Una de las investigadoras de AIMPLAS, durante el desarrollo de un proyecto.

Una de las investigadoras de AIMPLAS, durante el desarrollo de un proyecto.

Centros tecnológicos ESPECIAL

Síntesis de polímeros y reciclado químico: cuando el plástico en un aliado para el medio ambiente

Visitamos las instalaciones de AIMPLAS, el instituto tecnológico valenciano que, tras su ampliación, inicia varias líneas de investigación en torno a los nuevos usos de este material.

7 agosto, 2022 02:22

Un paseo de más de una hora por laboratorios químicos, plantas de experimentación y una sala de exposición de proyectos constata algo importante: el plástico -tan denostado a nivel medioambiental- no tiene por qué ser el demonio sobre la faz de la tierra.

D+I visita AIMPLAS, el instituto tecnológico del plástico ubicado en el Parque Tecnológico de Paterna (Valencia) y que forma parte de la red de centros especializados de REDIT. Allí, en un entorno de máxima limpieza y seguridad, se trabaja con un objetivo claro: desmontar esa hipótesis demoniaca en torno a este material.

La gran cantidad de proyectos desarrollados en los últimos años y los que están por venir demuestran que el plástico puede llegar a ser más sostenible que otros materiales, gracias a un aliado de lujo: la economía circular.

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De hecho, este verano AIMPLAS ha inaugurado su esperada ampliación. Las nuevas instalaciones, financiadas por el Instituto Valenciano de Competitividad Empresarial (IVACE) con 2,47 millones de euros, permitirán al centro tecnológico dar respuesta a la creciente demanda por parte de la sociedad y de las empresas de soluciones para impulsar la economía circular a través de la I+D+i.

Concretamente, se han inaugurado 2.200 metros cuadrados para plantas piloto, laboratorios y espacios de trabajo concebidos desde el primer momento con criterios de sostenibilidad medioambiental y que se ha convertido en el primer edificio de I+D español en contar con el certificado BREEAM.

Esta nueva instalación cuenta con una planta piloto destinada a procesos químicos de síntesis de polímeros y también para investigar el uso del CO2 como materia prima de origen renovable, así como para el desarrollo de nuevos procesos de reciclado químico e investigaciones para el sector médico.

Este instituto tecnológico se ha marcado como objetivo contribuir a que las empresas apliquen la economía circular a su modelo de negocio para convertir los cambios legislativos que afectan a la industria del plástico en oportunidades para mejorar su eficiencia, reducir su impacto ambiental y aumentar su rentabilidad económica.

La actividad en AIMPLAS es frenética.

La actividad en AIMPLAS es frenética.

Su ámbito de trabajo incluye, pues, investigaciones en ámbitos como el reciclado, los materiales y productos biodegradables, el uso de biomasa y CO2, con el objetivo de desarrollar soluciones innovadoras que ayuden a resolver los desafíos actuales en medio ambiente.

Sólo por tener una referencia del bagaje de AIMPLAS, cabe destacar que la actividad de este instituto relacionada con la economía circular durante el año pasado se plasmó en un total de 178 proyectos de I+D+i presentados, cerca de 1.000 servicios tecnológicos realizados y 40 actividades formativas y jornadas a las que asistieron más de 2.500 profesionales de unas 800 empresas.

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No menos prometedor parece el presente ejercicio. Y, para muestra, algunos de los proyectos que se han presentado en este primer semestre del año.

AIMPLAS ha presentado NEOREC, una iniciativa que desarrolla soluciones avanzadas de reciclado mecánico y químico para evitar que estos residuos complejos, como son los desechos de neumáticos, colchones o cables, se acumulen en vertederos, buscando que se aprovechen para obtener materiales y sustancias industriales.

No conviene olvidar, al hilo de lo anterior, que hasta cuatro millones de toneladas de neumáticos fuera de uso se generan cada año en Europa, 300.000 toneladas sólo en España, según estima la Asociación Europea de Fabricantes de Neumáticos y Productos de Caucho (ETRMA). Esto da una idea de la utilidad de investigaciones como la descrita para dar una segunda vida a estos materiales.

Entre otros procesos de reciclado químico, se está utilizando la degradación anaerobia que consiste en aislar y seleccionar microorganismos que sean capaces de biodegradar anaeróbicamente los biopolímeros con una mayor velocidad que otros organismos convencionales, lo que permitirá establecer un proceso de reciclado más eficiente.

Banco realizado con residuos del sector pesquero, instalado en la terraza de la aceleradora Innsomnia.

Banco realizado con residuos del sector pesquero, instalado en la terraza de la aceleradora Innsomnia.

También se trabaja en tratamientos parciales de ruptura de cadena para volver a obtener plásticos con los mismos requerimientos iniciales.

¿Y si, además de a partir de este tipo de residuos complejos, se pudieran crear nuevos materiales biodegradables a partir de residuos alimentarios? También hay respuesta afirmativa en este sentido a través de AIMPLAS.

La clave la dan dos proyectos, Fastbiopack y Valpla. El primero, trabaja en el desarrollo de nuevas soluciones de envases barrera biodegradables. De esta forma, se cumple con el objetivo de convertir en nuevos recursos los biorresiduos originados por la industria alimentaria.

Según explican desde el instituto, "las soluciones de envase biodegradable que existen en la actualidad presentan limitaciones". Estos nuevos desarrollos, además de ser biodegradables, presentan propiedades barrera que protegen y alargan la vida útil de los alimentos envasados.

Elaborar bioproductos

Asimismo, AIMPLAS investiga en este proyecto un novedoso método acelerado para el análisis del proceso de biodegradación que permita reducir a la mitad el tiempo de estudio de este proceso en las nuevas estructuras.

También en la línea de soluciones para mejorar la sostenibilidad medioambiental del sistema productivo agroalimentario y reducir el desperdicio alimentario, AIMPLAS investiga con el proyecto Valpla los residuos sólidos urbanos, los residuos lácteos y cítricos, entre otros subproductos de la industria agroalimentaria, así como la biomasa lignocelulósica como alternativas a los recursos fósiles para obtener bioplásticos como el ácido poliláctico (PLA).

Estos residuos -explican desde el instituto- "presentan un alto potencial como alternativa a los recursos fósiles para elaborar bioproductos de alto valor añadido que pueden emplearse para fabricar envases alimentarios y cosméticos, implantes médicos o filamentos 3D, entre muchos otros productos".

Ambos proyectos están financiados en parte por el IVACE, que, por cierto, también respalda otro de los grandes retos investigadores de AIMPLAS: la captura de CO2.

El proyecto SOSCO2 trabaja en dos líneas estratégicas: el desarrollo de tecnologías de separación selectiva de CO2 basadas en membranas poliméricas con propiedades avanzadas y el posterior uso del dióxido capturado para obtener productos químicos de mayor valor añadido. 

La idea, indican desde AIMPLAS, es que "las industrias cementeras, azulejeras, del sector del plástico o químico no sólo reduzcan sus emisiones, sino que se beneficien de un compuesto aparentemente sin valor como el dióxido de carbono y lo transformen en productos de gran interés en el mercado como etileno, carbonatos cíclicos y policarbonatos".

La nueva pasarela, emblema de la ampliación de AIMPLAS, y en la que el plástico sostenible es protagonista.

La nueva pasarela, emblema de la ampliación de AIMPLAS, y en la que el plástico sostenible es protagonista.

Son algunos ejemplos de proyectos que demuestran cómo los nuevos materiales basados en plástico pueden contribuir a mejorar las cifras más negativas relacionadas con el medio ambiente.

Hay más: paneles calefactables con los que se ha mejorado el impacto ambiental de la climatización de un vehículo a través de la eficiencia energética, materiales para mejorar el confort térmico en viviendas, mobiliario urbano diseñado con residuos del sector pesquero…

Acabamos la visita transitando por la nueva pasarela que intercomunica las naves del instituto. Ya es un referente en el Parque Tecnológico por su peculiar y característico diseño que reproduce la estructura hexagonal de un polímero.

Allí, el director de negocio de AIMPLAS, Sergio Giménez, pone sobre la mesa el dato definitivo que demuestra que el plástico no es tan fiero como parece para la sostenibilidad del planeta: "En algunos de nuestros proyectos hemos llegado a reducir el impacto ambiental de productos plásticos en hasta un 80%".