Marta Romo, pedagoga y experta en neurociencia.

Marta Romo, pedagoga y experta en neurociencia. Cedida

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La experta en neurociencia Marta Romo: "Estamos dejando de entrenar la memoria y ya no sabemos quiénes somos"

En 'Hiperdesconexión', la también pedagoga analiza el efecto que la tecnología y el estilo de vida moderno están teniendo en nuestros cerebros y emociones.

Más información: El sabio de la atención: "Las interrupciones constantes son peores para el cerebro que colocarse"

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Dice la pedagoga Marta Romo que hoy en día vivimos en "una contradicción": nunca habíamos tenido la capacidad de estar tan conectados (a través de la tecnología) y, a la vez, tan desconectados.

Y lo explica: "Usamos una palabra que en realidad describe lo contrario de lo que está pasando: es verdad que nos conectamos a un dispositivo, pero realmente cada vez que lo hacemos, nos desvinculamos del mundo". Y puntualiza que "incluso, a partir de un punto, nos desconectamos de nosotros mismos".

Porque, como insiste la también experta en neurociencia, las pantallas nos devoran de tal manera que "llega un momento en que pierdes la noción del tiempo".

El ejemplo que pone al otro lado del teléfono es sencillo de entender y, asegura, nos ha pasado a todos en un momento u otro de la vida: "Cuando consumes contenido haciendo scroll, al acabar no sabes ni siquiera lo que has estado viendo, no lo recuerdas, es como si no hubieras estado". Se produce, dice, "una presencia ausente".

Justo de esa "ilusión de la falsa conexión" es en lo que profundiza la también fundadora de Neuroclick en su libro Hiperdesconexión (Rocaeditorial, 2025). Porque, asegura, le preocupa el hecho de que hoy se utilice para estar frente a un dispositivo —sea móvil, sea ordenador, tablet o televisor— el tiempo que otrora se dedicaba a "conectar con las personas de verdad, a estar presentes".

Hiperdesconectados

Ahí está, dice, la paradoja. Pues, por ejemplo, "las redes sociales que nos acercan a los que están más lejos, pero en realidad nos alejan de los que están a nuestro lado". Esa frase, indica, captura a la perfección la "contradicción de la hiperdesconexión", es decir, el estar más desconectados que nunca a pesar de tener a cualquiera a un clic de distancia.

Esto, que podría parecer tan solo palabrería, se transforma en cambios radicales a nivel personal y social. Uno de los que más preocupa a Romo es el efecto Flynn, que asegura que se produce una subida continua, año tras año, del cociente intelectual de las personas.

Sin embargo, alerta la experta, el último estudio realizado habría demostrado que "estas nuevas generaciones, por primera vez en la historia, están teniendo puntuaciones más bajas que sus progenitores". La desconexión del mundo físico podría, por tanto, estar haciendo más tontos —o menos listos— a los humanos.

Podredumbre mental

Romo lo resume con el término acuñado por la Universidad de Oxford en el año 2024: brain rot. Es decir, explica, "esa podredumbre o empobrecimiento cerebral" que no es más que un efecto secundario de la sobreexposición a las pantallas.

La experta lo explica: "Es un fenómeno por el cual nuestra mente, que está absolutamente saturada, comienza a perder facultades; se trata de una erosión silenciosa de nuestras capacidades cognitivas".

Y es que esta hiperdesconexión de la que habla produce consecuencias variadas, y todas ellas llevan, de una manera u otra, a esa putrefacción mental.

Cerebro en 'off'

Según Romo, la hiperdesconexión del mundo físico no solo lleva a esa podredumbre mental. Son muchas las señales de alarma previas. Y las enumera:

La pérdida de noción del tiempo.

Sensación de culpa que genera la propia conexión constante.

Fragmentación de la atención. Esto, dice Romo, provoca que "luego nos cueste mucho mantener la atención en contenidos más profundos, cuestionar las cosas o, incluso, pensar".

Adiós a la memoria. Esta, dice Romo, "se está viendo afectada porque muchas de las experiencias que tenemos, en lugar de vivirlas intensamente, las grabamos o documentamos con fotos". Lo que sucede es que, al no poner "los cinco sentidos en la experiencia, no la memorizamos y es como si no hubiéramos estado allí".

La experta indica también que "la estamos dejando de entrenar en muchísimos aspectos, pero la memoria es algo muy importante que nos ayuda a saber quiénes somos". Se trata, matiza, de "una herramienta que nos permite tener narrativas de nuestra historia, de nuestra vida y también es la base de la creatividad".

La sociedad cansada

Además de todo esto, dice Romo, como sociedad estamos "agotados, tenemos fatiga cognitiva y física". Y matiza: "Esa neblina mental, que es como que el cerebro no puede más, se concreta en cosas como el síndrome visual informático, que está afectando ya al 90% de la gente que pasa más de tres horas al día frente a dispositivos".

Pero también produce el conocido como "cuello de texto", o "ese dolor de cervicales que nos persigue".

Asimismo, impacta en nuestra respiración. "La postura del móvil, que es de sumisión, con la cabeza agachada, como de esclavo, le está enviando una información a tu cerebro muy fuerte, que se prepara para protegerte de algo".

Marta Romo.

Marta Romo. Cedida

A nivel emocional y relacional, arguye la experta, afecta de una manera que se ve muy bien "en los chavales": "Están juntos, pero solos; cada uno en su pantalla".

Romo indica que "esta manera de relacionarnos a través de pantallas, de mensajes o de audios, también nos agota en lugar de nutrirnos". E incide en que esto último es lo que deben hacer las relaciones: dar energía y ayudarnos. Ahora, recuerda, "nos están desgastando".

Al final, asegura Romo, esta hiperdesconexión hace que "tengamos emociones complejas: no sabes muy bien lo que te pasa, pero no estás bien. Es una mezcla de cansancio, frustración, agotamiento, tristeza, culpa… Nos estamos volviendo un poquito locos a nivel emocional".

Recuperar la humanidad

En este contexto, reconectar con uno mismo y desconectarse de los dispositivos podría parecer una misión imposible, pero Romo se muestra optimista. Porque, insiste, "necesitamos hacer cosas humanas".

Eso sí, insiste en que "no se trata de demonizar la tecnología ni el estilo de vida que tenemos". Más bien, indica, su argumento es que se utilicen los dispositivos electrónicos "con libertad". Porque, repite, "estamos absolutamente esclavizados".

Y cuando habla de libertad, Romo apunta que no se refiere a "hacer lo que me apetece". Eso sería el "libre albedrío". Ella se refiere, en cambio, a la capacidad de "elegir el bien mayor, ese que nos acerque a la humanidad".

La experta asegura que "estos dispositivos están diseñados para generar adicción, para engancharlos. Y debemos llevar a cabo un proceso importante de liberarnos de esa esclavitud". Solo así, indica, podremos reconectar con nuestras vidas.

Pero para empezar a recuperar el tiempo perdido en las pantallas, Romo propone dos pasos básicos: "Empieza a cuidar tu sueño y a quitarte cosas de la agenda que no cambian nada y que no son significativas; deja huecos para ser humano".