En los últimos años estamos viviendo una mayor preocupación por la igualdad de género en el campo científico, y es habitual hacernos preguntas como ¿por qué hay menos mujeres en ciencias? O ¿por qué el aporte de las científicas no es adecuadamente visibilizado en sus países?  Estas y otras interrogantes nos invitan a profundizar, con los datos sobre la mesa, sobre lo que sucede en este ámbito en Iberoamérica y el mundo. 

Precisamente, el escenario vivido en las décadas pasadas generó una reacción por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que en 2015 declaró el 11 de febrero como el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, en reconocimiento al papel clave que desempeñan las mujeres en la comunidad científica y en la tecnología.

Si bien en Iberoamérica las mujeres se gradúan más que los hombres, según datos del Observatorio Iberoamericano de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad para el año 2022 solamente un 44% de quienes se dedican a la investigación científica son mujeres, y esto se debe a las brechas de género existentes. A modo de ejemplo, solo un 20% de egresados de las carreras de TIC, y un 32% de las de ingeniería son mujeres, mientras que el porcentaje supera el 60 % cuando se trata investigadoras en carreras como enfermería.

De acuerdo con el informe de la Unesco, Descifrar el código: la educación de las niñas y las mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM), a nivel mundial “las mujeres abandonan las disciplinas STEM en números desproporcionados durante sus estudios superiores, en su transición al mundo laboral e incluso durante su formación superior”.

Analizar estos datos nos permite construir una fotografía del presente y plantearnos objetivos para que estas brechas disminuyan y eventualmente desaparezcan en el futuro.

Pero ¿cómo enfrentar este problema? 

Si bien vamos avanzando en políticas que permiten un mayor acceso de las mujeres de manera igualitaria a estudios de educación superior, debemos influir positivamente en las nuevas generaciones, para que puedan ser las científicas de mañana.

Existen muchos factores que inciden en la percepción de las niñas con respecto a su desenvolvimiento en las ciencias desde temprana edad como: el currículo oculto, los estereotipos y los roles de género, que condicionan la elección de las niñas y hacen menos atractiva una formación en ciencias. 

Un estudio de expertos de las universidades de Nueva York, Illinois y Princeton, publicado en la revista Science en el 2017, muestra que los estereotipos de género sobre la capacidad intelectual emergen desde edades tan tempranas como los 5 años e influyen en sus intereses a futuro, marcando sus elecciones profesionales.

El estudio, realizado con niñas y niños de edades entre 5 y 6 años, concluye que los estereotipos comunes asocian una mayor capacidad intelectual de alto nivel (genio o brillantez) a los hombres, lo que desalienta a las mujeres en la búsqueda de carreras más exigentes como la física o las matemáticas.

Frente a esta realidad, es imprescindible encontrar el camino para influir positivamente en esta percepción, y una de las formas es proveer a las niñas y jóvenes de una adecuada orientación vocacional, sin sesgos, que les permita elegir libremente una carrera con base en sus preferencias e intereses, y no limitada por prejuicios de género que podrían ser evidentes o permanecer ocultos.

En esta tarea, es importante contar con el compromiso de los centros educativos, de los docentes y de las familias, es decir de la comunidad educativa en general, así como del Estado. Cada uno desde su rol debe incentivar las vocaciones en ciencias y carreras STEM desde temprana edad.

Asimismo, es fundamental contar con los recursos adecuados para romper con los estereotipos e incentivar a las niñas a perseguir sus intereses; una estrategia es acercar a niñas y jóvenes a modelos de mujeres en ciencias cercanos y reales, en las cuales puedan verse reflejadas. Cuando las jóvenes encuentran referentes cercanos, se permiten soñar en nuevas posibilidades, que sobrepasan los límites establecidos en el entorno familiar, escolar y social.

En Iberoamérica se vienen realizando varios esfuerzos en esta línea, muestra de ello son programas como “+Mujer + Ciencia + Equidad” impulsado por el Gobierno colombiano, que promovió una cooperación con el apoyo de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), para otorgar becas en programas de formación y pasantías a más de un millar de jóvenes en carreras en ciencias durante el 2022.  Otra iniciativa importante se desarrolla en España, de la mano del Ministerio de Educación y Formación Profesional, con convocatorias como los premios “Alianza STEAM por el talento femenino, niñas en pie de ciencia 2022”. 

También, este año en Ecuador se lanzó el 9 de febrero el programa de entrevistas “Somos mujeres y hacemos ciencia”, realizado por la OEI y CIESPAL en ese país, a través del cual niñas y jóvenes de diversas edades conversaron con científicas ecuatorianas, y les hacen preguntas sobre sus profesiones, sus retos y su vida, mujeres que poco a poco van rompiendo los estereotipos y abren nuevos campos de opciones vocacionales. Estas científicas han progresado en carreras STEM, demostrando que sí es posible una preparación en estas áreas pese a las dificultades y obstáculos existentes. Ellas son un referente para futuras generaciones.

Es importante proveer a nuestras niñas y jóvenes de influencias positivas. No se trata de empujarlas a carreras en ciencias solamente por disminuir las brechas, sino brindarles las oportunidades de elegir, libres de prejuicios y miedos. La meta es desarrollar su talento y trabajo para el servicio de la humanidad. 

Justamente, en este año la 8ª Asamblea del Día de las Niñas y de las Mujeres en la Ciencia tiene como tema central el papel y el aporte de las niñas y mujeres en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)

¿Hacia dónde debemos apuntar en el futuro? Esa es la pregunta que debemos tener presente desde las instituciones y la que debe marcar también nuestro compromiso personal y profesional. Inequívocamente la respuesta a esta pregunta pasa por tener mejores datos en los próximos años y que logremos forjar una sociedad que siga comprometiéndose a superar la disparidad que aún hoy permanece.

*** Sara Jaramillo es directora de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) en Ecuador.