Últimamente un vocablo se repite sin cesar, conquistando espacios en mesas redondas, omnipresente en las bocas de casi todos los tertulianos que lo arrojan con alevosía una y otra vez en los foros de debate de radios y televisiones.

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El término austericidio se suele emplear para calificar negativamente los efectos derivados de las medidas de austeridad. Al principio, se utilizaba como argumento en referencia a asuntos económicos. Sin embargo, con el paso del tiempo ha ido impregnando el argumentario de prácticamente cualquier asunto de actualidad.

Realicemos un rápido análisis del vocablo. Por ejemplo, si nos atenemos a su significado real, según Fundeu, la palabra ‘austericidio’ se refiere a ‘matar la austeridad’, es decir, todo lo contrario, a lo que se quiere comunicar y, por tanto, no es conveniente emplearla con tanta alegría pretendiendo darle un sentido que no tiene, ‘matar por exceso de autoridad’.

Por su parte, el Diccionario de la Real Academia Española no contempla esta palabra como tal, pero sí sus elementos compositivos.

Austero, según la RAE, significa severo, rigurosamente ajustado a las normas de la moral, sobrio, morigerado y sin excesos.

Y el sufijo, -cidio significa ‘acción de matar’, y se añade a aquello que se mata. Así infanticidio es dar muerte a niños y tiranicidio es dársela a los tiranos.

Por lo tanto, el hecho de que esta palabra tenga el sentido opuesto al que se pretende expresar, hace aconsejable que se evite su uso y en su lugar, se empleen otras alternativas como por ejemplo, austeridazo, austeridad suicida, austeridad homicida, austeridad letal, etcétera, en función del sentido preciso que se le quiera dar.

¿Dónde se comenzó a utilizar austericidio?

La palabra austericidio se comenzó a utilizar en un entorno económico para aludir a los recortes presupuestarios y al ajuste fiscal que practicó Occidente entre 2009 y 2012, asociada sobre todo con la dinámica de la extrema derecha, pero pronto se extendió a otros ámbitos y a otros sectores.

El vocablo en cuestión ha servido para definir la forma de proceder de países como Alemania en el entorno de la sostenibilidad y la crisis energética, por su falta de voluntad para crear una economía libre de combustibles fósiles, por la dependencia de la energía rusa, y por la inflación derivada de la conformación de precios de la electricidad.

Del mismo modo, también se habla del austericio en las universidades, con la consiguiente precariedad en el profesorado y en el ámbito educativo. Hasta el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo ha utilizado en sus discursos, acusando a la oposición de apoyar ‘recetas de austericidio’.

Sea por lo que fuere, no es la primera vez que una expresión no muy acertada, para bien o para mal, se impone en el uso diario, tanto en los foros más elevados como en las más insustanciales tertulias. Toda vez que entra en la baraja de expresiones recurrentes de los líderes de opinión ya no hay forma de desterrarla del imaginario colectivo. Ya hemos vivido numerosos precedentes como ‘prima de riesgo’, ‘viral’, ‘metaverso’ o ‘disruptivo’.