Tomarse en serio el ODS número 12 está de moda. Ojalá lo estuviera, por cierto, tomarse en serio todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Y no lo parece si atendemos a la llamada de la ONU, que justo el próximo lunes día 15 inicia la Semana de la Sostenibilidad, precisamente para darle un empujón a la concienciación global y sistemática de la Agenda 2030.

El problema del cambio climático está duro. El propio presidente de la Asamblea, Dennis Francis, ha remarcado el récord de temperatura del pasado mes de marzo. También ha puesto sobre la mesa que si no actuamos en 2050 habrá en el mar más plásticos que peces.

Ojalá de esa reunión en la que deberían participar el máximo número y nivel de mandatarios surgieran medidas de urgencia que lleguen a la sociedad en su conjunto. Porque esta agenda es de todos. Lo tengo tan claro, que siempre que doy charlas o clases sobre sostenibilidad, ya sea en su relación con la comunicación o con la moda, añado una R a las clásicas atribuidas al reciclaje: la de reeducar.

Sin repensar, sin reeducar, el paisaje se llena de obstáculos que hacen francamente difícil que lleguemos a metas alineadas con el cambio necesario y marcado por la agenda 2030 (tic-tac, tic-tac, quedan 6 años). Y depende de todos. Repito.

Me contaba recientemente un director de sostenibilidad que cuando imparte clases o charlas siempre pregunta a los asistentes si en los últimos días han realizado algún acto que les otorgue la medalla de sostenibles.

“Prácticamente todos levantan la mano. Sin embargo, cuando les pregunto quién está realmente comprometido con la sostenibilidad en su vida, la mayoría de las manos se bajan…, porque una cosa es separar los residuos y otra muy diferente no generarlos”, decía. Y así...

Lo copio, amigo. Y presto el argumento para copiar pensando en concienciar.

Si hablamos de residuos, si hablamos de consumo responsable, metas incluidas en el ODS número 12 parece que algo está cambiando. No para tirar cohetes, es cierto, porque España sigue incumpliendo el mandato europeo de reciclar al menos el 50% de las basuras.

Pero hay ligeras mejorías. Eso deduzco de un estudio realizado por la Asociación para la Gestión del Residuo Textil donde se integran Decathlon, El Corte Inglés, H&M, IKEA, Inditex, KIABI, Mango, Tendam y últimamente Sprinter y la empresa de análisis 40dB.

Sus datos son esperanzadores, ya que un 83,4% de los españoles encuestados cree en la necesidad de darle una segunda vida al textil y al calzado y reclaman también que exista un sistema nacional de recuperación que los incluya.

La investigación realizada pone de manifiesto que 6 de cada 10 personas han incluido entre sus costumbres el uso de ropa de segunda mano y que 1 de cada 3 compra en tiendas y aplicaciones especializadas en ese sector. Si el movimiento se demuestra andando, 2 de cada 3 han dado una segunda vida a más de 5 prendas de ropa en el último año.

A esto se le llama impacto. Porque son estas actuaciones las que van encaminadas a la consecución de ese cambio de economía lineal a circular reclamado. Ese impacto además gana valor si es medible, y los datos avalan el cambio que en el terreno de la moda se va percibiendo. Al menos, en lo que tiene que ver con las compras de prendas de vestir.

De hecho, y siempre según el citado estudio, un 75,4% de las personas asegura comprar solo lo que necesita, un 58,3% se fija en una mayor durabilidad de su ropa y su calzado y un 59,5% afirma que le gustaría comprar esas prendas fabricadas con materiales reciclados.

¿Y qué hacemos con la ropa usada? La mitad de las personas que han participado en la investigación no lo tiene claro. No sabe qué hacer con ella, especialmente los de más edad. Al mismo tiempo, es ese grupo el que se muestra más proclive a comprar prendas más duraderas, seguramente porque siempre lo hicieron así.

A partir de los 45 años se tiende a depositar más la ropa en contenedores y a recurrir a la R de reparación. A cambio, los jóvenes, especialmente entre 16 y 24, son más afines a la de reventa y confían más en los contenedores de reciclaje. 

Ese grupo de edad también gasta menos en moda, según otro informe, este   realizado por Kantar Worldpanel. Al parecer, menos y con menor  frecuencia. Y según se deduce del estudio, a raíz de lo vivido en la pandemia y de la creciente presión económica. Porque los y las jóvenes adquieren hoy un 33% menos de ropa que en 2008.

Además, el gasto se ha reducido, siendo ahora de 393 euros frente a los 584 de entonces. Son los más jóvenes, quienes tienen entre 25 y 45 años, los que más reducen sus compras, mientras que no se producen apenas cambios entre los 15 y los 24 años. Eso sí, si esto los lee un o una boomer la generación de nacidos entre 1946 y 1964, debe saber que su gasto en moda en 2023 se ha incrementado en un 6%.

Escuchaba estas estadísticas con dos amigas que aseguraban, una, que su hija, perteneciente al ecosistema de la moda, apenas la compraba nueva y, la otra, que cada vez que salía de compras con las suyas la pregunta más planteada no era ¿te gusta?, sino, ¿lo necesitas, lo necesito, lo necesitamos?