Incendio forestal de las Montañas Rocosas de Colorado (EEUU).

Incendio forestal de las Montañas Rocosas de Colorado (EEUU). milehightraveler Istock

Historias

Los incendios forestales amenazan la calidad del agua: la contaminación persiste hasta ocho años después del evento

Un grupo de científicos ha analizado más de 100.000 muestras de agua y advierten de un impacto más duradero y variable de lo que se creía. 

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Mariana Goya
Publicada

Los incendios forestales ya no solo devoran bosques y arrasan con comunidades, sino que también envenenan silenciosamente los ríos y arroyos mucho después de que las llamas se hayan extinguido.

O, por lo menos, así lo ha defendido un nuevo estudio científico que revela que los contaminantes liberados por el fuego pueden persistir en los sistemas hídricos durante casi una década, afectando la salud del agua potable y de los ecosistemas acuáticos a largo plazo.

La investigación, publicada en Nature Communications Earth & Environment, representa la evaluación más amplia realizada hasta la fecha sobre el impacto de los incendios forestales en la calidad del agua.

Liderado por científicos del Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales (CIRES) de la Universidad de Colorado en Boulder, el estudio analizó más de 100.000 muestras procedentes de 500 cuencas hidrográficas en el oeste de Estados Unidos, una región especialmente vulnerable al aumento de los incendios por el cambio climático.

"Estábamos tratando de observar tendencias notables en la calidad del agua después de los incendios forestales en todo el oeste de EEUU, para ayudar a informar las estrategias de gestión del agua en la preparación para los efectos de los incendios forestales", explica Carli Brucker, autora principal del estudio y exestudiante de doctorado en CU Boulder.

Impacto hídrico

Los resultados de la investigación muestran que contaminantes como el carbono orgánico, el fósforo, el nitrógeno y los sedimentos pueden mantenerse en niveles elevados entre uno y ocho años después de un incendio.

Mientras el carbono orgánico y la turbidez presentan aumentos significativos entre los años uno y cinco, el nitrógeno y los sedimentos pueden persistir hasta ocho años tras el evento.

Los investigadores construyeron modelos estadísticos a partir de datos recopilados en cuencas fluviales quemadas y no quemadas, midiendo los cambios antes y después de los incendios. La comparación permitió identificar patrones de degradación sostenida en la calidad del agua.

Incendio forestal de grandes magnitudes.

Incendio forestal de grandes magnitudes. TDL Istock

Los incendios más cercanos a los cauces principales mostraron efectos más severos, aunque factores como el tipo de vegetación, el suelo y el clima también influyeron en la intensidad del impacto.

"Pueden pasar de dos a ocho años para que el efecto se sienta por completo", indica Ben Livneh, investigador principal y profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en CU Boulder. "A veces puede ser un efecto retardado, es decir, no ocurre de inmediato, o a veces se necesita una tormenta lo suficientemente fuerte como para movilizar una cantidad suficiente de los contaminantes restantes".

En algunos casos, la diferencia es extrema. Según Brucker, actualmente consultora, "algunos arroyos están completamente limpios de sedimentos después de los incendios forestales, y otros tienen una cantidad 2000 veces mayor".

Esa variabilidad complica la planificación a futuro, pero también subraya la necesidad de contar con datos sólidos para gestionar los recursos hídricos de forma eficaz.

Una investigación única

Hasta la fecha, los análisis sobre este tema solían centrarse en casos puntuales a nivel local o estatal. Este nuevo estudio rompe esa lógica fragmentaria al ofrecer una visión continental del problema, con implicaciones claras para los servicios públicos de agua, los responsables de emergencias y las agencias ambientales.

Livneh recuerda que evaluaciones globales como las del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) suelen centrarse en la cantidad de agua disponible, pero no en su calidad.

Ahora, los investigadores esperan que las cifras aportadas sirvan como base para orientar inversiones en resiliencia y medidas preventivas frente a los incendios.

"No se pueden financiar mejoras de resiliencia basándose únicamente en preocupaciones generales. Los gestores del agua necesitan cifras reales para la planificación, y eso es lo que estamos proporcionando", concluye Brucker.