La Academia Sueca ha concedido el Premio Nobel de Economía 2025 a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, por sus investigaciones sobre cómo la innovación impulsa el crecimiento económico. No se trata de un premio más.

Reconoce una idea esencial para nuestro tiempo. El crecimiento sostenible no se consigue solo con inversión o estabilidad macroeconómica, sino con la capacidad de innovar, reinventarse y transformar constantemente nuestras estructuras productivas. 

No puedo sino celebrar este mensaje. Porque resume, en buena medida, el sentido de nuestro trabajo como asociación empresarial: promover un entorno donde las ideas nuevas puedan florecer, transformarse en valor y llegar al conjunto de la sociedad. 

Los tres premiados han ayudado a entender por qué unas sociedades crecen y otras se estancan. Joel Mokyr, historiador económico, ha demostrado que el progreso tecnológico no surge solo de los laboratorios, sino de una cultura que valora la curiosidad, la apertura y la experimentación. Sin un entorno social que premie la creatividad y tolere el error, la innovación se frena. 

Por su parte, Philippe Aghion y Peter Howitt han formulado la teoría del crecimiento por “destrucción creativa”: cada innovación sustituye a la anterior, generando nuevos empleos, empresas y sectores, a la vez que obliga a otros a transformarse. Es un proceso que puede ser exigente, pero también profundamente dinámico. Gracias a él, las economías avanzadas mantienen su vitalidad y crean oportunidades nuevas. 

Lecciones para Europa y España 

El Nobel llega en un momento clave para Europa. En un contexto de desaceleración económica, tensiones geopolíticas y desafíos tecnológicos, este reconocimiento recuerda que la competitividad no se decreta, se construye. Y se construye sobre políticas que incentiven el talento, la investigación y la iniciativa empresarial. 

España tiene una gran oportunidad. En los últimos años hemos avanzado en conectividad, digitalización y despliegue tecnológico.

Pero todavía necesitamos acelerar la transferencia de conocimiento, fortalecer los ecosistemas de innovación, reducir las barreras regulatorias y, con ello, conseguir que nuestras empresas crezcan en tamaño y puedan incrementar la inversión necesaria para alcanzar un crecimiento sostenible. 

La lección de Aghion y Howitt es clara: sin competencia y sin un marco flexible, la innovación pierde fuerza. Y la de Mokyr nos recuerda que también necesitamos una mentalidad abierta al cambio, tanto en las instituciones como en la sociedad. 

Innovar es también cuidar a las personas 

La “destrucción creativa” de Aghion y Howitt no debe entenderse como una invitación a dejar a nadie atrás. La verdadera innovación es inclusiva: crea empleos de mayor valor, impulsa la productividad y mejora el bienestar colectivo. 

Por eso es esencial acompañar la transformación con formación, actualización de conocimiento y políticas activas de empleo.  

Según el informe Empleos y Sectores Emergentes de DigitalES, los perfiles más demandados —especialistas en IA, ciberseguridad o análisis de datos— siguen creciendo (aunque cada vez más despacio), pero el déficit de talento digital persiste.  

El mensaje de este premio Nobel es un recordatorio de que la innovación no es una opción, sino una necesidad. Europa debe liderar la próxima ola tecnológica —la de la inteligencia artificial, la economía del dato, la cuántica o la doble transición verde y digital— con decisión y visión de largo plazo. 

Y debe hacerlo sin dejar a nadie atrás fortaleciendo la colaboración público-privada, respaldando al tejido empresarial digital, facilitando la digitalización de pymes y autónomos, promoviendo el desarrollo del talento y recordando que solo innovando podremos crecer de forma sostenible, y solo creciendo podremos mejorar nuestro bienestar. 

***Miguel Sánchez Galindo es director general de DigitalES