
El jaguar está clasificado como “casi amenazado” en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). TEAM Network
Los hábitats protegidos no son suficientes para los animales en peligro de extinción, según la Universidad de Michigan
Un nuevo estudio apunta a la actividad humana como la principal responsable de la reducción de comunidades de mamíferos en los bosques tropicales.
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No es solo el área protegida lo que importa para la conservación de la biodiversidad, sino también lo que está fuera de esta zona. Esta, explica Lydia Beaudrot, profesora adjunta de la Universidad Estatal de Michigan y ecóloga del Departamento de Biología Integrativa, ha sido la conclusión principal de la última investigación publicada en la revista PLOS Biology.
Las informaciones que se habían obtenido hasta la fecha parece que no eran completas. De ahí que Beaudrot asegure que no se disponía de "datos de alta calidad a escala global para medir cómo las personas afectan al número de especies de mamíferos y su extensión dentro de los bosques tropicales".
Y es que, pese a que los bosques tropicales constituyen menos de una décima parte de la superficie terrestre, albergan más del 60% de las especies conocidas. Sin embargo, entre ellas se encuentra la mayor concentración de animales en peligro de extinción.
El motivo no es otro que la "enorme presión" a la que están sometidas estas regiones, dado que las tierras tropicales se están transformando rápidamente para fines industriales y agrícolas. Esto es lo que los autores del estudio han denominado como un "filtrado de extinción antropogénica", demostrando que la actividad humana fuera de las áreas protegidas está impactando drásticamente en las comunidades forestales dentro de ellas.
A grandes rasgos, concluyen que los bosques tropicales cercanos a más personas tienen menos especies de mamíferos. Lo que, dicen, sugiere que algunas especies no sobreviven incluso cuando estos están protegidos, como es el caso de los parques nacionales.
Porque, al fin y al cabo, actividades como la tala rasa, además de otras transformaciones del terreno, o la caza, se han convertido en algunas de las amenazas más destructivas para los hábitats.
No es suficiente
A nivel mundial, los gobiernos regionales y grupos internacionales están estableciendo nuevas áreas protegidas para frenar la pérdida de especies amenazadas. Sin embargo, esta nueva investigación ha demostrado que esta estrategia podría no ser suficiente por sí sola para revertir, o incluso detener, el declive de la biodiversidad en estas regiones.

El mono azul se encuentra en peligro de extinción con una tendencia poblacional decreciente. TEAM Network
El estudio, explica Beaudrot, está centrado en la cuantificación de información basada en datos sobre la ecología y la conservación de los mamíferos tropicales. Para ello, dice, evaluaron cómo las comunidades de estas especies se ven afectadas por la actividad humana cercana, desde el impacto de la simple coexistencia hasta el cambio ambiental generalizado.
A partir de los bosques tropicales, presentes en tres continentes (América del Sur, África y Asia), los investigadores midieron cuán variadas y densas eran las poblaciones de mamíferos en esas regiones utilizando la información obtenida a partir de más de 2.000 cámaras en estas áreas.
La Red de Evaluación y Monitoreo de la Ecología Tropical logró abarcar 37 ubicaciones en total. De este modo, obtuvieron datos a largo plazo sobre 239 especies de mamíferos, lo que permitió a los investigadores examinar cómo cambiaban estas cifras en zonas donde la densidad de población humana y la perturbación del hábitat variaban.
Este modelo, señalan los expertos, predijo que por cada 16 humanos dentro de un kilómetro cuadrado de un área protegida, las especies de mamíferos podrían disminuir hasta en un 1%. Y es que, cuando la zona de amortiguamiento de estas áreas protegidas es insignificante, la actividad a lo largo de sus bordes puede remodelar las comunidades forestales.
El rastro humano
Los datos obtenidos indican que el cambio territorial en los bosques tropicales significa que casi el 70% de estos hábitats se encuentran a un kilómetro del borde del bosque, donde es probable que haya interacciones con seres humanos o infraestructura.
Al mismo tiempo, estas comunidades de mamíferos se ven afectadas negativamente por la pérdida y fragmentación de los bosques dentro de un radio de 50 kilómetros de sus hábitats boscosos.

El puma es uno de los mamíferos en peligro de extinción investigados en este estudio. TEAM Network
Por este motivo, si bien las áreas protegidas son de vital importancia para la conservación, su existencia por sí sola no puede ser suficiente para garantizar que las especies amenazadas y en peligro de extinción puedan sobrevivir.
Por tanto, para crear áreas protegidas más eficaces, los autores sugieren que es fundamental reducir los efectos de la actividad humana fuera de sus fronteras. Señalan, además, que la restauración del hábitat más allá de estas zonas amplía el margen entre los humanos y los mamíferos tropicales, lo que contribuye a fortalecer la biodiversidad.
Y es que sus investigaciones apuntan a que los mamíferos tropicales podrían tener mejores posibilidades si las áreas protegidas se extendieran y se conectaran más, creando regiones más amplias e ininterrumpidas donde los animales pudieran persistir.
Porque, concluye Francesco Rovero, profesor asociado de ecología en la Universidad de Florencia y colaborador de Beaudrot desde hace mucho tiempo, "la conservación de gran parte de mamíferos en los bosques tropicales depende de la mitigación de los complejos efectos perjudiciales de las presiones antropogénicas mucho más allá de las fronteras de las áreas protegidas".