España, como muchos otros países, enfrenta los impactos de las fluctuaciones climáticas extremas que han transformado el paisaje y revela una realidad que trasciende las fronteras: el agua, un recurso básico e irremplazable, se ha convertido en el epicentro de una crisis global.
Como anfitriona de la Reunión de Ministros del Sector 2025 junto con UNICEF y SWA, España se ha convertido en el escenario de un diálogo internacional sobre cómo garantizar el acceso universal al agua y al saneamiento en medio de una emergencia climática.
Este encuentro fue una oportunidad para demostrar que la gobernanza del agua puede ser un ejemplo de cooperación, innovación y liderazgo. La escasez de agua no puede resolverse mediante soluciones locales desconectadas del contexto global.
El Pacto de Líderes de Alto Nivel sobre Seguridad y Resiliencia Hídrica, lanzado durante la reunión, marca un paso histórico hacia una visión más integrada del agua, el saneamiento y la acción climática. El pacto establece una dirección clara para integrar la gestión del agua y del clima en las decisiones políticas.
Su objetivo, incorporar las políticas de agua y saneamiento en las estrategias nacionales; garantizar servicios inclusivos y basados en los derechos humanos para las poblaciones más vulnerables; fortalecer la resiliencia mediante la gestión de riesgos y soluciones basadas en la naturaleza; promover una financiación sostenible e innovadora que entienda el agua como una inversión y no como un gasto; y consolidar el liderazgo político y la rendición de cuentas, de modo que el acceso al agua y al saneamiento se traduzca en salud, equidad y justicia social.
La Reunión de Ministros del Sector en Madrid sentó una base crucial para la COP30 en Belém, al reunir a cerca de 30 países y unas 20 organizaciones en la firma del Pacto de Líderes de Alto Nivel sobre Seguridad y Resiliencia Hídrica, un sólido compromiso político para acelerar el progreso integrado en materia de agua y clima.
Este pacto actúa como un puente político y práctico que conecta las negociaciones climáticas globales con la implementación nacional, traduciendo el Objetivo Global sobre Adaptación en resultados tangibles y medibles.
Al incorporar la resiliencia hídrica en los planes nacionales de adaptación, las estrategias climáticas y los marcos de inversión, el pacto garantiza que la acción climática aporte beneficios significativos a las comunidades, los ecosistemas y las economías por igual.
Embalse seco. Istock
A menos de cinco años para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, que busca garantizar agua limpia y saneamiento para todos, los países están lejos de cumplirlo. Con la financiación y los medios disponibles actualmente, los expertos advierten que será imposible llegar a la meta dentro del plazo establecido.
España conoce bien su vulnerabilidad hídrica: desde las cuencas del Guadalquivir hasta las del Segura, la presión sobre los recursos ha sido constante. Pero el país también cuenta con experiencia técnica, instituciones sólidas y capacidad de innovación. Por ello, España puede liderar un modelo de transición hídrica que combine gestión eficiente, justicia social y adaptación climática.
Esto implica revisar el uso del agua en la agricultura intensiva, promover la reutilización y el tratamiento avanzado, proteger los acuíferos y fomentar la educación ambiental. Pero, sobre todo, significa tratar el agua no como una mercancía sujeta a las fuerzas del mercado, sino como un derecho humano que sustenta la salud, la alimentación y la dignidad de las personas.
También requiere inversión al más alto nivel de toma de decisiones, para romper los compartimentos institucionales, alinear presupuestos y planes nacionales, y movilizar enfoques de gobierno integral.
En resumen, el futuro del agua exige un compromiso sostenido basado en la transparencia, la rendición de cuentas y la cooperación internacional.
Tal como se establece en los principios del Pacto de Líderes de Alto Nivel sobre Seguridad y Resiliencia Hídrica, lo que ocurra en la COP30 en Belém y en el proceso que conduzca a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2026 dependerá de que haya colaboración, derechos universales y responsabilidad compartida.
Porque el agua nos recuerda, más que cualquier otro recurso, que dependemos unos de otros y que cuidarla no es una opción, sino una obligación colectiva.
*** Muyatwa Sitali es director ejecutivo en funciones de Saneamiento y Agua para Todos, una alianza auspiciada por UNICEF.