Un hombre arregla una caldera de gas.

Un hombre arregla una caldera de gas. iStock

Noticias

La UE apunta al fin de las calderas de gas y abre la puerta a la calefacción con hidrógeno verde

Los edificios representan el 40% del consumo de energía de la UE y el 36% de sus emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía.

18 marzo, 2023 02:13

Aún enfrascados en una crisis energética, los países comunitarios siguen dando pasos de gigante para acelerar la transición hacia energías limpias y hacia el ahorro en el consumo. El último ha sido la aprobación en el Parlamento Europeo de la modificación de la directiva europea relativa a la eficiencia de los edificios

Desde que se pone la primera capa de hormigón hasta que se enciende la primera luz, estas construcciones emiten grandes cantidades de gases de efecto invernadero que la UE pretende reducir. Como recoge la directiva aprobada por el parlamento, el 40% del consumo final de energía en la Unión y el 36% de sus emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la energía corresponden a los edificios. 

Gran parte de ese peso contaminante viene de cómo calentamos nuestros hogares. El combustible más utilizado en el conjunto de la UE es el gas natural, que representa en torno al 42% de la energía consumida para calefacción en el sector residencial, seguido del petróleo, con un 14 %, y del carbón, con un 3 %. Así, los combustibles fósiles adquieren aún un peso muy importante que la UE pretende atajar en los próximos años.

[Qué pasará con tu caldera después de la última norma ‘eco’ que acaba de aprobar la Unión Europea]

La revisión de la directiva comunitaria –que deberá ser negociada aún por Parlamento, Comisión Europea y Consejo–, plantea la eliminación progresiva de la calefacción de combustibles fósiles. 

Entre otras cosas, propone que a partir de 2028, todos los edificios nuevos deberán ser de cero emisiones y, a más tardar, en ese mismo año todos los edificios nuevos deberán estar equipados con tecnología solar cuando sea factible desde el punto de vista técnico y económico (en el caso de los edificios residenciales en los que se hagan reformas de consideración el plazo se alargará hasta 2032).

A los edificios residenciales se les exigirá también que, como mínimo, en 2030 alcancen la clase energética E y la D en 2033 (que contempla un mayor ahorro de energía). Asimismo, los no residenciales y públicos tendrían que conseguirla en 2027 y 2030 respectivamente.

No obstante, la medida que ha sembrado mayor debate es la relativa a las calderas. La directiva fija en 2024 el fin a las subvenciones a las calderas de combustibles fósiles. El objetivo es conseguir eliminarlas por completo del territorio comunitario para el año 2040, a más tardar. 

Un fuerte cabildeo

La presencia de esta exigencia ha dado pie a un fuerte cabildeo para frenar esta disposición. Tanto es así que una de las enmiendas presentadas abre una laguna en la erradicación de las calderas: se permitirán en edificios nuevos siempre que estén certificados para funcionar con energías renovables como biocombustibles o hidrógeno.

“Es importante distinguir entre tecnologías y los combustibles que utilizan: hoy, las calderas en el mercado ya pueden utilizar energías 100% renovables (biometano) y cuotas variables de hidrógeno”, apunta el documento. Una cuestión que ha sido respaldada por el parlamento.

[El fin de las calderas de gas, cada vez más cerca: Alemania las prohibirá para apostar por las energías 'limpias']

Además, según apunta el último informe de la Oficina Ambiental Europea, una red de más de 150 organizaciones medioambientales, el lobby Liquid Gas Europe –que representa los intereses del gas licuado del petróleo– creó Rural Futures, una organización no declarada en el registro europeo, que califica a las calderas “tecnología confiable y rentable”. 

Como recoge Político, antes de la votación, este grupo mantuvo reuniones con eurodiputados como el irlandés Seán Kelly, el principal legislador de la EPBD para el Partido Popular Europeo. No obstante, las declaraciones ofrecidas a este mismo medio por parte del eurodiputado en torno a aquel encuentro apuntan a un "error de administración" y "teníamos entendido que no rompimos ninguna regla", aunque añadió que "deberíamos ser mejores con la transparencia".

Salida de tuberías de calderas de gas natural.

Salida de tuberías de calderas de gas natural.

Encuentros como este se han conocido porque, como recoge The Guardian, el día de la votación se filtraron unos correos electrónicos que mostraban cómo la industria del gas ha intentado introducir lagunas en la legislación que planea sacar adelante la UE.

Hay que tener en cuenta que la industria del gas licuado del petróleo está representada por Liquid Gas Europe, y es precisamente la que ha mantenido una serie de encuentros de alto perfil y reuniones a puertas cerradas con miembros del Parlamento Europeo en los últimos meses.

Según la investigación, las compañías de gas quieren mantener las calderas en funcionamiento para proteger su mercado actual y permitirles adaptarse a lo que ven como nuevos mercados potenciales de gas ‘verde’, en biocombustibles e hidrógeno, a pesar de las serias preocupaciones sobre su viabilidad.

De acuerdo con la Oficina Europea del Medioambiente el texto “viene con un salvavidas para la industria de los combustibles fósiles”. Para esta agrupación, estas calderas permitirán que continúe el uso dominante de combustibles fósiles para calentar nuestros hogares, siempre que se mezclen con una pequeña proporción de gases "verdes" como el hidrógeno o los biocombustibles.

¿Son viables las calderas de hidrógeno?

En 2021, un grupo de ciudadanos residentes en el pueblo de Winlaton, al norte de Inglaterra, formó parte de un experimento: alimentaron sus estufas y calderas de gas con una mezcla que incluía un 20% de hidrógeno. El objetivo era reducir los gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, que emiten sus electrodomésticos.

Sin embargo, las dudas sobre la utilización al 100% del hidrógeno verde –que actualmente, representa solo el 0,04% de la producción mundial de hidrógeno– para la calefacción siguen sobre la mesa. Por ejemplo, un análisis del think tank internacional Regulatory Assistance Project (RAP) recoge que más de 30 estudios independientes han llegado a la conclusión de que calentar los hogares con hidrógeno es una opción más cara, menos eficiente y más perjudicial para el medio ambiente que las alternativas probadas como las bombas de calor.

Calefacción de los hogares

Calefacción de los hogares

Como apunta, además, un gráfico de la Hydrogen Science Coalition, se necesitan casi seis veces más electricidad para satisfacer la demanda actual de calefacción en España utilizando hidrógeno verde que utilizando bombas de calor. En total, se requieren 149 GW de capacidad instalada de turbinas eólicas para la ruta del hidrógeno verde, mientras que harían falta 25 GW de capacidad instalada de turbinas eólicas para alimentar las bombas de calor.

Asimismo, este mismo grupo de académicos, científicos e ingenieros independientes destaca que el hidrógeno verde representa una oportunidad para avanzar en la transición energética. No obstante, subrayan que centrarse en los sectores de demanda equivocados para el hidrógeno sería un error costoso que se podría evitar con otras alternativas más baratas y disponibles. 

Concluyen que se debería utilizar el hidrógeno renovable para sustituir al actual hidrógeno fósil contaminante, y posteriormente utilizarlo en sectores que no disponen de soluciones de electrificación. 

En este sentido, como contó a EL ESPAÑOL Albert Banal-Estañol, profesor de economía y finanzas de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y miembro del comité asesor del regulador británico Ofgem, “A gran escala, su utilización sigue estando en duda, no solo por la producción sino por el lado de la demanda. Si realmente vamos a utilizar coches con hidrógeno o si todo el transporte se va a electrificar o no”.