Uno de los agentes de la patrulla, en la Playa de las Moreras de Valladolid.

Uno de los agentes de la patrulla, en la Playa de las Moreras de Valladolid. Laura Mateo

Historias

Un día patrullando con el SEPRONA, la policía del medioambiente: "Abarcamos mucho más que caza y pesca"

ENCLAVE ODS acompaña a la unidad de la Guardia Civil de Valladolid, que se ocupa tanto del territorio urbano como del resto de la provincia. 

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Son poco más de las nueve de la mañana de un jueves cualquiera en Valladolid. El leve chirrido del levantar del portón de la cochera, seguido del fuerte rugido que emite el motor de la motocicleta, marcan el inicio de la jornada para el equipo.

La patrulla se pone en marcha hacia su destino. Esta vez tiene claro a donde se dirige, pero en la comandancia de la Guardia Civil, en el número 3 de la Avenida de Soria, "cada día es una sorpresa".

A veces les viene dado, a veces son ellos quien lo buscan, pero el objetivo siempre es el mismo: salvaguardar el orden y la seguridad del medioambiente. Aunque esto signifique mucho más de lo que nos imaginamos. 

"No sólo abarcamos lo que tiene que ver con caza y pesca", aclara uno de sus agentes. Y es que desde su creación en 1988, el SEPRONA no ha hecho más que aumentar sus competencias, cubriendo desde la detección del tráfico internacional de especies, el bienestar animal o la ordenación del territorio, a la protección de los recursos hídricos o garantizar la seguridad alimentaria.

Leyes nacionales y europeas

Ha pasado algo más de una hora. Los agentes ya están listos y, algunos con maletín en mano, se dirigen hacia sus vehículos. Un todoterreno marca la dirección. Por detrás, una moto le acompaña.

"Siempre llevamos estos dos vehículos, por si acaso. Aunque con el coche nos apañamos, necesitamos llevar la moto para adentrarnos en algunos lugares de campo que tienen mayor dificultad de acceso", explica el conductor del vehículo.

Un día patrullando con el SEPRONA, la policía del medioambiente: "Abarcamos más que caza y pesca"

Tanto él como el resto de agentes desean permanecer en el anonimato por razones de seguridad. Se dirigen a la playa de Las Moreras, en el centro de la ciudad. "Toca hacer ronda", cuenta. 

Estas van desde la revisión de embarcaciones ilegales hasta el cotejo de los microchips que ahora, por ley, deben de llevar animales domésticos como perros, gatos, conejos, hurones o équidos. 

Bajan hacia la zona de muelles donde, al lado de una pequeña caseta, se encuentran dos hombres pescando. Junto a la puerta, un corcho lleno de fotos. En una de ellas aparecen los dos pescadores luciendo un imponente pez sobre sus brazos. 

"¿Esto es un siluro?", pregunta uno de los agentes. Tímidamente, le contestan que sí. Se trata de una especia invasora europea, cuya pesca fuera de las zonas autorizadas deberá ser comunicada de inmediato a las autoridades, con prohibición expresa de devolver el ejemplar al agua después. 

Proceden a pedirles la documentación para corroborar que, tras el incidente, se encuentran debidamente acreditados para ejercer su actividad. 

Mientras tanto, el otro compañero recorre las orillas del Pisuerga. Por ellas, discurren varios viandantes con sus perros quienes, en un control aleatorio, se ven interceptados por la benemérita para la lectura del chip. 

Uno de los agentes posa para ENCLAVE ODS.

Uno de los agentes posa para ENCLAVE ODS. Laura Mateo

"En este sentido no suele haber muchas incidencias", apunta el agente, aunque, en materia de mascotas, "los PPP se llevan la palma". Se trata de aquellos perros catalogados por ley como potencialmente peligroso, y se designan por una normativa especial. 

"Deben llevar siempre bozal y estar debidamente atados, con una correa que no sea extensible más allá de los dos metros. Sin embargo, mucha gente no lo cumple. El otro día nos encontramos por aquí un rottweiler que no solo no llevaba bozal, sino que andaba suelto en un parque por dónde, además, hay niños". 

En la mayoría de los casos, "alegan desconocimiento de la normativa", pero ese no es motivo para no sancionar. Y es que esta unidad de la Guardia Civil sabe bien de lo que habla. "Para llegar aquí hacemos un trabajo diario de revisión de leyes", resalta el compañero, que ya ha vuelto del muelle. 

"Nos regimos ya no sólo por normativa regional o nacional, también nos llegan cada año nuevas leyes desde Europa, que se aprueban o se modifican", y que deben conocer al dedillo.

En ese momento, el agente recibe una llamada: "Hay que irse, nos requieren en otro lugar". 

Auge del maltrato animal

El equipo pone rumbo hacia Tudela de Duero, un pequeño municipio a tan sólo 15 kilómetros de Valladolid. Suele ser lugar de caza furtiva pero, en esta ocasión, no es de eso de lo que se trata. 

Acabamos en lo que parece una especie de pinar aunque, en una de las zonas, algo no está como se esperaba. El agente no ha parado siquiera el motor cuando un vecino de una parcela cercana se acerca hacia él.

"¿Vienen por lo de la tala de árboles? Había un chico el otro día, pero me dijo que era del Ayuntamiento y confié. Pero cómo han dejado esto no es normal, algo raro ha pasado", relata el hombre. 

Los especialistas comienzan a hacer su trabajo y examinan detenidamente la escena, que "claramente se trata de la de una tala ilícita". Se lamentan de que el vecino no avisara de inmediato a las autoridades, y el equipo se pone manos a la obra para ir a la caza del culpable. 

"Ahora lo que toca es ir al registro y comprobar la titularidad de la finca y ya, de ahí, ver a donde nos lleva el asunto", explica uno de ellos. 

Mientras unos se ocupan de esta labor, el motor del todoterreno vuelve a encenderse para poner dirección, esta vez, a un club de equitación de la zona. 

El agente se dirige a una tala ilícita de árboles en Tudela de Duero (Valladolid).

El agente se dirige a una tala ilícita de árboles en Tudela de Duero (Valladolid). Laura Mateo

"Últimamente, hacemos muchos controles en este tipo de explotaciones, porque en Valladolid lo que más predomina son los delitos de maltrato y abandono animal". Recuerda como tan sólo hace unos meses, tuvieron que recoger en cadáver de una yegua cuyo dueño la había abandonado tras una caída, dejándola morir allí. 

También apunta hacia una granja en la que descubrieron cientos de ovejas muertas, o un camión encontrado en pleno casco urbano con 17 jabalíes muertos en su interior

En el caso de este centro, todo parece en orden. Aun así, el control es exhaustivo. Comienzan pidiéndole a la dueña toda la documentación que debe tener en regla para, después, acompañarla en un largo recorrido haciendo chequeo de las instalaciones. 

Uno de los miembros de la unidad inspecciona un centro ecuestre.

Uno de los miembros de la unidad inspecciona un centro ecuestre. Laura Mateo

Comprueban los establos, los almacenes de material y hasta los bebederos de los animales. Y es que, en esta ocasión, la visita dura más de lo habitual. A pesar de ser una escuela de equitación, el centro también cuenta con animales como pavos, camellos o llamas. 

"Por aquí está todo correcto", se dicen unos a otros, dando por finalizada la jornada.  

Una unidad pionera

Al llegar de nuevo a comandancias policiales, el jefe de la unidad recibe de nuevo al equipo. Se cuentan cómo ha transcurrido la primera mitad del día, y se ponen al tanto de las novedades que han ido encontrando. 

"Esto es una puta locura", dice el propio jefe. Haciendo gala de su propio trabajo, recuerda el "innumerable volumen de temas" que abarcan, así como el inicio de su historia. 

El SEPRONA fue la primera policía medioambiental de Europa y todavía se trata de una de las más potentes del mundo. Es pionera en numerosas investigaciones, y tiene convenios de colaboración con numerosos servicios de otros países. 

"Hace poco estuvimos en conversaciones con Italia tras la detección de una falsificación de una denominación de origen", porque aunque en sus inicios sus frentes fueran otros, ahora velan incluso por la garantía de la seguridad alimentaria. 

Con una agenda cada día más apretada, y a espera de saber qué les deparará mañana, los agentes se ponen manos a la obra, pero ya en tarea de oficina. "Esta labor no es tan vistosa, pero es igualmente importante", apuntan desde una de las mesas. 

Y así, con un nuevo día concluido y los últimos informes archivados, el SEPRONA ya se prepara para lo que viene.

La digitalización de los delitos ambientales, el aumento del tráfico de especies y las nuevas normativas europeas "nos lo ponen cada vez más difícil" pero, para ello, "tenemos que estar siempre preparados".