Voluntarios en la 'zona cero' de la dana de Valencia en noviembre de 2024.

Voluntarios en la 'zona cero' de la dana de Valencia en noviembre de 2024. Rodrigo Minguez Valencia

Historias

La lección perdida de la dana un año después: los expertos alertan de que el Levante español sigue en peligro

Preocupan, en concreto, la falta de formación en emergencias y la lentitud de la implantación de medidas de adaptación a la nueva realidad climática.

Más información: Cómo adaptar las ciudades y pueblos a las 'nuevas' danas: las claves de la reconstrucción después de la tragedia

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Hace hoy — 29 de octubre— un año, una dana (depresión aislada en niveles altos) sin precedentes devastaba el litoral mediterráneo. Dejaba tras de sí 237 víctimas mortales en la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Andalucía y afectaba directamente a 75 municipios valencianos.

Las lluvias torrenciales desbordaron ríos y barrancos y transformaron las calles en turbas de agua mezclada con barro, automóviles y escombros. Ahora, 365 días después, los afectados siguen intentando recomponer sus vidas, pero los climatólogos y meteorólogos alertan de que esas danas a las que tan acostumbrados están por esa zona de la península ibérica serán cada vez más frecuentes y tan catastróficas —o más— como la última.

Pero, ¿está España preparada para afrontar eventos meteorológicos extremos de esta envergadura? La respuesta de los expertos consultados por ENCLAVE ODS es un no unánime. Aunque lo que sí hay, coinciden, es más sensibilización y conocimiento sobre las consecuencias de no actuar a tiempo.

Como advierte la oenegé conservacionista WWF, desde finales del año pasado la reconstrucción ha priorizado infraestructuras y núcleos urbanos para recuperar lo más rápido posible la normalidad en las zonas afectadas. Sin embargo, desde la organización lamentan que la restauración de los espacios naturales afectados sigue pendiente. Pues esta sería, apuntan, la "mejor defensa ante futuras inundaciones".

Región 'riesgo' europea

Como recuerda Jorge Olcina Cantos, catedrático de Análisis Geográfico Regional y director de la Cátedra de Cambio Climático en la Universidad de Alicante, "el litoral mediterráneo español es una 'región riesgo'". Y lo es, precisamente, porque históricamente —especialmente desde los años 60 del siglo pasado— ha ido desarrollándose a nivel urbanístico, agrícola y turístico.

Un grupo de voluntarios tras la dana.

Un grupo de voluntarios tras la dana. Rodrigo Mínguez

El problema está, incide el experto, en que "ese desarrollo a veces se ha llevado a cabo a partir de la ocupación de espacios inundables o de zonas de riesgo de inundación". Aunque, matiza, es lógico que fuese así, pues "en aquellas décadas no había normativa ni legislación que protegiera esos espacios, ni que garantizase la seguridad de las personas que allí viven, ni de las actividades económicas que se desarrollan".

Ahora, sin embargo, la casuística —y el conocimiento de la situación orográfica— han evolucionado y, como resultado de lo ocurrido en décadas pasadas, encontramos "un espacio densamente ocupado donde, además, se pueden producir eventos extremos como la dana, pero también temporales marítimos, sequías intensas…".

Por eso, remarca el catedrático, el litoral mediterráneo es "una de las regiones de riesgo más destacadas en el conjunto de Europa". Y lo es por "la cantidad de población, por la importancia de las actividades económicas y porque se pueden dar este tipo de fenómenos". De ahí que diga que "preparados para afrontar eventos climáticos extremos estamos poco".

Avances normativos

Olcina remarca que "las normativas urbanísticas o de agua que buscan evitar esas zonas de riesgo son muy recientes". Y recuerda que la Ley de Suelo y Rehabilitación Urbana, que obliga a elaborar mapas de riesgo a la hora de asignar nuevos usos de la tierra, entró en vigor en 2015. Lo mismo sucede, dice, con el Reglamento de Dominio Público Hidráulico, que se modificó también en ese año.

Ahora, con esa legislación "ya sí que estas áreas de elevada peligrosidad de inundaciones no se pueden ocupar urbanísticamente". Sin embargo, recalca que "hay mucho construido de décadas pasadas", y ahí es donde habría que actuar de otra manera.

"Habría que hacer una selección de aquellas zonas que puedan ser más peligrosas en este sentido y aplicar medidas de todo tipo, como, por supuesto, prohibir la ocupación futura de espacios inundables, hacer obra hidráulica, en algunos tramos de alta peligrosidad, encauzar, desviar barrancos y ramblas para evitar que atraviesen zonas urbanas altamente ocupadas…", comenta Olcina.

Y remarca: "Todo eso está en proyecto, se incluye en los planes de gestión del riesgo de inundación de las demarcaciones geográficas del Júcar y del Segura. Pero están sin ejecutar. Y eso hay que activarlo".

Por su parte, Teresa Gil, responsable del programa de Aguas de WWF, insiste en un comunicado que, en España, "no estamos mejor preparados ambientalmente, aunque desgraciadamente sí somos más conscientes" de lo que supone exponerse a situaciones como la dana de hace un año.

Eso sí, asegura que aún "tenemos que aprender a convivir con fenómenos extremos que serán más frecuentes, intensos y difíciles de predecir". Y recuerda que "para prevenir sus efectos más adversos es necesario restaurar ríos y humedales, recuperar el espacio natural de los cauces y apostar por soluciones basadas en la naturaleza que nos protejan en el futuro". Pues sin ellas, "los daños seguirán aumentando".

Saber qué hacer, la clave

Algo esencial tanto para Gil como para Olcina es la formación y sensibilización de la población ante esta nueva situación climática. El catedrático insiste en que, en toda España, habría que "activar la educación para el riesgo". Especialmente, dice, en la zona mediterránea: "Hay que enseñarle a la población dónde vive, que reconozca que vivimos en espacios complejos, y darle pautas para la correcta gestión de las situaciones de emergencia".

Eso es, precisamente, lo que hace Mario Sainz, portavoz de emergencias de Cruz Roja, en la Comunidad Valenciana. Es imprescindible, asegura a ENCLAVE ODS, que las personas sepan actuar ante situaciones que, por desgracia, son inevitables. Y, además, que estas tengan "menos repercusión y que la población esté más preparada para afrontarlas".

La clave para conseguirlo, indica Sainz, está en que los individuos y familias sepan qué hacer ante lluvias torrenciales, olas de calor extremas o sequías prolongadas. Para ello, la clave está en "crear planes de emergencia domésticos y de las comunidades de vecinos".

Porque, insiste el portavoz de Cruz Roja, la "preparación es clave" a la hora de actuar en catástrofes como la ocurrida hace un año en el Levante español. Por eso, la entidad que representa puso en marcha, dentro de su Plan de recuperación por los efectos de la dana, una serie de formaciones en los municipios afectados.

Estas consisten en preparación en emergencias. Y se está implementando, indica Sainz, desde los cimientos: "Lo primero que estamos haciendo es formar a los agentes que van a educar a esas familias o a esos niños y niñas en coles o asociaciones vecinales".

Hasta el momento, explica, cuentan ya con 60 voluntarios que han pasado por alguna de las 18 formaciones que ya han impartido en la Comunidad Valenciana. El siguiente paso será "entrar a formar en coles, institutos, asociaciones, en comunidades de vecinos…" y allá donde se les requiera. Solo así, insiste, se sabrá abordar —y minimizar el impacto— de la próxima catástrofe natural.