"La vida no consiste en esperar a que pase la tormenta, sino en aprender a bailar bajo la lluvia". (Vivien Greene).

La semana pasada, el FMI actualizó sus proyecciones de crecimiento en su informe trimestral de perspectivas de la economía mundial.

Si se cumplen, en el conjunto de los tres años del periodo 2020-22, España habrá decrecido casi un 1%, por lo que, si se mantiene un crecimiento normal, el nivel de PIB prepandémico lo recuperaremos en 2023.

Estados Unidos lo recuperará este mismo año: en el agregado de 2020 y 2021, ya habrá crecido un 2,68%. Parecen claras las consecuencias de tener una economía plagada de innovación y de tener una estrategia de vacunación muy rápida y eficaz.

La eurozona se sitúa en un punto intermedio, es decir, se recuperará en 2022. A finales del próximo año, habrá crecido en el conjunto de los tres años del periodo 2020-22 un 1,22%.

Dicho de otra forma, somos los últimos de la clase. Podemos culpar a nuestra dependencia del sector turístico. Pero entonces, ¿por qué no incentivamos fiscalmente la radical atracción de sectores innovadores poniendo, por ejemplo, un tipo reducido en el impuesto de sociedades a sectores como el tecnológico o el de la salud digital? Parece que se prefiere subir impuestos en plena crisis. Menos mal que tenemos los fondos europeos, si no, imaginemos dónde podríamos acabar:

Esta infografía a modo de resumen concluye que, en el sumatorio de los tres años (2020, 2021 y 2022), el mundo habrá crecido un 7%; los países ricos, un 3,77%; y los emergentes y subdesarrollados, un 9,57%:

Aquí vemos el detalle por regiones. Es impresionante el caso de Asia emergente: en el trienio comentado, habrá crecido un espectacular 14%. Algunos todavía tendrán dudas acerca de si invertir en China e India:

En las economías avanzadas, las medidas fiscales han sido considerables y abarcan varios años (6% del PIB en 2021), como, por ejemplo, las aprobadas recientemente en Estados Unidos y las que constan en el presupuesto de 2021 de Reino Unido.

Entre los países emergentes y en desarrollo, el apoyo fiscal ha sido más limitado debido a las restricciones financieras. En promedio en 2020, los déficits fiscales como proporción del PIB se situaron en el 11,7% en el caso de las economías avanzadas, 9,8% en el de los emergentes y 5,5% en el de los países en desarrollo de bajos ingresos:

Como resultado, la deuda pública mundial se aproximó al 97% del PIB a finales de 2020, y el FMI prevé que permanezca apenas por debajo del 100% del PIB a medio plazo. El desempleo y la pobreza extrema también han aumentado significativamente. La pandemia, por lo tanto, podría dejar secuelas profundas.

No tengo duda de que saldremos adelante, no hay mal que cien años dure. Albert Camus decía: "En las profundidades del invierno, descubrí que en mi interior habitaba un verano invencible".