Bajo el comisariado de Sara Hermann y Javier Martín-Jiménez, la muestra HAPPY: Ensayos sobre la obra de Jorge Pineda, una de las más visitadas de la capital, recoge 54 de las obras más representativas y supuestamente felices del artista, muchas de las cuales atienden en realidad a problemáticas sociales y desigualdades.

“A Pineda no le interesaba dar una respuesta dogmática, sino generar preguntas. Su trabajo intentaba involucrar al espectador, con planteamientos muy atractivos, como gran dibujante que era, usando el dorado incluso, pero no es oro todo lo que reluce. Ese brillo nos lleva la mirada a algo cuyas segundas y terceras lecturas nos incomodan”, explica Javier Martín-Jiménez.

Detalle de la exposición en la sala de Arte de la Universidad Complutense de Madrid. Cedida

En su trabajo “se tratan conflictos y miedos universales. Son, de hecho, temas que afectan a República Dominicana, pero también a cualquier otro país, como la violencia sexual o el feminicidio, la fragilidad de la infancia, o la construcción de la identidad en un entorno inseguro. Los miedos, las ansiedades y los traumas son universales. El arte permite visibilizar temas incómodos para que no se repitan”, señala su comisario.

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En este sentido, llaman la atención, por ejemplo, obras como el retrato de una mujer a partir de una foto de Ana Mendieta, realizado sobre la pared con pintalabios de brillantes colores. O la Lección de anatomía: Cadáver Exquisito, un homenaje a Joseph Beuys, entre otras obras que permiten a quien visita la muestra plantearse preguntas sobre la desigualdad y el miedo en nuestra sociedad.

Obras expuestas en la retrospectiva. Cedida

Fallecido hace ahora un año, esta exposición deja claro que “a lo largo de sus cuarenta años de trabajo ininterrumpido, Pineda creó un cuerpo de obra sólido, coherente y trascendente que buscaba despertar conciencias. Lejos de plantear una tesis en torno a la obra o esbozar una síntesis de su producción, esta muestra reproduce momentos en los que cada persona podrá involucrarse sensorial, emocional y cognitivamente con el universo creativo del artista”.

Gracias a la colaboración de diferentes instituciones, esta muestra ha sido posible. Muchas piezas provienen de la realizada hace un año en el Centro León de República Dominicana, y otras de numerosas colecciones de instituciones públicas españolas como el Museo Reina Sofía, el Domus Artium 2002, el Instituto Valenciano de Arte Moderno o el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León. Ahora, todas ellas han recalado en Madrid gracias a la Fundación Alberto Cruz.