
Imagen de archivo de un barco cruzando el canal de Suez. Reuters
Rebajar la velocidad de los barcos un 20% reduciría las emisiones de CO2 en un 24% y el ruido submarino en un 70%
Las oenegés ecologistas instan a la UE a aumentar sus ambiciones de reducción de la huella del transporte marítimo.
Más información: Disminuir la velocidad de los barcos en el Mediterráneo un 10% reduciría la muerte de las ballenas en un 50%
Este 4 de febrero, la Agencia Europea de Seguridad Marítima (AESM) y la Agencia Europea de Medio Ambienta (AEMA) publicaron la segunda edición de su Informe Medioambiental sobre el Transporte Marítimo Europeo (EMTER). En él, se realiza un análisis de los impactos climáticos que tienen los barcos en los mares de la UE.
Asimismo, se ponen sobre la mesa los progresos realizados hasta la fecha para alcanzar los objetivos medioambientales y de descarbonización de la Unión para el sector. Entre ellos, el texto destaca la "notable reducción" de las emisiones totales de óxido de azufre (SOx), que han disminuido en un 70% desde 2014.
Tal y como explican desde la oenegé ecologista OceanCare, "este importante logro es una demostración más de que solo a través de la regulación se pueden lograr avances significativos en la protección del medio ambiente y la salud pública, al tiempo que se crean unas condiciones de igualdad para todos los agentes del sector que evitan generar desventajas competitivas entre las empresas".
Porque, recuerdan, "el transporte marítimo es, con diferencia, el que más contribuye a las emisiones totales de SOx procedentes del transporte en la UE". Y la reducción de los niveles de este elemento contaminante ha venido fagocitada "en gran parte" por la introducción de las Zonas de Control de Emisiones de SOx (SECA) en el norte de Europa.
Estas, recuerdan, "obligan a reducir de forma muy significativa el porcentaje de azufre en el combustible de los buques". Pero no es la única normativa clave para entender esta rebaja de emisiones: mucho, dicen desde OceanCare, tiene que ver la entrada en vigor en 2020 de un reglamento de la Organización Marítima Internacional (OMI) que estableció un límite máximo de azufre a nivel mundial.
Mucho en lo que avanzar
Eso sí, recuerdan que esta es una de las pocas mejoras, pues "la huella climática y medioambiental del transporte marítimo sigue siendo muy elevada en todos los aspectos". Desde OceanCare alertan de que el transporte marítimo ha "empeorado" el impacto climático de las emisiones de gases de efecto invernadero en los últimos años.
Y explican que las emisiones de CO₂ derivadas de esta actividad no han hecho más que aumentar cada año desde 2015 en la UE, con la excepción del parón del sector durante la pandemia de la Covid-19 en 2020. Así, en 2022 este tipo de emisiones alcanzaron los 137,5 millones de toneladas.
Asimismo, tal y como recuerdan desde la oenegé, las emisiones de metano (CH4) procedentes del transporte marítimo se duplicaron entre 2018 y 2023. En 2022, por ejemplo, supusieron el 26% de las emisiones totales de metano del sector del transporte.
"El metano (principal componente del gas natural licuado, GNL), además de ser un combustible fósil, es en sí mismo un gas de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global 80 veces superior al del CO₂ en una perspectiva de 20 años", recuerdan desde OceanCare.
Para Fabienne McLellan, directora ejecutiva de la oenegé, indica que, si algo revela el informe de la AESM y la AEMA, "las medidas vinculantes para proteger el planeta funcionan".
Navegación lenta
Además, McLellan recuerda que "el transporte marítimo es la principal fuente de ruido submarino radiado, que las colisiones de los buques con ballenas en peligro de extinción suponen una grave amenaza para estas y que las emisiones de gases de efecto invernadero de este sector van en aumento". Por todo ello, indica, "debemos aplicar esta lección para hacer obligatoria la navegación lenta".
Reducir la velocidad de los buques, remarca, "disminuiría las emisiones y el ruido submarino y salvaría a las ballenas". Todo, apunta, gracias a "una medida sencilla y rentable que puede aplicarse de inmediato" y que solo requiere de pisar el freno.
Y es que, como explican desde OceanCare, rebajar a nivel global la velocidad de los barcos un 20% podría reducir las emisiones de CO2 hasta un 24%, el ruido submarino hasta en un 70% y el riesgo de colisiones mortales con ballenas hasta en un 78%.