En España el mar son las vacaciones, las escapadas, el lugar donde el tiempo se detiene y podemos al fin respirar. Pese a ser algo tan cotidiano y soñado, pocas veces somos conscientes de que el mar también es alimento, biodiversidad, regulador climático de primer orden y gran generador de empleo e industria.

Es hora de mirar el mar con otros ojos para reconocer que muchas cosas están cambiando. Este paisaje idílico se encuentra actualmente bajo presión por la contaminación marina, la sobrepesca y el cambio climático, por citar alguno de los principales factores. Pero también el mar nos está ofreciendo grandes ejemplos de cómo se pueden gestionar los recursos de una manera responsable, generando colaboración y una apuesta de futuro. 

Tomando el sector pesquero como ejemplo, España se está convirtiendo en un referente de cómo aunar economía, ciencia y sostenibilidad. Llevemos la mirada a las pequeñas localidades del occidente de Asturias, donde diversas cofradías como Puerto de Vega, Luarca y Tapia de Casariego se han convertido en las primeras del mundo en obtener el sello azul de pesca sostenible de Marine Stewardship Council (MSC) para el pulpo.

Estas cofradías, en colaboración con el gobierno del Principado, el Centro de Experimentación Pesquera y la Universidad de Oviedo, han llevado a cabo diversas medidas para controlar el esfuerzo pesquero y tener una evaluación más completa de la población del pulpo y su comportamiento.

Esta pesquería asturiana es ahora mismo un referente a nivel mundial, que ha recibido visitas y consultas de otras cofradías de pulpo de nuestro país, y pescadores de Italia, México y Australia. Al mismo tiempo, han logrado revalorizar su producto, acceder a nuevos mercados y mejorar los ingresos reduciendo el esfuerzo pesquero. Grandes logros para una flota artesanal que ha salido fortalecida del proceso.

Si nuestra mirada va a hacia barcos de mayor tamaño, podemos fijarnos en la flota vasca, un sector muy innovador y consolidado que ha puesto la sostenibilidad en el centro de sus operaciones. Las cofradías vascas se unieron hace ocho años a la cofradía de Laredo (Cantabria) para demostrar la sostenibilidad de las capturas de anchoa, una especie que había sufrido un fuerte declive en 2005 y que había obligado a cerrar el caladero a la pesca.

Actualmente, 139 barcos de bajura de cofradías de País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia trabajan juntos para asegurar que las capturas de anchoa se realicen de manera respetuosa con el ecosistema marino y se han convertido en la primera anchoa con sello azul de pesca sostenible en Europa. Posteriormente, 182 barcos del Cantábrico se unieron para la certificación de las capturas de bonito del Norte. Algunas de las mejoras que han incorporado estas flotas son programas de observadores a bordo, mejora de la información sobre interacción con otras especies y, en el caso del bonito, trabajar para la adopción de una gestión internacional basada en ciencia.

No podemos hablar de pesca sin mirar hacia Galicia, la región pesquera por excelencia. Aquí podemos seguir con nuestra mirada los grandes barcos que capturan bacalao en el océano Ártico. Estos barcos han trabajado arduamente para reducir los impactos de su arte de pesca en el fondo marino, llevando a cabo mapeos exhaustivos para identificar las áreas vulnerables y modificaciones en las redes para minimizar las capturas accesorias de su pesca. Una apuesta pionera que es referente ahora para otras flotas del norte de Europa.

Pongámonos los prismáticos, y miremos ahora mucho más lejos. Los grandes barcos atuneros que capturan atún en el océano Índico. España tiene una gran tradición de captura de atún, que le ha permitido llegar cada vez más lejos en la búsqueda de estas especies tan apreciadas. Debido a la importancia económica y ecológica del atún y a la evidente sobreexplotación de diversas especies en el pasado, es un sector que a nivel internacional ha ido a la vanguardia en el desarrollo de la información científica y las medidas de gestión.

El objetivo es conciliar la creciente demanda de atún en el mundo unida a cada vez más barcos y flotas de más países dirigidos a esta pesca, con el mantenimiento de la salud de las poblaciones de atún y de las especies y ecosistemas que se ven afectados por esta actividad. La flota española también está liderando mejoras en este importante sector con un paso pionero en la pesca de atún en el océano Índico que se ha extendido a otras flotas españolas en el Pacífico y en el Atlántico.

Algunas de las acciones implementadas incluyen mecanismos para reducir la captura de especies vulnerables (tiburones, rayas, tortugas) y estudios científicos para medir la tasa de supervivencia una vez liberadas. También modificaciones técnicas para prevenir la contaminación marina y la pesca fantasma de los aparejos utilizados, y la posibilidad de capturas indeseadas de otras especies diferentes al atún. Todo ello acompañado de mejoras tecnológicas avanzadas, una apuesta por la transparencia en la recogida de datos en estrecha colaboración con organismos científicos como el centro tecnológico AZTI.

Dejemos los prismáticos y miremos al Mediterráneo, el gran mar que ha definido en parte nuestra cultura y nuestra gastronomía. Si comenzamos por el estrecho de Gibraltar, veremos una de las especies más emblemáticas, el atún rojo. Aquí también podemos compartir grandes noticias. Una especie al borde del colapso hace 15 años que ha logrado recuperarse gracias al esfuerzo conjunto del sector pesquero, las administraciones públicas, la comunidad científica y las organizaciones ambientales que dieron en su momento la voz de alarma sobre la urgencia de tomar medidas.

El atún rojo del Atlántico Oriental-Mediterráneo es hoy en día un ejemplo de buena gestión. Recientemente, 52 delegaciones de diferentes países consensuaron las medidas para asegurar la sostenibilidad de la especie a largo plazo. En Tarifa, una pequeña empresa familiar, se ha convertido en la primera en lograr el sello azul para la pesca de atún rojo en España. 

En el Mediterráneo nos podemos quedar largo rato porque, por sus especiales características, los factores que amenazan de manera general a los océanos se notan con mayor intensidad. La sobrepesca afecta a la mayoría de poblaciones de peces y el cambio climático acelera sus efectos. No obstante, mirando en detalle, podemos observar cómo diversas iniciativas trabajan arduamente por revertir la situación.

Cofradías de Motril, Castellón y Palamós, entre otras, han identificado las mejoras necesarias para que su pesca sea sostenible. Una vez hecho el diagnóstico han elaborado planes de acción participativos y actualmente trabajan en colaboración con los principales organismos de investigación científica del Mediterráneo español.

Entre las acciones realizadas se han modificado redes de arrastre para que no haya contacto con el lecho marino y se está generando mejor información científica sobre el estado de las poblaciones utilizando para ello nuevas herramientas tecnológicas para la recogida de datos.

El sector pesquero ha cambiado su mirada sobre los recursos marinos de los que depende su actividad. Es hora de que nosotros como ciudadanía miremos también al mar con otros ojos, una mirada con la que tomar consciencia de sus beneficios y de nuestra contribución a su cuidado.

***Laura Rodríguez Zugasti es directora de Marine Stewardship Council (MSC) en España y Portugal.