El gigante de los electrodomésticos BSH es la marca más penalizada en el informe sobre reputación empresarial en España elaborado por el Reputation Institute. Después de figurar en el ránking de 2016 en el tercer lugar de las empresas con mejor reputación en nuestro país ha pasado en 2017 a desaparecer ya no sólo del top 10 sino de la lista de las 50 mejores compañías. No es ajeno a este asunto el impacto del escándalo de las 5.600 cocinas turcas con riesgo de explosión comercializadas en España por este grupo principalmente bajo la marca Balay.

BSH es el resultado de una ‘joint venture’ creada en 1967 por dos grupos industriales alemanes, Bosch y Siemens, y que desde hace dos años está controlado al 100% por Bosch. Su máximo responsable en España, donde tiene siete factorías, es el ingeniero José Longás, consejero delegado y director general desde 2001. Longás, un veterano gestor, sostuvo con mano firme el pulso de la compañía durante la crisis que comenzó en 2008, en la que su mercado se redujo a la mitad de lo que era. Pese a las duras circunstancias, Longás logró introducir mayores niveles de flexibilidad interna y consiguió identificar sus marcas con valores como la sostenibilidad y la búsqueda de la excelencia. Pero el caso de las cocinas potencialmente explosivas, que la empresa admitió públicamente en febrero, ha supuesto un duro golpe para su reputación y ha situado a este grupo entre las grandes marcas alemanas donde la confianza de los consumidores se ha visto hondamente cuestionada.

Ni sin Slim ni con Slim. FCC sigue sin levantar cabeza dos años después de que el magnate mexicano salvara de la quiebra a la compañía de la familia Koplowitz. Pensaba el empresario azteca que la cosa estaba complicada, pero no tanto. Y sus peones, con el consejero delegado Carlos Manuel Jarque Uribe al frente, tampoco le han ayudado mucho. Los contratos llegan con cuentagotas, los ingresos se resienten y solo las desinversiones en activos no estratégicos y las ampliaciones de capital han servido para reducir un 35% la deuda, todavía muy alta en 3.600 millones.

Quienes sí están cosechando beneficios en FCC son algunos familiares del millonario mexicano. En el consejo figuran su sobrino Alfonso Salem Slim y su sobrino político, Alejandro Aboumrad, quien no ostenta cargos ejecutivos en la compañía pero desde 2015 cobra a través de un jugoso contrato de prestación de servicios que le reporta 338.000 euros anuales. En 2016, Aboumrad añadió otros 47.000 euros por las asistencias a consejos y comisiones. Sin embargo, Jarque, que es una persona de la máxima confianza de Slim, no ha acabado de dar con la tecla adecuada para que su jefe pueda vislumbrar, a corto y medio plazo, una forma de sacar lustre, vía dividendos, a los cerca ya de 2.000 millones invertidos para hacerse con el 61% del grupo constructor.