
Los participantes del encuentro 'Cultura en verde'.
Cultura y naturaleza se dan la mano en la Feria del Libro de Madrid: "La emoción comunica mejor la crisis climática"
SIGNUS reúne a varios expertos en arte y medioambiente para debatir sobre la necesidad de acercar el cambio climático a la gente a través de la creatividad.
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¿Qué tienen que ver el arte y la cultura con el medioambiente? La repuesta es sencilla: todo. Sobre eso, precisamente, se ha debatido en la mañana del 12 de junio en la charla Cultura en verde, organizada por SIGNUS, empresa sin ánimo de lucro que gestiona la segunda vida de los neumáticos.
Con la Feria del Libro de Madrid como telón de fondo, un grupo de expertos se reunieron en el parque madrileño de El Retiro para reivindicar la capacidad del arte (en todas sus vertientes) de emocionar y conectarnos con la naturaleza.
La charla contó con la participación de Rafa Ruiz, periodista y autor del libro Artistas en verde de Signus; Miguel Ángel Invarato, fotógrafo, gestor cultural y creador del proyecto Traductores del Viento; y Pilar Balsaobre y Carlos Jiménez, fundadores del estudio creativo Photoalquimia. Todos ellos dirigidos por Isabel López Rivadulla, directora de Comunicación y Marketing de SIGNUS.
La conversación comenzó con una breve explicación del libro de Ruiz, editado por SIGNUS, que nace del blog que el periodista lleva junto a la organización y en el que se publica un perfil mensual de un creador o creadora que basa su trabajo en los materiales reutilizados.
Ahora que están a punto de llegar a su publicación número cien, sirve como punto de partida de una reflexión mayor, como la que se dio esta mañana en la Feria del Libro.
"Todos los participantes tienen en común el compromiso con el entorno y están involucrados en este proyecto tan bonito que es Artistas en Verde", aseguró Rivadulla durante la presentación de la mesa redonda.
Y es que Balsaobre y Jiménez, por ejemplo, llevan desde 2007 entrelazando arte y naturaleza para mostrarle al público otras maneras de entender y relacionarnos con el entorno.
Invarato, por su parte, decidió recuperar un espacio abandonado en la zona norte de Madrid, la estación de tren de Bustarviejo. Todo con la intención, explica él mismo, de "unir ciudad y mundo rural" y ofrecer un refugio a artistas y literatos donde pausar y crear desde la naturaleza.
Bloqueo emocional
La charla fluyó de manera orgánica. Y precisamente por eso se hizo una lectura actual de la capacidad que tiene el discurso medioambiental de llegar a las personas.
Para Ruiz, su experiencia tras varias décadas escribiendo sobre clima en El País, le hizo darse cuenta de que "hay un bloqueo de los mensajes en los lectores".
Los datos, los informes, los estudios y la evidencia científica no captan la atención de la gente por sí solos. En cambio, "lo emocional, los mensajes que llegan a las emociones —esa capacidad humana que la IA jamás será capaz de imitar— es lo que mejor comunica el cambio climático", insiste Ruiz.
Por eso, indicó Invarato, "la relación entre cultura y medioambiente es una cuestión que hay que reforzar: todos somos artífices de cultura, y eso se relaciona íntimamente con la naturaleza".
Porque, matizó, "esa reflexión, esa pausa que tenemos que hacer todos respecto a la cultura humana, está en la naturaleza. Por eso la conservación y la recuperación tienen que estar ligadas al arte".
Balsalobre coincidió también en que "hay una tendencia a una desconexión". De ahí que el "discurso de la razón" no sirva "para que la gente entienda que somos parte de la naturaleza".
Ella propuso llegar a las emociones a través de las disciplinas artísticas. Solo así, insistió, "se provocan cambios reales".
Jiménez, como biólogo y artista que es, puso un ejemplo concreto de esta suerte de desconexión 'natural': "Acabé la carrera y me di cuenta de que algo tan bonito como la naturaleza no llegaba a la gente; las fotos de la biodiversidad no provocaban nada".
Por eso, dijo, empezó "a introducir elementos más emocionales en las exposiciones fotográficas de naturaleza, en una época en la que eran exhibiciones muy intelectuales".
Así, indicó, se dio cuenta de que tocaban un poco más la sensibilidad de las personas que acudían a ver su arte.
Cambio de tornas
El problema con el que se topan todos estos artesanos del arte medioambiental es el mismo: no hay tantos espacios ni personas dispuestas a tomarse la molestia de ahondar en la relación humana con la naturaleza.
Para Ruiz, por ejemplo, la clave está en la crisis de 2008, cuando se produjo un cambio de paradigma: "Más allá del nicho, ahí fuera, en el mundo mainstream, no hay grandes artistas modernos comprometidos", indicó.
E insistió que fue la gran crisis financiera la que consiguió que los mensajes reivindicativos del arte aquellos que luchaban por los derechos humanos, el medioambiente o los derechos de las mujeres o del colectivo LGTBIQ+, "se dejaran de lado".
De pronto, manifestó Ruiz, "lo importante era ser rentable": Y apuntó al actual genocidio en Gaza como muestra tangible de que "el arte no se está movilizando". "Cómo vamos a movilizar por la salud del planeta".
Jiménez y Balsalobre, por su parte, admitieron que no siente que haya "más inquietud respecto a la sostenibilidad, aunque sí se hable más de ello".
Su experiencia les dice que son ellos los que hacen las propuestas artísticas en clave eco y no al revés: "La inquietud no viene de fuera, sino de dentro".