El poder financiero se resiste a abandonar Londres. Acaban de cumplirse 100 días desde que entró en vigor el acuerdo de divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea. Un documento que dejó abiertas algunas cuestiones importantes, entre ellas, el detalle sobre cómo será la futura relación entre la City y los Veintisiete.  

Cuando los británicos votaron el 'sí' al brexit, Fráncfort ya tenía construida una gran ciudad financiera, con capacidad para albergar junto al Banco Central Europeo (BCE) la sede de la gran banca mundial en el Viejo Continente.

A la competición por captar talento financiero se sumaron pronto otras grandes ciudades, como Madrid, París o Ámsterdam. En junio se cumplirán cinco años desde que arrancaron los road show para atraer las sedes de grandes bancos asentados en la City. Y el balance no es bueno ni para la Unión Europea, ni para España. 

Pedro Sánchez y Ángela Merkel, con una imagen del Canary Wharf (Londres) de fondo.

Pedro Sánchez y Ángela Merkel, con una imagen del Canary Wharf (Londres) de fondo.

La delantera que el Reino Unido ha tomado en la vacunación tras una tremenda guerra comercial con Bruselas no es la única partida de la que Boris Johnson ha salido airoso en esta primera etapa de divorcio.

El sector financiero en Londres ya no es lo que era. Y da fe de ello el paisaje que describen de la City quienes han paseado últimamente por sus calles. Sin embargo, la huida a países europeos no ha sido, ni mucho menos, la anticipada cuando se anunció el divorcio. Hay sociedades que han traslado su domicilio social o han abierto oficinas en la UE, pero con un impacto mucho más limitado de lo que se esperaba.

Los números son tozudos y las cuentas no salen. Para la banca es más rentable mantener su sede en el Reino Unido que trasladarla a una Europa en la que hay más burocracia, una regulación más rígida y se pagan más impuestos que en Londres.

Para la banca es más rentable mantener su sede en el Reino Unido que trasladarla a una Europa en la que hay más burocracia

En España, Luis de Guindos vio clara la oportunidad que se abría en 2016 para un país muy tocado en el ámbito financiero por la crisis de 2008 si se apostaba por atraer sedes corporativas de los grandes actores del mundo de la banca y de empresas cotizadas que decidieran cruzar el canal de la Mancha.

Conocida fue la experiencia del ICEX con Invest Spain con Rocío Güemes y Daniel Lacalle. Un proyecto que no llegó a colmar la ambición que tenía por falta de apoyo político español y europeo para ofrecer los cambios regulatorios y fiscales que exigían los financieros procedentes de Londres.

Pese a todo, Invest Spain dio frutos al captar una treintena de empresas y 4.500 millones procedentes de la City entre 2017 y 2018.

Se cuenta poco que para conseguir captar a estas empresas fue necesaria también la implicación del Ayuntamiento de Manuela Carmena. En concreto, fue su jefe de Gabinete y vicepresidente de Madrid Destino, Luis Cueto, una de las figuras que más colaboró con Güemes, Lacalle y con los Gobiernos de Cristina Cifuentes y Ángel Garrido.

La llegada de Pedro Sánchez al poder prometiendo el ya fuera del debate "impuesto a la banca" y la finalmente aprobada 'tasa Tobin' fue un primer gran tropezón para España. Pero el remate fue el contenido del acuerdo de Gobierno con Pablo Iglesias que espantó a unos financieros que buscan destinos sin rigideces burocráticas, con flexibilidad laboral y con los menores impuestos posibles.

Angela Merkel, Boris Johnson, Ursula Von der Leyen, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Janet Yellen, Rocío Güemes, Luis Cueto, Daniel Lacalle y Luis de Guindos.

Angela Merkel, Boris Johnson, Ursula Von der Leyen, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Janet Yellen, Rocío Güemes, Luis Cueto, Daniel Lacalle y Luis de Guindos.

La tributación a la que están sometidos los dueños y socios de grandes firmas financieras en España es muy superior a la de Reino Unido, lo que fue un lastre para aquel road show en el que también se vendía 'calidad de vida'.

El anuncio de más impuestos y de la derogación de la reforma laboral fue la puntilla de España ante las ya de por sí menos ventajosas condiciones que ofrecía la Unión Europea a los financieros procedentes del Reino Unido.

El desliz español no ha sido palmario porque hay algunas empresas que han aumentado efectivos a raíz del brexit y porque España comparte el fracaso en captación de capital con sus socios del euro.

Todo un jarro de agua fría para Angela Merkel que no ha sabido capitalizar el potencial de Fráncfort. La razón, contar con impuestos más altos que Londres y con una legislación laboral que es similar para el trabajador de una fábrica de coches que para un banquero, algo que no convence en los centros de decisión que se han quedado en la City.

En este tropezón europeo hay una excepción. Se trata de Ámsterdam, que sí ha logrado capitalizar el brexit al atraer a numerosas empresas que han abandonado Londres. De hecho, la ciudad holandesa ha desplazado a la plaza británica como el centro de negociación de acciones más grande de Europa.

Holanda, un país frugal y con fiscalidad atractiva, aunque ahora Janet Yellen tenga en su punto de mira a las economías que ofrecen ventajas fiscales a las empresas para captar sus sedes.

Pese al auge de Ámsterdam, en términos de poder financiero, la City sigue ocupando el segundo puesto en el ránking del mundo por detrás de Nueva York.

Así lo recogía un reciente estudio del que se hacía eco la publicación City A.M. que apuntaba a Shanghai, Hong Kong y Singapur como grandes competidores que están acortando distancias en esta batalla por liderar los centros financieros globales.

Europa tiene que despertar. Con la rapidez que se mueve el dinero, lo que está costando arrebatar negocio a la City de Londres debería ser analizado por Bruselas en cuanto Ursula von der Leyen tenga bajo control la crisis por la gestión de las vacunas.

ATENTOS A...

Ya está aprobada la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética de Teresa Ribera, una normativa que para muchos se ha quedado corta, aunque para otros ha ido demasiado lejos.

La vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera.

La vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera. EP

Pero en lo que hay amplio consenso económico es que esta ley llega en un momento en el que el objetivo ambiental es también un objetivo económico.

Primero porque las energías verdes serán más baratas que las marrones, lo que convertirá su uso en el medio plazo en un tema vital para la competitividad. Segundo porque solo las empresas que demuestren ser sostenibles podrán sobrevivir en el medio plazo. Y tercero porque apostar por el cambio climático será clave para las empresas que quieran optar a los fondos europeos sobre los que Pedro Sánchez aportará detalles esta semana.