En los últimos años, el sector del hidrógeno ha experimentado un crecimiento acelerado en España. Este avance ha traído consigo una gran expectación por parte de usuarios, inversores y empresas; más aún, casi se ha llegado a vivir una "sobre expectación".
Sin embargo, el retraso en la llegada de los grandes proyectos (la realidad) ha hecho que la percepción del sector sea negativa, al no haberse logrado los objetivos más ambiciosos que se plantearon en los momentos de euforia.
Sin embargo, no hay que alarmarse por esta "decepción aparente". Por el contrario, es el momento de mantenernos enfocados en las oportunidades y en el inmenso potencial que el hidrógeno representa para la transición energética.
España y Europa no pueden permitirse desaprovechar esta oportunidad histórica del liderar este cambio energético y tecnológico. Se requiere audacia, perseverancia y, sobre todo, una visión clara sobre la importancia del despliegue masivo de este vector energético. En nuestro país ya ha quedado de manifiesto el compromiso con estas tecnologías con la reciente actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC).
Este documento establece como meta alcanzar 12 GW de capacidad instalada de electrólisis para 2030, una declaración de intenciones que refleja la ambición de nuestro país por avanzar en la transición energética con el hidrógeno renovable como protagonista. Este nivel de ambición no es un objetivo aislado; está respaldado por el potencial industrial y renovable de España, así como por el dinamismo del sector del hidrógeno.
La actualización del Censo de Proyectos 2024, elaborado por la Asociación Española del Hidrógeno (AeH2) en el segundo semestre del año pasado, es una prueba contundente de que el sector comparte esa misma ambición. Este informe identifica un total de 167 proyectos comerciales en diferentes estados de desarrollo, con una capacidad de electrólisis alineada con el citado objetivo nacional de 12 GW a 2030.
No obstante, es cierto que muchos de estos proyectos esperan aún superar la decisión final de inversión (FID). Si bien esto representa un desafío, también pone de manifiesto el trabajo que queda por hacer para consolidar el ecosistema del hidrógeno. Esta situación es propia de un mercado emergente, donde los avances iniciales (tecnológicos e industriales) son fundamentales para construir una base sólida y sostenible.
En este contexto, el censo también señala aquellas barreras que enfrentan los proyectos comerciales. La necesidad de fomentar la demanda de hidrógeno renovable, la aceleración en la transposición de las directivas europeas y el establecimiento de un marco normativo claro y coherente, permitirán al sector mejorar su competitividad y consolidar un mercado sólido.
Del mismo modo, los promotores de proyectos señalan dificultades relacionadas con el acceso a fondos públicos, lo que pone de manifiesto la importancia de desarrollar un enfoque integral que facilite la gestión de ayudas, los criterios de elegibilidad y las cuantías de las mismas, creando así un entorno más favorable para su desarrollo. Finalmente, es necesario aumentar la sensibilización pública sobre el hidrógeno como un vector energético clave para la descarbonización, la seguridad del suministro y la transición energética.
Hacer frente a estos retos requiere una acción coordinada y la colaboración de todos los actores implicados. La lucha contra el cambio climático y la búsqueda de la seguridad e independencia energética dependen de soluciones integrales, y el hidrógeno puede desempeñar un papel esencial en la descarbonización de sectores difíciles de electrificar. Más aún, el sector del hidrógeno puede contribuir a la competitividad industrial de España y de Europa.
Por todo lo anterior, 2025 será un año decisivo para consolidar el sector y posicionar a España como líder en esta tecnología. Aunque el camino no es sencillo, la historia nos recuerda que los grandes cambios nunca lo son. Nuestro país cuenta con un potencial enorme a nivel renovable, tecnológico e industrial, y aprovecharlo es no solo una responsabilidad, sino también una oportunidad única para transformar nuestra economía y construir un futuro sostenible.
La ambición está presente, el potencial existe y los retos están claramente identificados. Ahora es el momento de mantener el optimismo, ser perseverantes y actuar con decisión. Debemos confiar en que estamos transitando el camino correcto para garantizar el bienestar de las futuras generaciones e impulsar la competitividad de nuestro país.
Consolidar un ecosistema adecuado y recorrer la curva de aprendizaje es el desafío inmediato. La recompensa es enorme, un país líder en tecnologías del hidrógeno, capaz de afrontar los retos climáticos y energéticos con solidez. Sigamos avanzando con la certeza de que el futuro de España está, sin duda, ligado al hidrógeno.
*** Javier Brey es presidente de la AeH2.