El empoderamiento económico de las mujeres es una de las estrategias más efectivas para reducir la pobreza y fomentar el desarrollo sostenible. Según la ONU, las mujeres reinvierten gran parte de sus ingresos en sus familias y comunidades, generando un impacto positivo en la educación, la salud y el bienestar de sus hijos. 

Sin embargo, en muchas partes del mundo, las barreras para que las mujeres emprendan y prosperen siguen siendo una realidad persistente. 

Como ONG de cooperación, nuestra experiencia impulsando a las mujeres en distintos rincones del mundo nos ha demostrado que eliminar esas barreras y apoyar el emprendimiento femenino, además de ser importante para su autonomía, transforma sus vidas y puede fortalecer comunidades enteras

Rompiendo barreras

A pesar de la evidente necesidad de mujeres emprendedoras, los datos del Banco Mundial indican que, en los países de ingresos bajos, solo una de cada cuatro empresas es de propiedad femenina

Las mujeres en muchas partes del mundo se siguen enfrentando a obstáculos como la falta de acceso a financiación, la sobrecarga de tareas domésticas no remuneradas, la brecha digital, la informalidad en sus negocios y la discriminación por razones culturales y tradiciones muy arraigadas.

El escenario se agrava en las zonas rurales o en los países afectados por una situación de conflicto, donde las mujeres ven todavía más limitadas sus opciones.

Pero es también en esos contextos en los que el emprendimiento emerge como una gran oportunidad para transformar sus vidas. El emprendimiento permite la conciliación, fomenta la autonomía y la independencia de las mujeres, revierte en la comunidad e impulsa el trabajo en cooperativas y asociaciones.

Cuando las mujeres lideran

Frente a estos desafíos, distintas iniciativas han demostrado que invertir en mujeres emprendedoras genera beneficios tangibles y sostenibles.

En Filipinas, el proyecto desarrollado con la cooperativa HISFA-CO ha transformado la vida de cientos de mujeres productoras de algas marinas. Al eliminar intermediarios y proporcionar formación técnica, han logrado vender sus productos a mercados internacionales, aumentando sus ingresos y mejorando la estabilidad de sus familias. 

En Marruecos, el programa de apoyo a emprendedoras en sectores como el textil y la artesanía facilita formación, acceso a redes comerciales y financiación. Touria Bouzidi, miembro de la cooperativa VEGETALAND, ha logrado fortalecer su negocio y mejorar las condiciones laborales de decenas de mujeres en su comunidad.

María Ana Chapeño, mujer emprendedora colombiana.

María Ana Chapeño, mujer emprendedora colombiana. Pol Aregall Pérez CODEPSA

En Angola, la estrategia de seguridad alimentaria del programa "Agricultura para el Desarrollo" ha favorecido no solo la mejora nutricional, sino también la integración social entre diferentes grupos étnicos. 

En la República Democrática del Congo, el programa de educación financiera "Grupos de Ahorro y Crédito Comunitario" ha permitido a mujeres como Thérèse Kangomi acceder a crédito y gestionar sus finanzas con mayor independencia. La creación de grupos de ahorro autogestionados está facilitando que muchas de ellas puedan invertir en sus negocios y garantizar la estabilidad económica de sus familias.

En definitiva, una metodología basada en fomentar la asociatividad y facilitar el acceso a mercados, en identificar las oportunidades de negocio concretas para cada comunidad y en promover la educación financiera como una herramienta de autonomía, da resultados.

Las verdaderas protagonistas

Pero, por supuesto, nada de esto sería posible sin ellas, auténticas líderes de sus familias y de sus comunidades que, venciendo todos los obstáculos, se consolidan como referentes para las futuras generaciones.

Zariefa Juddah, jefa de grupo en HISFA-CO en Filipinas, pasó de ser ama de casa a liderar dentro de su comunidad. Antes, su vida giraba en torno al hogar y al cultivo de algas marinas junto a su marido. "Se espera que las mujeres nos quedemos en casa, pero ahora sé que podemos contribuir tanto como los hombres", señala.

Su rol cambió con el proyecto de CODESPA, que le permitió recibir formación y asumir un liderazgo dentro de la cooperativa, impulsando la comercialización y gestión del cultivo.

Zariefa Juddah, jefa de grupo en HISFA-CO en Filipinas, pasó de ser ama de casa a liderar dentro de su comunidad.

Zariefa Juddah, jefa de grupo en HISFA-CO en Filipinas, pasó de ser ama de casa a liderar dentro de su comunidad. CODEPSA

Por su parte, en Perú, Segundina Huamán Larico, presidenta de la Asociación de Artesanas Hilo de Alpaca, ha logrado estabilidad económica a través de un crédito adaptado a sus necesidades, que le permitió comprar materias primas y herramientas para aumentar su producción. "Vender nuestros productos nos ayuda a educar a nuestros hijos", destaca. 

Estas mujeres demuestran, en definitiva, que el emprendimiento femenino no solo genera ingresos para las mujeres, sino que impulsa el desarrollo de sus familias y comunidades. Apoyarlas significa abrir espacios para su autonomía económica, garantizar su acceso a recursos y crear oportunidades equitativas. En CODESPA, seguimos comprometidos con esta causa, impulsando iniciativas que les permitan transformar sus vidas y construir un futuro mejor para todas.

*** Marta Bertane, coordinadora técnica de CODESPA Angola; Dalila El Harras, coordinadora técnica de CODESPA Marruecos; Marina Dipendo, técnica de emprendimiento de CODESPA República Democrática del Congo; Margaret Luz Navarro, representante de CODESPA Filipinas; Miguel Ángel Villarroel, representante de CODESPA Bolivia; Juliana Algarra Gonzalez, líder de proyectos de CODESPA Colombia; María Elena Guaña Tarco, técnica de proyectos de turismo de CODESPA Ecuador; Vanessa Mazariegos, representante de CODESPA Guatemala; Judith Ljubica Jiménez Serrano, coordinadora técnica de CODESPA Perú; Diana Patricia Borrero, representante de CODESPA República Dominicana.