Lingotes de platino con una pureza del 99,98% en la planta de metales no ferrosos de Krastsvetmet, en la ciudad siberiana de Krasnoyarsk (Rusia).

Lingotes de platino con una pureza del 99,98% en la planta de metales no ferrosos de Krastsvetmet, en la ciudad siberiana de Krasnoyarsk (Rusia). Reuters

Materias primas

El platino vuela más de un 170% y destrona al oro y la plata en el año del 'boom' de los metales preciosos en los mercados

El 'metal blanco' marca nuevos máximos históricos. El paladio sube un 101%; el estaño, un 47%; el cobre, un 42%, y el aluminio, un 16%.

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Las claves

El platino se ha revalorizado un 173% en 2025, superando al oro y la plata como el metal precioso más rentable del año.

La escasez global, la alta demanda para tecnologías de hidrógeno y la fiebre inversora han impulsado al platino a máximos históricos de 2.503,35 dólares por onza.

El oro y la plata también han marcado récords, con rentabilidades del 73,2% y 160% respectivamente, en un contexto de inflación, recortes de tipos y refugio inversor.

El auge de los metales preciosos responde a factores como la incertidumbre geopolítica, la transición energética y la búsqueda de alternativas a las divisas y la deuda.

El platino se ha disparado un 173% en 2025 y ha arrebatado el protagonismo al oro y la plata en los mercados. El metal, impulsado por la escasez global, el auge del hidrógeno y la fiebre inversora por las materias primas, firma el año más brillante de su historia moderna.

La subida coincide con un rally generalizado de los metales preciosos, en un contexto de inflación persistente, recorte de tipos y búsqueda de refugio frente a la deuda y las divisas.

El platino, usado en joyería, industria y tecnologías limpias, ha alcanzado máximos históricos en los 2.503,35 dólares por onza. En enero apenas superaba los 900 dólares.

El oro y la plata tampoco se han quedado atrás. El oro —eterno refugio financiero— ha marcado un nuevo récord absoluto en los 4.531,24 dólares por onza. La plata también ha registrado su propio techo histórico en 75,83 dólares.

La rentabilidad anual acumulada por el oro es del 73,2%. La de la plata, del 160%.

Este es el mejor ejercicio para ambos metales preciosos desde 1979, el año del llamado shock del oro que acompañó al último gran ciclo inflacionista del siglo XX.

El avance conjunto de oro, plata y platino no es habitual. Detrás del auge coinciden factores macroeconómicos como la inflación persistente, la expectativa de recortes de tipos y una ola de incertidumbre geopolítica que ha devuelto a los metales su papel de refugio.

Escasez y déficit

En este contexto, el platino brilla más que el oro y la plata. ¿La razón? La escasez del metal blanco.

Sudáfrica, origen de cerca del 70% de la producción mundial, sufre cortes eléctricos crónicos, minas envejecidas y falta de inversión. El resto de productores, con Rusia y Zimbabue como actores secundarios, apenas aporta nuevas fuentes. El resultado es menos metal circulando y precios disparados.

A esa escasez se suma un nuevo motor: el hidrógeno. El platino es esencial para fabricar pilas de combustible y electrolizadores, tecnologías clave del hidrógeno verde.

Algunos analistas calculan que, en torno a 2030, estos usos podrían absorber casi un 15% de la producción mundial de platino, es decir, cerca de un millón de onzas anuales.

Mientras tanto, los usos tradicionales —industria química, refino de petróleo, fibra óptica, vidrio y joyería— siguen mostrando fortaleza.

En países como India, las ventas de joyería de platino se han multiplicado por cinco en una década. En Estados Unidos y Europa, el platino ha recuperado terreno frente al oro blanco.

La estrella del mercado

El platino ha sido durante años el gran rezagado de los mercados financieros. Su uso principal en los catalizadores de los motores diésel lo condenó a la caída cuando ese segmento del automóvil entró en declive tras el dieselgate.

La demanda industrial se desplomó y muchos inversores lo dieron por amortizado.

En 2025 ha sucedido justo lo contrario: la cotización del platino ha subido más de lo que había caído en toda la década anterior.

La rentabilidad acumulada este ejercicio, del mencionado 173%, es histórica. Todo apunta a que 2025 será el mejor año para el platino en los mercados desde, al menos, comienzos de los años setenta, según las series históricas disponibles.

Por un lado, el platino se ha visto impulsado por la transición energética. Por otro, su precio, muy por debajo de su media histórica, ha atraído a fondos que han visto una oportunidad tras años de olvido.

Ese doble impulso —de la industria y la inversión— ha creado el escenario ideal para el rally.

Del platino al estaño

Pero el fenómeno no se limita al platino. La mayoría de metales registran importantes subidas en este ejercicio.

Como en el caso del metal blanco, las causas que explican el incremento del precio del oro son claras.

Los recortes de tipos de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) reducen la rentabilidad de los bonos, favoreciendo los activos que no generan intereses.

Al mismo tiempo, los bancos centrales —sobre todo los de China, India y Turquía— han comprado oro a un ritmo récord para diversificar sus reservas y reducir la dependencia del dólar.

Las tensiones en Oriente Próximo y la incertidumbre global reforzaron su papel como refugio financiero universal.

La plata, por su parte, ha volado impulsada por dos motores. El primero es el industrial. La demanda récord en paneles solares, vehículos eléctricos y electrónica ha provocado un quinto déficit consecutivo.

El segundo motor es financiero: el contagio de la fiebre del oro. Cuando el metal amarillo se dispara, muchos inversores trasladan parte de los flujos a la plata, su hermana pequeña.

El rally no se ha limitado a los metales preciosos. El precio del paladio en los mercados financieros se ha incrementado un 110%, impulsado por su déficit relativo y la recuperación del sector automovilístico.

Entre los industriales destacan el estaño (+47%), el cobre (+42%) y el aluminio (+16%).