Los trastornos mentales graves, o TMG, son un reto sanitario y social que afecta profundamente a nuestras comunidades, a nivel individual y colectivo. En un contexto donde casi 1,5 millolnes de adultos viven con una enfermedad mental grave en España, resulta urgente impulsar una respuesta inclusiva y coordinada desde los sistemas de salud y políticas públicas. Como psiquiatra, he podido constatar el impacto devastador que la falta de apoyo, comprensión y acceso a recursos ejerce sobre quienes padecen TMG.
En este sentido, el movimiento MaravillosaMente, iniciativa colaborativa que agrupa a diferentes agentes de la sociedad, persigue la sensibilización, desestigmatización y la corresponsabilidad para quienes padecen TMG al fin de posicionarlos como una prioridad política y social. Esta misión está alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que buscan reducir desigualdades y mejorar el bienestar global, ofreciendo una base sólida para trabajar en beneficio de la salud mental.
Integrar la salud mental en la agenda de los ODS es vital para construir una sociedad más inclusiva y equitativa. El ODS 3, que aboga por la salud y el bienestar para todos, no puede cumplirse sin reconocer que la salud mental es un derecho fundamental. Garantizar el acceso a servicios para personas con TMG es clave para que puedan llevar una vida autónoma y plena, contribuyendo activamente desde sus comunidades. Sin embargo, los pacientes con enfermedades mentales graves a menudo se encuentran atrapados en un círculo de aislamiento y vulnerabilidad.
La estigmatización y la falta de información, sobre todo en zonas rurales o de bajos recursos, dificultan la búsqueda de ayuda. Este es un desafío que las políticas públicas de salud mental deben enfrentar, proporcionando recursos específicos para quienes más los necesitan y asegurando que nadie quede excluido por su condición.
Un enfoque integral de los trastornos mentales graves no solo debe centrarse en la prevención y el tratamiento, sino también en la rehabilitación y la inclusión social. En MaravillosaMente promovemos la autonomía de las personas con estas patologías, destacando el papel de la familia y del entorno social en el proceso de recuperación. Iniciativas como esta no solo mejoran la calidad de vida del paciente, sino que también contribuyen a reducir el estigma, fomentando una visión más humana.
En el ámbito laboral y educativo, es esencial adaptar políticas inclusivas que favorezcan la reincorporación de las personas con TMG. Los programas de inclusión y capacitación son esenciales para construir una sociedad donde todos puedan aportar su talento y potencial, sin ser limitados por diagnósticos o etiquetas. Las barreras para una plena integración en la vida laboral o académica están relacionadas más con los prejuicios y la falta de apoyos adecuados que con la capacidad del individuo para desempeñarlos.
Para avanzar hacia la transformación social, hemos elaborado un Decálogo, una hoja de ruta coherente y ambiciosa para integrar la salud mental en las políticas de desarrollo sostenible. Entre las medidas propuestas, destaca la creación de un mapa de recursos y rutas asistenciales para facilitar el acceso a servicios de salud mental en todo el territorio español. Este enfoque permitiría una gestión más eficiente y equitativa de los recursos, evitando que la calidad de la atención dependa de la región de residencia.
También se incluye el fomento de la investigación en marcadores de salud mental, nivel de funcionalidad y valores cognitivos como indicadores clave de evolución y recuperación. Y, además, urge la implementación de campañas educativas que lleguen a todos los niveles de la sociedad. Estas deben incluir no solo a los pacientes y sus familias, sino también a los medios de comunicación y a los profesionales de la salud. Un lenguaje inclusivo y una narrativa constructiva en torno a los TMG son cruciales para cambiar la percepción pública y reducir el estigma asociado.
Debemos evolucionar nuestra manera de concebir la salud para abordarla desde una perspectiva holística, que comprenda tanto el cuerpo como la mente. Desde la implementación de un Pacto de Estado por la Salud Mental hasta el desarrollo de planes de prevención de suicidio, cada paso que demos hacia un sistema de salud más inclusivo es un paso hacia una sociedad más justa. Los profesionales de la salud mental, las administraciones públicas y la ciudadanía debemos ser agentes activos en esta transformación.
Un ejemplo de ello lo encontramos en las acciones de coordinación que se están llevando a cabo con la conocida Oficina C, esto es, la Oficina de Ciencia y Tecnología del Congreso de los Diputados. Una acción de contribución al diálogo entre la comunidad científica, los Diputados y la sociedad para ahondar sobre el impacto de los trastornos mentales graves a nivel sociosanitario, económico y laboral.
Hoy, la ciencia nos da herramientas para comprender y tratar los TMG, pero nuestra responsabilidad va más allá del tratamiento médico. Está en nuestras manos construir una sociedad que no solo trate, sino que incluya, apoye y valore a las personas con trastornos mentales graves. Cuidar de la salud mental es una responsabilidad compartida.
***Ana González-Pinto es directora científica del CIBERSAM, jefa de Servicio de Psiquiatría en el Hospital Universitario de Álava