
Padre e hijo posan en la fábrica de calzado en la que trabajan. Cedida
La historia de Paco y Óscar: padre e hijo tratan de salvar el futuro de las profesiones en peligro de extinción
Con el objetivo de modernizar la industria zapatera y atraer el talento joven, han invertido casi 200.000 euros en mejorar la maquinaria de su fábrica.
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Cuando Paco Berenguer acudió por primera vez a trabajar a una fábrica de calzado con 16 años, no fue todo color de rosa. "Sentí rechazo por el olor de los químicos, los aceites de las máquinas y las inacabables jornadas de trabajo", recuerda. Sin embargo, quedó atrapado por la profesión al darse cuenta de que, "con tus manos, transformas materiales inertes en artículos útiles y con un gran valor".
Siete años después de su introducción al sector, en 1985, mientras corrían tiempos de precariedad laboral y poca estabilidad, Berenguer se dio cuenta de que tenía que seguir creciendo en lo profesional. Con tan solo 23 primaveras, decidió que lo suyo no era depender de que le dieran trabajo y se lanzó al mundo del emprendimiento. Montó su propia fábrica en Elche, Puntafina Shoes, y el primer modelo que fabricó fueron "unas zapatillas de gimnasia rítmica".
Desde entonces, su ilusión y devoción por la industria del calzado sigue intacta, aunque ya nada es lo que era. "Se ha perdido la profesionalidad y artesanía. Cada vez cuesta más encontrar talento, sobre todo joven, que apueste por esta profesión y sector", señala Berenguer. De hecho, la edad media de su equipo oscila entre los 52 y los 60 años.
A la falta de relevo generacional, dice, hemos de sumar "la escasez de marcas que verdaderamente apuestan por elaborar sus productos en España". Aunque parece que no todo está perdido, porque gracias al desarrollo de la tecnología, estos fabricantes han conseguido mejorar sus procesos. "Somos más rápidos y ágiles, y llamamos la atención del talento joven", asegura Berenguer.
En concreto, en el último año han invertido entre 150.000 y 200.000 euros en la adecuación de instalaciones y compra y mejora de maquinaria, lo que les ha permitido reducir la carga de trabajo y, sobre todo, puntualiza el fundador de Puntafina Shoes, "el esfuerzo físico". Razón por la que, afirma, "se han perfeccionado los procesos de fabricación, permitiendo abrir el abanico de posibilidades dentro de este mundo".
Una profesión en peligro
La principal causa de que los jóvenes no se sientan atraídos por profesiones como esta, cuenta Berenguer, es la percepción errónea que existe respecto a la industria del calzado. "Tienen el concepto de las condiciones en las que trabajaban sus padres hace años, con jornadas interminables, mal retribuidas y sin estabilidad laboral", indica.
Sin embargo, el ahora técnico de calzado y consultor externo de la fábrica, sostiene que "gracias a la tecnología, todo eso ha cambiado".

Paco Berenguer Macia, técnico de calzado y consultor externo en Puntafina Shoes. Cedida
A diferencia de otros jóvenes, Óscar Berenguer, hijo de Paco, sí optó por seguir el legado de su padre. Aunque casi podríamos decir que nació para ello. Se crio en la fábrica y, a los 14 años, al mismo tiempo que estudiaba, aprovechaba las tardes para ir allí y aprender del oficio.
"Fue un proceso de varios años de aprendizaje, no hubo un momento exacto por el que me decidiera, han sido la sucesión de varios acontecimientos unidos a la naturaleza familiar de la profesión", cuenta Óscar a ENCLAVE ODS.
Con el paso del tiempo, terminó quedando impresionado por "la cantidad de procesos artesanales que requiere cada zapato, desde la fase de diseño hasta la etapa de fabricación". Y ahora, algún que otro año después, continúa el legado y se ha convertido en el director general de Puntafina Shoes, la fábrica que fundó su padre con su edad, lo que, dice, "supone un gran reto".
Abaratar costes
Sin embargo, la falta de relevo generacional no es el único desafío al que deben hacer frente. Otro de los grandes problemas de la industria es la deslocalización de las producciones, aunque para Óscar esta es solo "una forma bonita de decir que se las han llevado a países en los que poder precarizar la profesión, con el fin de abaratar costes". A raíz de ello, se han perdido 4.700 empleos en dos años en el sector de la artesanía.
La cuestión viene en que, una vez más, existe una percepción social errónea de los oficios artesanales. Motivo por el que, dice Paco, hay que "darle valor a lo que cuesta realmente un zapato", porque, continúa, "el proceso de producción de un solo calzado pasa por un mínimo de 30 personas y, según la dificultad del producto, esto puede aumentar".

Un zapato en una de sus etapas de fabricación en la fábrica de Puntafina Shoes. Cedida
En el caso de Puntafina Shoes, fabrican todo con miMaO, una marca nacional que, como dice Paco, ha confiado en ellos desde el primer momento "sin importar el coste que puede suponer". Pero esto no es suficiente. Se requieren muchas empresas para rescatar una profesión en peligro de extinción. "Necesitamos que más compañías apuesten por nuestra fabricación made in Spain con materiales y procesos de calidad", afirma Paco.
Actualizar la industria
En el caso de Óscar, aprendió el oficio de su padre. "Desde los procesos productivos a cómo elaborar un muestrario, tratar con proveedores o asegurar el cashflow para cumplir con las obligaciones de la empresa", indica.
Y, ahora, la entrada de su punto de vista joven parece haber llegado como agua de mayo a la fábrica. Según cuenta, aporta "ideas frescas, pero, sobre todo, ganas de cambiar las cosas, de innovar y que todos los empleados tengan una gran dedicación por esta profesión". Porque el objetivo de Puntafina Shoes, explica su director general, es "seguir incorporando maquinaria puntera con el fin de establecernos como una gran fábrica de calzado capaz de atraer a las nuevas generaciones".

Óscar Berenguer Soler, director general de la fábrica de Puntafina Shoes. Cedida
De momento, las redes sociales siguen siendo su "tarea pendiente", aunque no tardarán en ponerlas en marcha. "Queremos aprovecharlas para divulgar sobre los procesos de fabricación y desmitificar ciertos aspectos de la industria. Esto permitirá que los jóvenes vean con buenos ojos el poder trabajar en una fábrica", señala Óscar.
Y es que la artesanía del zapato es un legado que requiere de profesionales interesados. En concreto, puntualiza el director general de Puntafina Shoes, la industria del calzado necesita "personas con ganas de aprender y con capacidad de adaptación a diferentes tareas y puestos de trabajo. Alguien que tenga ganas de crecer en este sector".
Así, con ciertas dudas sobre qué ocurrirá en el futuro, Óscar sueña con establecerse como la fábrica de referencia de calzado en Elche, ampliando el abanico de estilos de fabricación, con una plantilla joven y siendo reconocidos por una calidad diferencial. Por su parte, Paco desea que esta profesión no se pierda y que, quizás, algún día, su nieto o nieta continúe con este legado.