Cada verano, el suroeste de Europa enfrenta el mismo patrón: incendios forestales de alta intensidad que devastan recursos naturales, economías locales y territorios enteros.
Más allá del impacto ecológico inmediato, estas catástrofes revelan una realidad estructural: el abandono del monte es hoy uno de los principales factores de riesgo ambiental en Europa.
La acumulación descontrolada de vegetación, derivada de la falta de gestión forestal, convierte a muchos territorios rurales en una amenaza latente cuando llegan las olas de calor.
Frente a esta realidad, la gestión técnica y sostenible del monte no es una opción, es una herramienta imprescindible para prevenir, proteger y transformar el territorio.
Los bosques gestionados correctamente no solo reducen el riesgo de incendio, sino que activan nuevas oportunidades para el empleo, la inversión y el desarrollo rural. En Altri, gestionamos más de 100.000 hectáreas bajo estándares certificados. Apostamos por una silvicultura moderna, basada en el conocimiento y la innovación.
Nuestro enfoque combina restauración ecológica, mejora genética adaptativa, control biológico de plagas y soluciones tecnológicas como teledetección o inteligencia artificial.
Una gestión forestal inteligente permite anticiparse, asignar recursos con eficiencia y diseñar actuaciones adaptadas a los retos del cambio climático y la escasez hídrica. Además, posibilita la estructuración cadenas de valor sostenibles ligadas a productos como la biomasa o las fibras naturales, generando empleo local y reduciendo emisiones.
Un monte bien gestionado no es solo un cortafuegos natural, es también un generador de riqueza, biodiversidad y equilibrio territorial a largo plazo.
Esto exige colaboración entre propietarios, administraciones, empresas, centros de I+D y ciudadanía. Todos tienen un papel en la protección y activación del territorio forestal. En ese sentido, prevenir no significa únicamente anticipar, significa también estar preparados para intervenir de forma rápida y eficaz cuando el riesgo se materializa.
La prevención activa requiere planificación, formación, vigilancia continua y tecnologías que permitan detectar los incendios en su fase inicial y contener su propagación. Pero incluso con los mejores medios, la clave es el estado del monte. Si está limpio y cuidado, el fuego se puede combatir. Si está abandonado, avanza.
Por eso, invertir en gestión forestal no es un gasto, sino una inversión en estabilidad climática, resiliencia local y competitividad económica a medio y largo plazo.
No basta con reaccionar ante el fuego. Tenemos que actuar antes. Y eso pasa por una gestión forestal adaptada al siglo XXI, eficiente y alineada con Europa.
Europa necesita una estrategia forestal ambiciosa, que integre política climática, transición energética y desarrollo territorial en un marco normativo claro y coherente. En ese marco, el bosque no puede ser solo paisaje o recurso. Debe considerarse una infraestructura estratégica que aporta seguridad, salud y bienestar a la sociedad.
Porque donde hay gestión, hay prevención. Y donde hay prevención, hay vida, hay actividad y hay futuro para nuestras comunidades rurales.
*** Miguel Silveira es miembro del Comité Ejecutivo de Altri y responsable de la gestión forestal y el suministro de madera y biomasa.