando Orcel demandó al Santander por no formalizar una oferta laboral que el financiero afirma que era vinculante, en contra de lo que asegura el banco. En este tiempo, Santander ha presentando a la causa documentación y mensajes intercambiados entre la presidenta, Ana Botín, y otros estamentos de la entidad con Orcel que permiten ver buena parte de los entresijos del intento fallido de contratación.

Ante la firmeza de sus acusaciones contra el Santander, al que culpa de dañar su "honorabilidad", sorprende mucho que Orcel haya llegado al final del juicio rebajando la cuantía de su demanda -de 112 millones de euros a 76 millones- y colocado como consejero delegado de UniCredit, otro gran banco europeo.

Un fichaje que parece poner de manifiesto que el futuro laboral de Orcel no se acababa por no salir adelante la oferta del Santander. Y un salto profesional que ha convertido este juicio en un problema para tres grandes de la banca europea: el Santander, UBS y UniCredit.

'La gran estafa' y Andrea Orcel

'La gran estafa' y Andrea Orcel EP y Reuters.

Lo que no es posible saber son las consecuencias que habría tenido para el banco español seguir adelante con aquel carísimo fichaje en 2018.

En el décimo aniversario de la crisis financiera, contratar a un CEO por un sueldo de 10 millones de euros, una prima de otros 17 millones y un máximo de salario diferido de 35 millones, no hubiera calado bien en la opinión pública española. No olviden que en aquel momento, el PSOE acababa de llegar al poder y había puesto sobre la mesa el ya olvidado "impuesto a la banca para financiar las pensiones".

En términos reputacionales, fichar a Orcel hubiera tenido un coste para el Santander. Pero en lo que se centrará este miércoles el juez es en otra cifra: la del reparto del pago de la indemnización que según la documentación aportada por el banco español, Orcel había prometido que abonaría en parte UBS.

El salto laboral de Orcel ha convertido este juicio en un problema para tres grandes de la banca europea: el Santander, UBS y UniCredit

Es importante un detalle: esa firma es su anterior empleador... y uno de los grandes de la banca de inversión del que el Banco Santander es cliente habitual. Por eso parecía encajar que asumiera parte de ese coste y allanar así el camino para que Orcel abandonara su mansión de Holland Park en Londres para mudarse a Madrid con su familia.

En este 20 de octubre, declararán el presidente no ejecutivo de UBS, Axel Weber, y el director de compensaciones, Mark Shelton. Lo harán por videoconferencia después de que el banco de inversión pusiera trabas a que ambos directivos acudieran personalmente a declarar a los juzgados madrileños.

Entre otros aspectos, tendrán que aclarar si en algún momento Orcel planteó que UBS se hiciera cargo de una parte de los 55 millones de euros en los que estaba blindada su salida de la entidad. Santander defiende que siempre puso sobre la mesa asumir hasta 35 millones de euros y que el italiano se comprometió a negociar con ellos que UBS pusiera el resto y fracasó en el intento.

Orcel afirma que dio por sentado que su contrato por el Santander estaba hecho tras una comunicación al mercado y a los accionistas en la que se anunciaba su fichaje. Un anuncio que para el banco era un 'globo sonda' para ver cómo calaba en la opinión pública y entre los accionistas, pero que la defensa de Orcel presenta como ejemplo de que su oferta era vinculante.

Santander siempre ha dicho que se echó atrás en el proceso, entre otros motivos, por el comportamiento "poco ético" de Orcel. Quizás no ayude a la defensa del banquero su obcecación posterior intentando criminalizar el pleito con el banco español y su decisión de aportar grabaciones privadas con Botín y con otros ejecutivos del banco: el secretario de la comisión de nombramientos, Jaime Pérez Renovales, y el director general adjunto , Javier García Carranza.

Su decisión de seguir hasta el final para no renunciar a un pago del Santander recuerda a algunos ese perfil de banquero greedy (avaricioso) que pone por delante su indemnización al daño que este caso pueda hacer a la reputación de UniCredit -entidad que le paga ahora 7,5 millones al año-.

Por su parte, Botín quiere pasar ya página y que el caso quede visto para sentencia, tras el retraso sufrido como consecuencia de la Covid-19.

Si el 'caso Orcel' inspira a los guionistas de Hollywood, en esta ocasión, entre los personajes de la cúpula financiera habrá una mujer y, aún más inusual, sería  española.