Una mujer ante un lineal cárnico de supermercado.

Una mujer ante un lineal cárnico de supermercado. iStock

Historias

Con o sin dolor: la medida suiza que lleva el sufrimiento animal a los lineales del supermercado

La nueva ley de Suiza trata la carne como si de tabaco se tratase, haciendo a los consumidores responsables del producto. 

Más información: ¿Qué estás pagando cuando compras una carne con el sello de bienestar animal?

Raquel Nogueira
Publicada

Imagínese pedir un plato de carne en un restaurante y que venga acompañado de una nota, "a este cerdo le castraron sin anestesia". O comprar unas pechugas y encontrarse una etiqueta que alerte de que "a este pollo le han cebado hasta casi explotar". 

Eso, más o menos, es lo que se van a ir encontrando en los próximos dos años los suizos en todos los restaurantes, carnicerías y lineales de supermercado.

Y es que una ley, que entró en vigor el pasado 1 de julio, obliga a los productores cárnicos a desvelar las condiciones en las que vivieron y murieron los animales. 

En concreto, la norma obliga a identificar cualquier procedimiento realizado sin anestésicos, como la castración del ganado, el descornado en vacas, el despique en gallinas, si se les han cortado las ancas a las ranas sin anestesia o, incluso, si a los gansos y patos se les ha cebado a la fuerza. 

Porque, a pesar de que parezcan atroces, son prácticas comunes en la ganadería, especialmente en la intensiva. Al respecto, por cierto, el Gobierno de Suiza se erige como pionero, pues ya en 2020 prohibió el triturado de pollos vivos, práctica común en la industria —especialmente en las granjas de producción de huevos—.

No son productos inanimados

Lo que busca esta nueva ley suiza es recordarle a las personas que detrás de esa bandejita blanca hay animales que sienten y padecen; en definitiva, seres vivos. 

Varias gallinas en jaulas en una explotación intensiva.

Varias gallinas en jaulas en una explotación intensiva. Equalia

Y es que, en todo el mundo, decenas de miles de millones de mamíferos —y otros tantos peces— pasan por la industria cárnica anualmente. El problema está en que la mayoría de los procesos se realizan sin anestesia para ahorrar tiempo y dinero. 

Eso sí, en Suiza las granjas están obligadas a aliviar el dolor de los animales durante procedimientos como los mencionados anteriormente.

Sin embargo, la importación de productos cárnicos y derivados es, precisamente, lo que ha llevado al Gobierno a tomar esta decisión de etiquetar el sufrimiento animal. 

Con este etiquetado, Suiza intenta visibilizar prácticas crueles comunes en muchos países y situarlas a la altura del tabaquismo, pues ambos empaquetados muestran los horrores detrás del consumo de ambos productos.

Ignorancia consciente

Estas etiquetas, a fin de cuenta, acercan a los consumidores a una realidad que, en demasiadas ocasiones, se decide ignorar de manera más o menos consciente. 

La idea, además, es que el comprador final acabe rechazando determinados productos para forzar a la industria internacional a cambiar sus estándares de bienestar animal. 

Asimismo, esta nueva legislación suiza podría marcar un antes y un después, y servir de referente mundial. Pues convierte al país en el primero en implementar un sistema de etiquetado tan detallado sobre el bienestar animal.

Ahora la pregunta es si acabará llegando (o no) a otros países europeos y si cambiará las prácticas nocivas que algunos actores de la industria cárnica siguen llevando a cabo.