Un grupo de mujeres mayores juegan al ajedrez.

Un grupo de mujeres mayores juegan al ajedrez. iStock

Historias Día Mundial de las personas con discapacidad

El abismo de las personas con discapacidad al envejecer: "Hay que redefinir los cuidados"

Según los expertos, aún "está todo por hacer" en materia de protección de los mayores dependientes que han convivido toda su vida con una discapacidad.

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Cada persona envejece a su ritmo. Como escribe Paulino Azúa, presidente del grupo de trabajo de Envejecimiento Activo del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), en un informe de la entidad, "hay quien ha sido viejo desde joven y hay personas en proceso de envejecimiento que se aferran a la juventud y a quienes les aterra la idea".

La realidad es que, si no sucede una desgracia, todo el mundo llega a ser mayor. Y es que gracias a los avances médicos, la esperanza de vida es cada vez más larga, también para las personas con discapacidad.

Para ellas, el proceso de envejecimiento es complejo y "diferente", cuenta a ENCLAVE ODS Álvaro Bilbao, presidente de la comisión de personas con discapacidad mayores del CERMI. Y lo es "en la medida en que convergen la edad y la discapacidad", con la que llevan conviviendo toda su vida.

Ahí, asegura el portavoz del comité, "está todo por hacer", pues el modelo de atención que requiere una persona con discapacidad al envejecer es distinto al que necesita el resto.

Bilbao recuerda que hasta hace no tanto, era inusual que se superara el umbral de los 60. Sin embargo, "gracias al empuje asociativo y a entidades como CERMI, se han puesto en marcha propuestas sociales y sanitarias que permiten que lleguen a ser mayores y superen incluso los 70 u 80 años".

El problema está en que este envejecimiento no ha venido acompañado de unas medidas públicas adecuadas. "Es un hecho que política y socialmente no se está considerando", indica Bilbao.

Quién cuida

Con el paso de los años, el deterioro cognitivo se vuelve inevitable. Pero hay quien lo sufre de manera más aguda. Sería el caso, por ejemplo, de las personas con discapacidad intelectual.

Tal y como explican desde la Fundación Amás, su "proceso de envejecimiento comienza mucho antes". E incluso a partir de los 45 años pueden llegar a presentar signos de "deterioro cognitivo, físico y emocional similares a los de una persona de 65 o 70 años en la población general".

Asimismo, "el envejecimiento no afecta solo a la persona con discapacidad, sino también a su entorno más cercano. Siete de cada diez cuidadores son mujeres con una media de edad de 65 años. Se trata, por tanto, de un doble envejecimiento. Por un lado, el de las personas con discapacidad y por otro, el de quien le cuida", aseguran.

Ahí nos topamos con una realidad: los cuidadores no siempre tienen la capacidad de seguir haciéndolo. Y ahí, los dependientes se quedan en una suerte de limbo.

En estos casos, quienes pueden acuden a residencias o a personas que les asistan en sus hogares. Pero "claro, es algo caro que no todos pueden permitirse, y no hay plazas públicas ni ayudas a la dependencia suficientes", aclara Bilbao, quien recuerda que "la gente se intenta apañar" también con ayuda de las asociaciones.

Por desgracia, no sería la primera vez que llegan a un domicilio y se encuentran a "una persona muerta desde hace días, semanas o meses". Otras, dice, "disponen de teleasistencia y pueden llamar si les ocurre algo, pero no siempre es el caso".

Cuestión de derechos

Por tanto, son, según Bilbao, las asociaciones las que asumen labores de atención que "deberían ser públicas". Y es que, matiza, hasta "hace relativamente poco", los cuidados siempre se han considerado "algo de la familia, especialmente los de los mayores".

Y reconoce que, por suerte, cada vez hay más publicaciones y estudios científicos que abogan por convertirlos en un "derecho social" y, sobre todo, en que formen parte de un trabajo especializado.

En un contexto en el que la esperanza de vida no deja de aumentar, desde el CERMI recuerdan que "la discapacidad es una cuestión de derecho, no de enfermedad". Por eso, indica Bilbao, exigen que "las personas con discapacidad mayores tengan más" de los que tienen y, sobre todo, "derechos nuevos" que "den respuesta a las nuevas necesidades de la sociedad".

Es decir, abogan por un empoderamiento que derive en que sus voces se escuchen y tengan en cuenta a la hora de buscar maneras de dar respuestas sociales a las casuísticas derivadas de su propio envejecimiento. Porque, recuerda Bilbao, normalmente sólo se tiene en cuenta a sus entornos, y no siempre se considera a las propias personas como sujetos de derecho a la hora de tomar decisiones.