En la agricultura trabajamos junto a la naturaleza. Nuestros cultivos conviven con animales, plantas, microorganismos, minerales y un sinfín de componentes que hacen que formemos parte de un sistema muy complejo. La voluntad de desentramar esa complejidad nos hace simplificar la ecuación.

En los últimos años, hemos pensado que con una sola planta íbamos a aprovechar mejor los recursos, que los hongos solo nos provocan enfermedades, o que el agua es más fácil ponerla que quitarla. Sin embargo, no éramos conscientes de que un sistema complejo es resistente a los cambios y que la diversidad suma mucho más de lo que consume.

A la hora de diseñar un viñedo es fundamental comprender el medio que nos rodea para poder adaptarnos a él. Deberemos prestar atención al clima, a la vegetación espontánea, a cómo es nuestro suelo, e incluso a cómo cultivan nuestros vecinos. Todos estos factores están relacionados y dependen los unos de los otros.

Pasaremos a tener un papel protagonista dentro del agroecosistema. Nuestras acciones influirán en la vegetación, en el microclima de la parcela y en la cimentación que sustentará nuestra plantación, el suelo.

La conservación del suelo es una de nuestras mayores responsabilidades como productores. El suelo es un elemento frágil, sensible a los cambios. Incluso la FAO lo clasifica como recurso no renovable. Es nuestro deber evitar su degradación e incluso mejorar sus condiciones, ya que siempre será más fácil cuidarlo que repararlo.

Nuestro objetivo será tener un suelo de calidad en el que produciremos un cultivo sano con un impacto mínimo sobre el medio ambiente. Aun así, la mayoría de los suelos que cultivamos hoy en día han soportado el paso de gran cantidad de maquinaria, el monocultivo o el aporte de gran cantidad de insumos químicos externos. Y esas acciones, a la larga, los han degradado.

Estos condicionantes han hecho que Bodegas Montecillo apueste por la agricultura ecológica. Las acciones que realizaremos sobre el suelo tendrán un carácter responsable con el medio ambiente y los insumos que aplicaremos al cultivo serán de origen natural.

Nuestro camino en la agricultura ecológica comienza este año y deberá seguir unos trámites que se prolongarán otros tres años más. Aun así, las acciones comenzaron años atrás, cuando estudiamos nuestro punto de partida y comenzamos a pulir las aristas que nos encontramos.

Las intervenciones que se realizaron buscaron reducir la compactación del suelo y aumentar la cantidad de materia orgánica aportando estiércol de ganado. Cultivamos cereales para observar la variabilidad del terreno y dejamos la tierra en barbecho para observar cómo actuaba la naturaleza. Fue un proceso largo, nada menos que cinco años, pero cada proceso lleva su tiempo, ¿qué son cinco años en comparación con la vida de un viñedo?

En el momento en el que escribimos estas palabras la vid ya está brotada, pero eso no le quita protagonismo al suelo. Debemos de buscar, cuidarlo y mejorarlo, haciendo de él un sistema mucho más complejo.

La forma de lograrlo pasa por un camino único, el aumento de la cantidad de materia orgánica que contiene el suelo, incentivando la presencia de hongos, artrópodos, lombrices. Y otras formas de materia orgánica en distintas fases de descomposición. Lo lograremos mediante la incorporación de restos de poda, la implementación de cubiertas, vegetales o inertes, en el terreno y la adición de estiércol de origen animal.

Existe un listado interminable de beneficios que aporta la materia orgánica en el suelo. Nosotros mediremos su influencia sobre nuestras necesidades, los demás beneficios siempre serán bienvenidos.

- Favoreceremos un flujo de nutrientes cerrado, en el que los restos de cultivo que aparezcan a lo largo del año se descompongan en el mismo terreno.

- Disminuiremos la compactación del terreno, favoreciendo su aireación.

- Cuidaremos la textura y la estructura del suelo. Incluso la mejoraremos.

- Aumentaremos la capacidad de retención del agua en el suelo.

- Crearemos un sistema más resistente a las grandes inclemencias del tiempo, problemática cada vez más recurrente y que sufrimos en gran medida.

- Buscaremos disminuir la temperatura del suelo en sus primeras capas.

- Reduciremos la erosión provocada por el agua y el viento.

- Favoreceremos la presencia de microorganismos subterráneos que establezcan redes simbióticas con el cultivo.

No existe una fórmula única de gestionar un suelo. Las diferentes herramientas y técnicas que debemos de conocer se usarán para respetar su identidad. El trabajo previo de estudio es esencial, una vez conocidos sus condicionantes, deberemos de adaptarnos nosotros a ellos.

Con cada plantación de viñedo, Bodegas Montecillo tomará responsabilidad sobre el medio que lo rodea. Participará en el agroecosistema buscando enriquecerlo, volviéndolo más complejo y variado. Además, Bodegas Montecillo no solo reducirá su huella de carbono, aumentando la eficiencia en los procesos de bodega, sino que pasará a secuestrar el carbono atmosférico y a fijarlo en el suelo, donde gran cantidad de seres vivos podrán aprovecharlo.

***Jesús Hernández es fundador y responsable de Viticultura y Medioambiente de Bodegas Montecillo.