Un camión descarga tierra en un vertedero.

Un camión descarga tierra en un vertedero. ABBPhoto Istock

Historias

Repensar, reutilizar, rediseñar: así se construye la economía circular como una oportunidad para la competitividad

Este modelo representa una oportunidad en clave de autonomía estratégica y seguridad económica al conllevar un uso más eficiente de los materiales.

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Arantza García
Publicada

La economía circular ha emergido como un modelo transformador que va mucho más allá del reciclaje. Su objetivo es repensar por completo la manera en que producimos, consumimos y gestionamos los recursos, fomentando un cambio estructural hacia sistemas más eficientes, resilientes y sostenibles. 

Como explica Alejandro Dorado, Comisionado para la Economía Circular, "se ha dado una cierta toma de conciencia por parte de los sectores productivos respecto a los impactos ambientales sobre el clima o la pérdida de biodiversidad que conllevan sus procesos, desde la extracción de recursos a la generación de residuos".

Al mismo tiempo, señala, "se está consolidando un entendimiento en clave de oportunidad de la transición ecológica, y por tanto de la circularidad".

Esa oportunidad tiene varias dimensiones. En primer lugar, una oportunidad competitiva, ya que la circularidad impulsa un uso más eficiente de los recursos a través del ecodiseño, abre nuevas áreas de negocio vinculadas a la reutilización, la reparación o el reciclaje, y responde a la demanda de un consumidor cada vez más informado y exigente con el impacto ambiental de sus decisiones de compra.

Además, subraya Dorado, representa también una oportunidad en clave de autonomía estratégica y seguridad económica: "Al conllevar un uso más eficiente de materiales, nos hace menos dependientes de mercados o cadenas de valor que pueden no ser tan fiables en un contexto geopolítico como el actual. Nos trae independencia y estabilidad".

En la construcción

El sector de la construcción, uno de los que más materiales consume, continúa gestionando sus residuos de manera poco transparente e ineficiente. En Europa, los residuos de construcción y demolición (por sus siglas RCD) representan alrededor del 30% de todos los residuos generados.

Sólo en nuestro país, según el último dato disponible del INE (2021), proveniente de datos extraídos de la Plataforma Electrónica Nacional de Gestión de Residuos (eSIR), la cifra ronda los 37 millones de toneladas al año.

Gran parte de estos materiales siguen teniendo el mismo destino, el vertedero, y una vez aquí el cómo se gestiona esta enorme cantidad de materiales es un reto ambiental inaplazable.

En paralelo, la normativa europea ha elevado el listón. Según la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados, la reciente Orden TED/295/2023 y el Plan Estatal Marco de Gestión de Residuos (PEMAR 2024–2035), los residuos de construcción y demolición deben someterse a valorización, reciclaje o reutilización de al menos el 70 % del peso de los residuos no peligrosos de construcción y demolición, excluyendo ciertos materiales naturales.

Residuos de construcción tras la demolición de un edificio.

Residuos de construcción tras la demolición de un edificio. Roman Mykhalchuk Istock

Iniciativas como la de la Autoridad Portuaria de Sevilla (APS) están demostrando que es posible integrar la economía circular en este sector. Junto a la empresa Todobarro ha puesto en marcha un innovador proyecto para reutilizar los sedimentos procedentes del dragado del Guadalquivir. En lugar de tratarlos como residuos, se convierten en materiales de construcción sostenibles. 

Hasta ahora gracias a los materiales obtenidos en distintas campañas dragado, la APS ha regenerado parte del litoral del Espacio Natural de Doñana o de las playas de Sanlúcar de Barrameda.

Además, ha creado humedales para favorecer la cría y reproducción de avifauna acuática del estuario y ha avanzado en la transformación y reutilización de estos sedimentos para la industria cerámica o en la elaboración de bloques de tierra compacta para mejorar las márgenes.

Este proyecto se enmarca en la filosofía "Working With Nature" de la empresa Todobarro, que apuesta por la restauración ambiental y la gestión responsable de los recursos. 

Otro proyecto importante es el emprendido por Heidelberg Materials Hispania y la constructora Viuda de Sainz. Ambos han puesto en marcha una nueva planta, llamada Harrigreen, ubicada en Güeñes (Vizcaya), para procesar residuos de construcción y demolición y escorias de acerías.

Con una inversión cercana al millón de euros, esta instalación de 18.000 m² tiene capacidad para tratar hasta 140.000 toneladas anuales de residuos de obra más 20.000 toneladas de escorias metalúrgicas. Los materiales transformados serán convertidos en áridos reciclados y productos aptos para uso en construcción y asfalto, con marcado CE y estándares de calidad elevados.

Sobre este sector, Jovita Moreno Vozmediano, directora de la Cátedra Economía Circular para la Gestión Sostenible de Residuos de la Universidad Rey Juan Carlos, subraya que "el desarrollo de herramientas basadas en inteligencia artificial para identificar y clasificar los residuos es una línea prioritaria en la que se están centrando actualmente muchos esfuerzos de I+D".

Además, explica que existen proyectos muy novedosos "enfocados en el tratamiento de residuos tóxicos o peligrosos y en la recuperación de componentes presentes en materiales compuestos cuyo reciclaje por métodos convencionales resulta inviable".

Según añade, también se están impulsando "ejemplos interesantes de simbiosis industrial basados en transformar residuos de la construcción en nuevas materias primas o en utilizar componentes reciclados provenientes de otros sectores, como el diseño de mobiliario urbano con mezclas de polímeros reciclados, el empleo de áridos reciclados para la construcción de firmes o el uso de asfaltos elaborados con caucho triturado de neumáticos fuera de uso".

Reciclaje y automoción

Tradicionalmente señalado como un gran contaminante, el sector del automóvil está inmerso en un cambio de rumbo sin precedentes. Como revela la Agencia Europea del Medio Ambiente, en 2021 el transporte fue responsable del 23% de todos los gases de efecto invernadero en la UE, y los coches particulares generaron más de la mitad de esa contaminación.

Aunque el avance de los vehículos eléctricos es una buena noticia, la realidad es que las emisiones de CO₂ de los coches continúan siendo un problema pendiente de resolver. 

Entre las soluciones que la industria está poniendo en práctica se encuentran el reciclaje de vehículos al final de su vida útil, la reutilización de baterías de vehículos eléctricos y la demanda de piezas remanufacturadas, lo que refleja un cambio hacia prácticas más sostenibles en la industria.

En este ámbito, Jovita Moreno Vozmediano destaca que "encontramos numerosas iniciativas que están desarrollando nuevas tecnologías para incrementar la circularidad de la industria y su sinergia con otros sectores".

Explica que además de reutilizar materiales compuestos, "el reciclaje de baterías y de componentes electrónicos, o la fabricación de piezas y recubrimientos de vehículos utilizando como materia prima residuos de origen biológico, son actualmente objeto de importantes esfuerzos en I+D".

Michelin, por ejemplo, está enfocando sus esfuerzos en investigar cómo fabricar neumáticos con materiales reciclados. La adquisición de Lehigh Technologies, especializada en polvo de caucho micronizado obtenido de neumáticos usados, ya le ha permitido reducir los costes de producción y avanzar por este camino.

Por su parte, Renault ha creado "The Future Is NEUTRAL", una empresa dedicada específicamente a la economía circular en la automoción. Su objetivo es ofrecer soluciones de reciclaje de ciclo cerrado, es decir, de coche a coche, transformando la cadena de suministro automotriz hacia un futuro más circular y sostenible.

Desde su lanzamiento, ha reacondicionado más de 50.000 vehículos y tiene como meta una facturación de más de 2.300 millones de euros para 2030. 

Cementerio de coches.

Cementerio de coches. hroe Istock

También Porsche, en colaboración con BASF y BEST, ha completado con éxito un proyecto piloto de reciclaje químico de plásticos complejos procedentes de vehículos al final de su vida útil.

En lugar de incinerar estos residuos, utilizan un proceso de gasificación que transforma los plásticos mezclados en un gas de síntesis. Este se integra en la producción de BASF para fabricar nuevos plásticos de alto rendimiento, como los que se usan en los volantes de los coches.

De esta manera, materiales que antes no se podían reciclar vuelven a entrar en la cadena de producción, reduciendo el uso de recursos fósiles. La colaboración con BASF también incluye el desarrollo de baterías de alto rendimiento para vehículos eléctricos.

La moda circular

Si la economía circular busca alargar la vida útil de los productos y reducir al mínimo los residuos, el modelo fast fashion hace exactamente lo contrario: producir mucho, vender rápido y desechar pronto.

La ropa se fabrica y se vende muy barata, se tira rápidamente y además la mayoría acaba en los vertederos. Solo un pequeño porcentaje se reutiliza o se recicla para fabricar prendas nuevas.

Estudios realizados por organismos de Naciones Unidas han denunciado que el sector textil es responsable de cerca del 10% de las emisiones globales de CO₂, es una industria que consume alrededor del 20% del agua dulce y genera millones de toneladas de residuos cada año. 

El reto de conseguir una moda circular pasa no solo por incorporar materiales reciclados o biodegradables, sino también por diseñar prendas duraderas, fomentar la reutilización y la reventa, optimizar los procesos de producción y apostar por la digitalización para una trazabilidad real de los materiales. Se trata de abandonar el modelo de usar y tirar.

En nuestro país el sector cuenta con el PERTE de Economía Circular, un programa diseñado por el Gobierno y avalado por el Consejo Intertextil Español, que busca fomentar la reutilización, el ecodiseño y el reciclaje textil.

Sin embargo el Consejo también ha señalado que hay otros obstáculos que amenazan con frenar este cambio, como la falta de previsibilidad regulatoria, que dificulta la planificación a largo plazo, y las trabas burocráticas que complican el acceso a las ayudas. 

En este contexto, Jovita Moreno señala que "en la industria textil existen numerosos proyectos financiados con fondos públicos e inversión privada centrados en soluciones pioneras para el tratamiento de mezclas de residuos textiles".

Según explica, "gran parte del esfuerzo en I+D se está centrando en desarrollar sistemas inteligentes de clasificación y en nuevas tecnologías eficientes para reciclar mezclas de fibras", ya que muchas prendas combinan algodón, poliéster u otros materiales como la poliamida o el elastán, lo que dificulta su reciclaje.

"La estrategia de la UE para textiles sostenibles y circulares supone un impulso muy potente para avanzar hacia un modelo circular", añade.

Residuos de la moda del 'fast fahsion'.

Residuos de la moda del 'fast fahsion'. Annaspoka Istock

¿Qué están haciendo las grandes marcas del mundo de la moda? Una de las empresas más concienciadas con la necesidad de cambiar la forma de consumir ropa es H&M.

Tiene programas de recogida de ropa desde 2013 para fomentar el reciclaje o la reutilización ("Garment Collecting"), lo que ha permitido recuperar grandes cantidades de prendas y tejidos que de otro modo acabarían en la basura.

Se ha fijado metas ambiciosas: usar materiales 100 % reciclados o sostenibles para toda su producción para el año 2030, además de comprometerse con una cadena de valor que sea completamente circular y climáticamente positiva para 2040. 

En nuestro país merece la pena destacar la labor de Recuprenda, que trabaja como puente entre marcas, retailers y recicladores/upcyclers.

Lo que ofrecen es un servicio integral de economía circular para moda, gestionando productos al final de su vida útil, devolviendo prendas usadas, devoluciones o excedentes de temporadas, para que sean reutilizados, reparados o reciclados industrialmente

Los retos

Desde su perspectiva académica, Jovita Moreno señala que la transición hacia una economía realmente circular requiere avanzar en tres frentes: una producción más limpia y eficiente, un consumo responsable y un aumento significativo de las tasas de reciclaje.

Para ello, insiste en la necesidad de incorporar el ecodiseño desde el momento en que se conciben los productos, para que sean duraderos, reparables, reutilizables y reciclables.

La experta recuerda que la circularidad implica también un cambio en los hábitos de consumo. Adquirir productos de mayor calidad y más duraderos harían que fuera necesario comprar menos, transformando el actual ciclo productivo.

Y advierte que, aunque la tecnología juega un papel esencial, el reciclaje efectivo depende de una adecuada separación en origen, de una logística eficiente y de una red de plantas de tratamiento bien planificada, transparente y socialmente aceptada.

Vertedero de resiudos.

Vertedero de resiudos. vchal Istock

Y es que los materiales reciclados solo serán una alternativa real si cuentan con un mercado sólido y competitivo. Para ello, propone medidas como "promover certificaciones de calidad y trazabilidad, establecer cuotas obligatorias en sectores clave, incentivar fiscalmente el uso de materiales reciclados o reforzar la contratación pública verde".

Alejandro Dorado, Comisionado para la Economía Circular, se muestra completamente de acuerdo, y explica que para que la transición a una economía circular sea posible, las políticas públicas y los incentivos adecuados desempeñan un papel esencial.

"La regulación es clave", destaca Dorado. "Debe ser ambiciosa, teniendo en cuenta la amplitud de los retos ambientales a los que nos enfrentamos y la responsabilidad de todos los sectores productivos a la hora de minimizarlos. Pero también debe asegurar que la transición hacia la circularidad sea justa".

En ese acompañamiento, el sector público tiene un papel de facilitador. Programas como el PERTE de Economía Circular, dotado con cerca de 500 millones de euros de fondos europeos, están contribuyendo a crear las capacidades industriales y de I+D necesarias para que sectores con gran potencial —como el textil, los plásticos o los bienes de equipo de energías renovables— puedan avanzar hacia modelos más sostenibles.

Junto a estas ayudas, Dorado subraya la importancia de una fiscalidad verde y de la compra pública ecológica: "Tenemos que asegurar que las Administraciones Públicas creen los incentivos y desincentivos necesarios para distinguir a quienes mejor hacen las cosas". 

Finalmente, el Comisionado recuerda que la vigilancia justa del mercado es fundamental: "Debemos evitar que bienes y servicios que no cumplen con la normativa ambiental que exigimos a nuestros productores jueguen con ventaja en nuestro mercado interior europeo".