Vista de la Tierra desde el espacio.

Vista de la Tierra desde el espacio. Istock

Historias

2026 se prepara para que la capa de ozono siga 'curándose': la OMM recuerda que en la ciencia está la clave

Cuatro décadas de cooperación multilateral empiezan a traducirse en beneficios medibles para la salud y los ecosistemas.

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Mariana Goya
Publicada

A las puertas de 2026, los datos científicos confirman que la capa de ozono continúa recuperándose. El último Boletín de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) sobre el Ozono y la Radiación Ultravioleta señala que en 2024 el agujero de la capa de ozono fue mejor que en años anteriores, una evolución coherente con la tendencia positiva observada desde la entrada en vigor del Protocolo de Montreal.

El informe aporta nuevos datos que refuerzan una conclusión sostenida desde hace años por la comunidad científica, y es que las políticas internacionales basadas en la evidencia están funcionando.

En 2024, la profundidad del agujero de ozono en la Antártida —un fenómeno estacional que se forma cada primavera austral— fue inferior a la media del período 1990-2020. De hecho, el déficit máximo se registró el 29 de septiembre, con una pérdida estimada de 46,1 millones de toneladas de ozono, una cifra menor que la observada entre 2020 y 2023.

En cualquier caso, independientemente del tamaño del agujero, los científicos destacan su evolución temporal. Resulta que su formación fue más lenta de lo habitual y el agotamiento del ozono se retrasó hasta el mes de septiembre, seguido de una recuperación relativamente rápida tras alcanzar el máximo déficit.

Según el boletín, esta "formación sistemáticamente tardía" constituye un indicio sólido de la recuperación inicial de la capa de ozono de la Antártida, una región clave para evaluar la salud del ozono estratosférico global.

La OMM subraya que el comportamiento observado en 2024 estuvo influido en parte por factores atmosféricos naturales, responsables de fluctuaciones interanuales.

Sin embargo, la tendencia positiva a largo plazo no se explica solo por estas variaciones. El trasfondo es estructural y responde a décadas de cooperación internacional.

En comparación con años anteriores, la cobertura total del ozono estratosférico fue mayor en gran parte del planeta, según datos presentados en el boletín.

En comparación con años anteriores, la cobertura total del ozono estratosférico fue mayor en gran parte del planeta, según datos presentados en el boletín. OMM

De hecho, este 2025 se han cumplido 40 años de la firma del Convenio de Viena, el acuerdo que reconoció por primera vez que el agotamiento del ozono era un problema global y sentó las bases de una respuesta coordinada.

"Hace 40 años, las naciones se unieron para dar el primer paso a fin de proteger la capa de ozono, trabajando juntas con la ciencia como brújula", recordó el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.

Y es que, a su juicio, el Convenio de Viena y el posterior Protocolo de Montreal "se convirtieron en un símbolo de los éxitos que reporta el multilateralismo".

Protocolo de Montreal

Desde su adopción en 1987, el Protocolo de Montreal ha permitido eliminar de forma progresiva más del 99% de la producción y el consumo de sustancias que agotan la capa de ozono, como los clorofluorocarbonos (CFC), ampliamente utilizados durante décadas en refrigeración, aire acondicionado, aerosoles o espumas aislantes.

Gracias a esta reducción, los científicos estiman que la capa de ozono podría recuperar a mediados de este siglo los niveles previos a los años 80.

Las implicaciones de esta recuperación son directas para la salud humana y los ecosistemas. Un ozono estratosférico más robusto reduce la exposición a la radiación ultravioleta, disminuyendo el riesgo de cáncer de piel y cataratas, y limitando los daños a cultivos, ecosistemas terrestres y marinos.

Por ello, la OMM destaca que la protección del ozono contribuye de forma transversal a varios Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre ellos el ODS 3 (salud y bienestar), el ODS 13 (acción por el clima), el ODS 2 (hambre cero) y el ODS 15 (vida de ecosistemas terrestres).

Además, los datos globales refuerzan este diagnóstico. En 2024, la cobertura total de ozono estratosférico fue mayor en gran parte del planeta, especialmente en el hemisferio norte, según las desviaciones registradas respecto a la media geográfica de largo plazo.

Pese a los avances, los expertos advierten de que el proceso no está concluido. "A pesar del enorme éxito que el Protocolo de Montreal ha cosechado en los decenios transcurridos hasta la fecha, su labor aún no ha terminado", señaló Matt Tully, presidente del Grupo Consultivo Científico de la OMM sobre el Ozono y la Radiación Ultravioleta.

Y es que el monitoreo sistemático del ozono y de las sustancias que lo afectan —incluidas las que se utilizan como sustitutas— siguen siendo esenciales para garantizar el cumplimiento de los acuerdos.

En ese sentido, la Enmienda de Kigali, adoptada en 2016 y ratificada hasta ahora por 164 países, amplía el alcance del Protocolo de Montreal al comprometer a los Estados a reducir progresivamente los hidrofluorocarbonos (HFC), potentes gases de efecto invernadero.

De hecho, según las estimaciones científicas, su aplicación podría evitar hasta 0,5 grados centígrados de calentamiento global para finales de siglo.

Por el momento, las previsiones indican que, si se mantienen las políticas vigentes, la capa de ozono podría recuperar los valores de 1980 en torno a 2040 en la mayor parte del mundo, en 2045 en el Ártico y en 2066 en la Antártica.

De cara a 2026, la OMM insiste en una idea central, pues la recuperación del ozono no es automática ni irreversible, pero demuestra que cuando la ciencia guía la acción política sostenida en el tiempo, los resultados son medibles.